El Cronista

En 2021 la economía puede recibir un bonus, pero antes hay que ganarlo

- Hernán de Goñi Director Periodísti­co

Lo que aún falta es inversión. Sin reglas claras, será difícil pasar de la recuperaci­ón al crecimient­o.

Hay una oportunida­d de que la economía tenga un año algo mejor que lo pronostica­do. La menor caída del PBI observada en 2020 y el viento de cola que empuja a los commoditie­s, representa­n condicione­s que no estaban sobre la mesa hace 90 días. Pero es año electoral, y todavía hay decisiones que impactan sobre las expectativ­as que no están a la vista, y por lo tanto, lo que hoy parece una luz verde puede volverse una luz amarilla. Como siempre, depende de lo que hagamos todos los actores económicos, empezando por el Gobierno.

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) es un indicador aproximado del PBI. Por lo general no coinciden, pero la diferencia entre una cifra y otra suele ser mínima. Por eso el 10% que mostró el cierre del 2020 se traduce en un resultado algo más positivo que el esperado por el propio gobierno en el Presupuest­o 2021 y por el FMI, en sus proyeccion­es macreoecon­ómicas globales (estimaba una baja en torno a 13%).

Mejor, de todos modos, no es lo mismo que bueno. Ese 10% no deja de ser un dato que completa tres años seguidos de caída del nivel de actividad, en un nivel casi similar al del 2002, cuando la Argentina sintió a pleno el efecto negativo de la salida de la convertibi­lidad y el default de la deuda soberana.

Lo que sí registró el EMAE es que algunos sectores terminaron el último bimestre con un ritmo casi normal. La mayoría de ellos son los que producen bienes durables cuya demanda estuvo impulsada por la estabilida­d cambiaria (autos, motos, electrodom­ésticos, materiales para la construcci­ón). Algo similar sucedió con otras ramas de la industria, que quedaron cerca o casi al mismo nivel que en la previa a la pandemia, gracias ser parte de las actividade­s considerad­as esenciales.

Hacia adelante hay buenas perspectiv­as para el agro y las economías regionales, ya que la valorizaci­ón de la cosecha en curso podría aportar alrededor de u$s 10.000 millones adicionale­s. Si el Gobierno mantiene una relación razonable con el campo y consigue que ese excedente no quede atrapado en los silobolsas (algo que está por verse), el beneficio sería un bonus que no estaba tan claro en noviembre del año pasado.

Las elecciones incentivar­án al Gobierno a mantener un control de las importacio­nes, con el fin de mantener a raya la demanda sobre el dólar. El atraso cambiario ya es parte del plan, con la idea de no presionar sobre los precios y elevar el consumo interno. Pero si el freno afecta la llegada de insumos del exterior, el cuello de botella que se formará jugará en contra.

El único factor que no está en el tablero es la inversión, que ahora solo aprovechó oportunida­des puntuales. Cayó fuerte en el 2020 y seguirá así si no hay reglas que la sostengan a largo plazo. Es lo que hace falta para pasar de la recuperaci­ón al crecimient­o.

Lo que aún falta es inversión. Sin reglas claras, será difícil pasar de la recuperaci­ón al crecimient­o

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