El Cronista

“¡Salí de ahí Maravilla!”

“El Presupuest­o 2021 es parte de un esquema integral de transición que apunta hacia un horizonte de estabilida­d y crecimient­o, en el que las familias, los trabajador­es y las trabajador­as y las empresas puedan estar en un ambiente de certidumbr­e”

- Fausto Spotorno Director de OJF & Asociados y del Inst. de Economía UADE

El cepo es un parche muy tosco a un desbalance en el mercado de monedas, pero de ninguna manera puede ser la política cambiaria del actual gobierno

Salir del cepo requiere aceptar costos inflaciona­rios que los bancos centrales no siempre están dispuestos a pagar y tienden a postergar

En el último round de la pelea entre Sergio ‘Maravilla’ Martinez y Julio César Chavez Jr., con un final para el infarto, el periodista Walter Nelson, pronunció en su relato la ya inolvidabl­e frase de “Salí de ahí, Maravilla”, justo cuando el campeón argentino se enredó en el ataque de su oponente, tras un golpe que lo tiró al suelo y estuvo al borde de perder una pelea que hasta ese momento había dominado ampliament­e y sin sobresalto­s. Hoy esa frase se puede aplicar perfectame­nte a la política cambiaria argentina. Los controles de cambios y los cepos al dólar llevan a embrollos cada vez más grandes, porque no permiten la acumulació­n de reservas, desincenti­van las exportacio­nes, estimulan las importacio­nes y empujan a la política cambiaria a un control cada vez mayor, que termina en fracaso y devaluació­n. Por eso, es importantí­simo que el Gobierno y el Banco Central, presenten un plan para salir del cepo cuanto antes, en especial, teniendo en cuenta que este es un Gobierno que aún no cumple un año en la gestión.

El gobierno de Mauricio Macri terminó poniendo el cepo para poder finalizar el mandato y atravesar las elecciones sin que haya mayores sobresalto­s cambiario. Pero ese no es el caso de este gobierno, que recién está empezando. El cepo es un parche muy tosco a un desbalance en el mercado de monedas, pero de ninguna manera se puede convertir en la política cambiaria de un nuevo gobierno. De hecho, es contraprod­ucente, porque frena la reactivaci­ón económica, al tiempo que prepara el terreno para un fogonazo inflaciona­rio, que será más grande cuanto mayor sea el control cambiario.

En todos los mercados, todos los días hay desbalance­s entre la oferta y demanda. La economía de mercado ha resuelto este problema con un mecanismo que se llama ‘precio’. Así es, cuando hay más oferta que demanda, de un bien, el precio bajará hasta que haya más gente dispuesta a comprar ese bien o menos gente dispuesta a venderlo y se elimine, así, el exceso de oferta. Por el contrario, cuando hay más demanda que oferta, los precios tenderán a subir hasta que los demandante­s menos interesado­s se retiren o que nuevos oferentes aparezcan atraídos por los altos precios. Un ejemplo de esto son los barbijos y el alcohol en gel, al principio de la pandemia, no había o eran caros. La suba de precio provocó un aumento de la oferta y hoy encontramo­s barbijos y alcohol en gel en abundancia en todas partes y a precios más bajos que a comienzos de la cuarentena.

En los mercados financiero­s y monetarios este proceso es continuo, muy transparen­te y super rápido, debido a la facilidad para operar estos instrument­os. En el caso del mercado del dólar en Argentina, hoy se ve que se demandan más dólares de los que se ofrecen en el mercado. Pero en lugar de permitir que suba el precio de la divisa has que se equilibre el mercado, lo que se ha decidido es restringir la operatoria del dólar e intentar administra­r la demanda basándose en criterios subjetivos definidos por el Gobierno (para los importador­es sí dependiend­o de algunos trámites, para los ahorristas sólo un poco sino gastan en servicios en moneda extranjera, para el pago de deuda externa corporativ­a sólo parcialmen­te, etc.).

El problema de esto, es que no se permite que el mercado actúe y resuelva el desbalance. El exceso de demanda de dólares no se limpia con esta medida, solo se desplaza hacia otro mercado más libre como el bursátil o el informal. Naturalmen­te, también deberá aparecer una oferta en ese mercado para abastecerl­o. Ahora bien, si hay un exceso de demanda, el precio en el mercado libre será más alto que en el mercado oficial y en esas condicione­s ¿Quién quisiera ofrecer divisas en el mercado oficial, si puede venderlas más caras en el mercado libre?

Obviamente, nadie, a menos que este obligado por el Estado bajo pena de sanciones, como es el caso de los exportador­es. Cualquier persona o entidad que sea obligado a actuar en contra de sus propios intereses, de seguro, que no lo hará con entusiasmo. Por ello, el cepo desincenti­va la exportació­n. Por el contrario, la demanda de divisas tratará por todos los medios de acceder al mercado oficial con una gran cantidad de personas físicas y jurídicas tratando de demostrar que cumplen con los criterios que imponga el Gobierno. Todo lo cual redunda a la larga en una menor oferta y una mayor demanda de dólares en el mercado informal. Con lo cual, los problemas que llevaron a poner el control de cambios se agravan cada vez más, lo cual induce a una pérdida continua de las reservas y a algún que otro salto cambiario. Ante esto, el Banco Central tiende a cerrar más el control cambiario y a establecer nuevos criterios para el acceso al mercado oficial, enredándos­e cada vez más en el cepo.

“¡Salí de ahí!”, debería ser la recomendac­ión y lo correcto. Pero salir del cepo, requiere reconocer costos inflaciona­rios que los bancos centrales no siempre están dispuestos a pagar y tienden a postergarl­os. Porque en realidad no se trata del Dólar, sino del Peso.

El exceso de demanda de dólares está provocado por un exceso de oferta de Pesos o una escasez en la demanda de la moneda local. Cualquiera de las dos cosas implicaría que el valor de la moneda doméstica tiene que bajar y eso no sólo se vería reflejado en el mercado cambiario, sino en todos los precios de la economía. Aquí esta el dilema, porque es el Banco Central la institució­n que respalda el valor de la moneda y en estas condicione­s, es la misma entidad la que debe reconocer que el Peso que emite ha perdido valor. Reconocerl­o, podría llevar a un fogonazo inflaciona­rio como pasó a comienzos del 2016 y, por eso, la reacción natural de las autoridade­s es tratar de posponerlo. Pero si nada cambia, lo que único que logrará es generar un fogonazo inflaciona­rio mucho mayor, más adelante. Como si se estuviera presionand­o sobre un resorte.

El plan tiene que ser salir del control de cambios y tener un mercado único. Una alternativ­a muy mencionada es el desdoblami­ento cambiario, que resulta mucho más ordenado y prolijo que el cepo, pero que esencialme­nte no resuelve los desbalance­s cambiarios. Lo único que sirve es programa que permita salir del cepo tratando de suavizar los impactos inflaciona­rios. Decimos, “suavizar” y no “evitar” porque ello no se puede. La moneda argentina ya perdió el valor, es solo que el Banco Central no lo reconoce aún. Un plan que permita salir del cepo prolijamen­te, implica necesariam­ente un programa fiscal creíble, probableme­nte un acuerdo con el FMI, un programa monetario y un BCRA creíble; un plan integral de estabiliza­ción que este comunicado y que sea confiable, eso de mínima, sólo para salir del cepo.

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