Una intensa relación en la fragua de la pandemia

El traslado del Gobierno del centro de gravedad de las políticas hacia lo social se aceleró en la administración de la pandemia. Y en su ejecución tiene una presencia cada vez más gravitante la ANSES. Con la reserva de una economía y Estado erosionados, en poco tiempo se viene repitiendo un desacople entre tal voluntad y la falta de recursos para ejecutar ciertas decisiones. Los bancos lo vieron de cerca varias veces desde el inicio de la cuarentena y se repite con el cepo cambiario.

La primera incursión fue cuando el sistema reabrió en abril después de 15 días de puertas cerradas para pagar la

AUH y a los jubilados. Las largas colas al sol sin distancia social terminaron por expulsar de la ANSES a Alejandro Vanoli. Le endilgaron el fracaso sanitario del operativo pagando facturas en una interna que lo persiguió desde su llegada al cargo.

Luego, los pagos del IFE, el ingreso familiar extraordinario, fue otro jalón de la relación Anses-bancos, que, encabezados por el propio Banco Nación, de apuro tuvieron que disponer las aperturas de cajas de ahorro masivas en un stress informático para el sistema del que todavía no se recupera.

Con el súper cepo, la voluntad política y la técnica vuelven a los empujones. El efecto concreto es la demora de puesta en marcha de los sistemas de compra de dólares, el objetivo político original.