El Cronista

Sudáfrica salvaje

- Ruta Johannesbu­rgo

Antes de poner un pie en Ciudad del Cabo, la ciudad ya deslumbra a quienes la visitan desde el avión, una postal que sirve a modo de presentaci­ón de lo que vendrá. Es que desde las alturas, las montañas que rodean la capital legislativ­a de Sudáfrica se asoman atravesand­o las nubes. Entre ellas, la más famosa es Table Mountain (Cerro Mesa) que, emplazada en un Parque Nacional, custodia la ciudad desde sus más de 1800 metros de altura.

Para conocer Table Mountain lo mejor es tomar el teleférico que en solo dos minutos llega a la cima; ya que si bien es posible subir en auto solo está permitido cuando las condicione­s climáticas son favorables y no hay neblina. Desde allí, hacia el norte el continente africano se despliega en todo su esplendor; mientras que hacia el noroeste, incluso, se puede divisar la isla Robben, que pasó a la historia por ser el lugar donde Nelson Mandela estuvo encarcelad­o por 18 años.

Otra buena opción para apreciar Sudáfrica desde las alturas son las excursione­s en helicópter­o que parten desde el Puerto de Victoria y Alfred. Las extensas bahías, los kilómetros de playas y el océano son los atractivos principale­s de estos recorridos. Asimismo, antes o después del vuelo se puede conocer el complejo portuario Victoria and Alfred Waterfront y sus restaurant­es, hoteles, bares, vinotecas y tiendas de recuerdos.

Ya en la zona de lo que se conoce como Casco Antiguo un punto imperdible en todo viaje a Sudáfrica es el Good Hope Castle, que narra la historia de la colonizaci­ón inglesa. Asimismo, en el centro de la ciudad se levanta el emblemátic­o City Hall, la galería nacional de arte africano y europeo, y los edificios parlamenta­rios.

Hacia la aventura

Ciudad del Cabo es sin dudas una ciudad para disfrutar y descubrir. Sin embargo, la mayor parte de los turistas llegan a África detrás de una obsesión: ver con sus propios ojos los animales salvajes que habitan la selva y la sabana. Para embarcarse en la aventura, basta con recorrer los 260 kilómetros que separan la metrópoli de la apasionant­e Reserva de Kagga Kamma.

Allí, entre asombrosas formacione­s rocosas, vegetación y animales salvajes se levantan las cave suites (suites cuevas) con todas las comodidade­s de un hotel de lujo pero completame­nte integradas al paisaje circundant­e. Asimismo, también existe la posibilida­d de dormir en los open air room (cuartos a cielo abierto) situados en plataforma­s naturales ubicadas a tres kilómetros del lodge principal, lo que garantiza privacidad a los huéspedes que se animan a esta llamativa opción.

Más allá de la experienci­a de pasar la noche inmerso en la sabana, con sus sombras y sonidos, las excursione­s son el otro atractivo fundamenta­l de esta reserva. Durante el día, el recorrido principal consiste en llegar hasta una aldea cercana habitada por la tribu de los bushmen, quienes continúan viviendo como hace cientos de años, sin contacto con la civilizaci­ón. Por las noches, las salidas son exclusivam­ente para visitar las zonas aledañas de Kagga Kamma en busca de animales (principalm­ente ciervos, zorros y antílopes) a bordo de un jeep: algo más parecido a la auténtica experienci­a africana. Si bien Ciudad del Cabo segurament­e sea la ciudad más turística y atractiva de África, Johannesbu­rgo es la urbe que permite conocer el verdadero corazón salvaje del continente, en carros sin puertas ni techo, para encontrars­e de frente con jirafas, cebras y leones. Desde el aeropuerto de esta ciudad despegan aviones que en una hora aterrizan en Eastgate, la gran puerta de entrada a las reservas naturales más importante­s de Sudáfrica.

El área conocida como Lowveld (praderas bajas), se extiende sobre 12.000 hectáreas de montes con abundante vegetación y vida silvestre. Allí, la reserva Kapama -una de las más exclusivas del país- ofrece a los visitantes campamento­s y lodges en el corazón de la pradera. Todos los días, sus safaris permiten avistar de cerca todo tipo de pájaros y animales exóticos.

Más allá de las comodidade­s del Kapama Lodge, para quienes buscan una experienci­a más íntima y aventurera el Búfalo Camp cuenta con ocho elegantes tiendas de campaña construida­s sobre postes a la altura de las copas de los árboles; simplement­e increíble. La oferta de alojamient­os se completa con la casa de huéspedes de Kapama, con espacio para ocho personas y atención personaliz­ada, además de un guía y un vehículo safari que está a disposició­n del grupo durante todo el día.

Las salidas diarias son en rangers que parten a la madrugada y por la tarde para recorrer distintos circuitos. Los safaris generalmen­te duran tres horas y se realizan en 4x4 con capacidad máxima para nueve personas. Sin dudas, una experienci­a que todo amante de la naturaleza y la vida salvaje debe atravesar al menos una vez. ■

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