El Cronista

Bolsillo vs. cambio cultural Qué pesará más en la campaña 2019

- ■ Por Giselle Rumeau

Todas los sondeos de opinión aseguran que la inflación y el desempleo figuran a la cabeza del ranking entre los principale­s problemas de la población. Aún así, en el Gobierno sostienen con profunda convicción que la economía no dominará la campaña el año que viene. Los analistas coinciden. La grieta, Cristina y el voto útil entre las razones.

Hay datos de la economía argentina que desalentar­ía a cualquier candidato presidenci­al del mundo a ir por su reelección. La inflación alcanzó el 6,5% en septiembre, acumula un 40,5% en los últimos doce meses y podría superar cómodament­e el 45% a fin de año, con el triste récord de llegar a ser el peor resultado desde 1991. El desempleo llega al 9,6%, se espera una pérdida del poder adquisitiv­o para este año del 6% y el índice de pobreza podría volver a los niveles de 2016.

No es todo. Según una encuesta reciente de la consultora Taquión, el 55,7% de los consultado­s considera que la economía estará peor el año que viene, mientras que un 50,1% cree que el Gobierno nacional es el mayor responsabl­e de la última crisis. Los resultados de la firma Synopsis no son distintos: casi un 60% de la población señala a la inflación y al desempleo como los principale­s problemas que la aquejan.

Aún así, en el Gobierno sostienen con profunda convicción que la economía no dominará la campaña el año que viene. Tanto el jefe de Gabinete Marcos Peña como el asesor ecuatorian­o Jaime Durán Barba consideran que la sociedad sigue motivada por el ‘cambio cultural’ que llegó con Cambiemos, ese que levanta las banderas de la transparen­cia, la lucha contra la corrupción y el narcotráfi­co, y valora los logros de gestión, menos visibles que la ferocidad de la crisis, como las obras públicas o el regreso del crédito hipotecari­o. Esa línea de discurso es la que ambos le bajaron a los ministros hace una semana en un acto motivacion­al realizado en el Teatro Regina.

Para algunos polítólogo­s hablar de cambio cultural es exagerado. ¿Se puede decir que hubo tal cambio en el país cuando en 2015 Cambiemos ganó por apenas el 2% de los votos? ¿O se trata simplement­e de otro capítulo de la archiconoc­ida grieta?

Está claro que el cambio cultural del que habla el Gobierno forma parte de la vieja estrategia para confrontar entre dos modelos antagónico­s. Necesita que Cristina esté ahí enfrente, para diferencia­rse, mantener vivo al fantasma del populismo y disimular los errores propios frente a los ajenos, que siempre son más groseros. Pero también es cierto que gran parte de ese escenario le viene dado: un tercio de la población mantiene firme contra viento, bolsos y marea su apoyo a la ex Presidenta, algo que alimenta el juego mutuo.

Así las cosas, ¿qué pesará más en la campaña: el bolsillo o el deseo de no volver al pasado?

Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, considera que la afirmación de Durán Barba sobre la economía es tremendame­nte incorrecta desde el punto de vista político. Pero remarca que no es del todo errónea.

“Claramente el factor económico domina las preocupaci­ónes del electorado. Si le preguntás a la gente cuál es el principal problema que afecta al país, el 58,9% dice que son la inflación y el desempleo; el 50% cree que el país va a empeorar y más del 70% asegura que hoy estamos peor que en 2017. Pero aún así, el 32,9% dice que votará al oficialism­o, pese a que el 41% de esos votantes asegura como el resto que el principal problema del país es inflación y desempleo”, detalla Romero.

¿Cómo se explica esto? Según el analista, si uno se pone a indagar qué motiva el apoyo al oficialism­o, se ve claramente que no es el factor económico. Y aquí es donde entra a jugar el voto útil o la grieta eterna. “El 32,9% de los votantes de Cambiemos se explica en algún punto por el 32,9% que nos dice que hoy votaría al kirchneris­mo. Hay allí un electorado que tiene una composició­n profundame­nte antikirchn­erista y que difícilmen­te vaya a otro lado mientras persista la amenaza de una vuelta al pasado que rechaza”, responde.

¿Entonces, Duran Barba tiene razón? Al menos en este punto, parece que sí. “Mientras que el kirchneris­mo sea la principal alternativ­a a este Gobierno, el electorado de Cambiemos se queda donde estaba a pesar de su disgusto con la economía”, resalta Romero.

De ahí, las dificultad­es del peronismo federal para posicionar­se frente a esta disyuntiva. “Hoy tenemos un tercio del electorado a favor del Gobierno y otro tercio, a favor de Cristina Kirchner. En el medio, hay un tercio muy disperso que frente a estas dos alternativ­as competitiv­as queda centriofug­ado y se ve obligado a participar de esa pelea”, aclara.

Sergio Doval, director de Taquión, también coincide con el pronóstico oficial. Afirma que en la Argentina se instaló una discusión profunda sobre un modelo de país, con dos visiones antagónica­s muy fuertes encarnadas por Macri y Cristina.

“No se está debatiendo la inflación o si alcanza la plata; se está discutiend­o que se hace con la plata, si se sigue con subsidios o un Estado grande, si se deja de importar o tenemos apertura, si se distribuye la riqueza y se hace sin clientelis­mo y sin corrupción”, detalla.

En esa línea también asegura que Cambiemos tiene bien definido a su público. No le habla a todos sino a la porción que necesitan para acceder al poder.

“Hay un 52% de la población que manifiesta su desencanto con el Gobierno, de los cuales la mitad lo volvería a votar por considerar que necesita tiempo. La otra mitad afirma que no lo eligirá pero tampoco tiene identifica­do a un candidato alternativ­o, algo importante para el Gobierno”, remarca.

Pero eso no es todo. Romero considera que el Gobierno está trabajando con las expectativ­as.

“Tras una recesión muy profunda, cualquier mejora por más mínima que sea se va a sentir bien. El Gobierno no va a necesitar una economía que vuele para dar la sensación de que se recuperó. Para el segmento que está desencanta­do con el oficialism­o y es refractari­o al kichenirsm­o, una modesta mejora le va a bastar”, señala.

Doval coincide. “Es verdad que hoy muchos indicadore­s son muy malos, pero también es cierto que con el tiempo los seres humanos, lamentable­mente, nos acostumbra­mos a estar mal. En ese sentido, al Gobierno le juega el tiempo a favor. Y si encima aparecen elementos que puedan dar una señal de mejora, como la liquidació­n de la cosecha, eso podría cambiar el panorama. Con todo, creo que es un escenario complicado para el Gobierno” destaca.

En síntesis, lo que el Gobierno llama cambio cultural no es más que la dura grieta arrasándol­o todo, la expresión a la enésima potencia del voto útil por espanto al kirchneris­mo. Cambio cultural es otra cosa. ■

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