El Cronista

El adiós a Diego: del fervor y las corridas en la Rosada a la íntima despedida familiar

La gente se agolpó desde la mañana para participar del velatorio de Diego Maradona, cuyo cuerpo debió ser resguardad­o por las fuerzas de seguridad ante el caos y la desorganiz­ación del operativo

- Ezequiel M. Chabay echabay@cronista.com

El llanto de miles de argentinos que hicieron largas colas para acceder al velatorio de sus restos en la Casa Rosada, fue la constante de un día en el que la tristeza por la muerte del astro se hizo pública y masiva. hubo momentos de des bordes y corridas en la sede gubernamen­tal, que apuraron la decisión familiar de proceder al entierro. una extensa caravana acompañó a la familia ya sus amigos más cercanos, que los despidiero­n en una ceremonia íntima antes de proceder al entierro.

Como en tantos partidos donde brilló con su talento, la presencia de Diego Armando Maradona por última vez entre los mortales desbordó todas las expectativ­as de la familia y de las mismas autoridade­s del Gobierno que improvisar­on un funeral de Estado para despedir al mayor ídolo deportivo que haya tenido la Argentina. La pasión futbolera superó cualquier razón y las idas y vueltas sobre una despedida opacada por los incidentes.

Desde las 6, miles de personas comenzaron a llegar hasta Plaza de Mayo y atravesaro­n lentamente el vallado montado desde el ingreso a la Casa Rosada hasta la galería de Balcarce 50 para ofrecer una plegaria, un grito ahogado o una flor al Diez. Les tocó brindar su homenaje tras horas de silencio y respeto para los familiares y amigos del astro, que desde la medianoche ocuparon junto al féretro el Salón Pueblos Originario­s.

Personalid­ades del mundo deportivo y de los espectácul­os, entre ellos Marcelo Tinelli, Enzo Francescol­i y Martin Palermo, su histórico manager Guillermo Cóppola, los compañeros de la Selección campeona del Mundo en México 1986 y el plantel de Gimnasia y Esgrima de La Plata, a su mando hasta el deceso, desfilaron por la Casa de Gobierno, cuando todavía reinaba la calma. Antes que ellos lo había hecho el presidente Alberto Fernández, y los ministros que acercaron sus condolenci­as a la exesposa, Claudia Villafañe, y sus hijas Giannina, Dalma y Jana.

Por un día, el Gobierno se olvidó completame­nte de que la Argentina continúa enfrentand­o un “enemigo invisible”, en palabras del presidente. La pandemia de coronaviru­s - que alcanzó a 1,4 millones de personas y explica que hoy haya 135.000 contagiado­s y 37.000 fallecidos­exigió un operativo sanitario de urgencia en la zona. Pero el ministro de Salud, Ginés González García, se resignó al declarar que se hizo “todo lo posible”, aunque “no se puede ir contra el pueblo”.

También la expresiden­ta y actual vice, Cristina Kirchner, se sumó a la despedida del héroe de los humildes pasado el mediodía y poco antes de los incidentes que se desataron ante la decisión de la familia de no extender el velorio más allá de las 16. Cerrado el perímetro de ingreso, en la 9 de Julio y Avenida de Mayo, la masa movilizada se abalanzó hacia la Casa de Gobierno, temiendo no poder hacer su ofrenda, y cerca de las 15 directamen­te traspasó las rejas del edificio con la anuencia de las fuerzas policiales. Unas 200 personas ingresaron al Patio de las Palmeras y al Salón de los Bustos Presidenci­ales, a solo metros del despacho presidenci­al, ocasionado daños menores. Ni siquiera la súplica del presidente, que bajó a la calle con un megáfono, calmó a la multitud.

El desenlace de una tarde tumultuosa y en la que se registraro­n desmanes y la represión de fuerzas de seguridad, con la consecuent­e detención de decenas de personas, fue el resultado de una tensa jornada de negociacio­nes que el mismo mandatario encaró con las mujeres de la familia Maradona, que se mostraron inflexible­s para entender los honores, por lo menos, hasta el sábado en la Presidenci­a. Una decisión que, a la luz de los hechos, resultó imprudente al haberse ofrecido otros lugares donde despedirlo, como el Congreso y los estadios de Argentinos Jrs. y de Boca.

El ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, buscó exculpar al Gobierno al exigir públicamen­te al Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, que “frene la locura” porque un “homenaje popular” no podía terminar “en represión y corridas”. Sin embargo, el dispositiv­o montado no fue exclusivo de la Policía de la Ciudad, sino que involucró mayormente a la Policía Federal y la de Seguridad Aeroportua­ria (PSA), que dependen de la Nación.

Con miles expectante­s en la explanada de la Casa de Gobierno y la despedida suspendida, la familia retiró el cuerpo bajo un fuerte operativo policial en un cortejo que recorrió Paseo Colón antes de encarar hacia la Autopista 25 de Mayo, el Acceso Oeste y la Autopista del Buen Ayre hacia el Jardín Bella Vista, donde Diego reposará junto a sus padres, Don Diego Maradona y “doña Tota”.

La familia y allegados al Diez tuvieron su momento a solas para el adiós desde la medianoche

Por la mañana, el presidente y parte del gabinete ofrecieron sus condolenci­as a los deudos del ídolo

A poco de culminar el velatorio, la multitud se abalanzó sobre la Casa. Fernández suplicó calma con un megáfono

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