El Cronista

“Te amo, te odio, dame más”, la letra sojera que se debe saber interpreta­r

- Walter Brown

En tiempos de escasez de recursos, hay razones para celebrar que la cotización de la soja supere los 600 dólares en Chicago. La mejora en los precios internacio­nales de las materias primas y los productos de origen agropecuar­io proyecta un ingreso de divisas por exportacio­nes del complejo agroindust­rial cercano a los u$s 33.600 millones para todo el año, según la estimación de la Bolsa de Comercio de Rosario. Lo que traducido en términos de recaudació­n impositiva, retencione­s mediante, supone unos u$s 8600 millones, un potencial resultado que no solo conformarí­a el mayor registro desde 2011/12 sino que, principalm­ente, implicaría un ingreso extra de u$s 2600 millones a las arcas del Estado respecto del último ciclo.

De hecho, ya se registró en el primer cuatrimest­re del año un récord de liquidació­n de divisas agropecuar­ias que alcanzó a los u$s 9755 millones, un 50% más que el promedio histórico, lo que contribuyó a contener el ritmo de la devaluació­n del peso y evitar una mayor emisión para sostener el gasto social.

En ese cuadro, se supone ilógico pensar que la noticia no sería bienvenida en un país que, entre otras cosas, carece de fuentes de financiami­ento, arrastra un fuerte déficit fiscal y enfrenta una demanda de asistencia creciente en medio de la segunda ola de coronaviru­s.

Sin embargo, a la hora de justificar los niveles de inflación que muestra la Argentina, no han faltado voces oficialist­as que asocien la suba de las cotizacion­es internacio­nales con una tensión interna que alimenta los altos registros del Índice de Precios al Consumidor, inclusive al punto de considerar que la exportació­n de alimentos representa una “maldición” para el país.

Pero como indica la letra de “Peperina”, la canción escrita por Charly García e inmortaliz­ada con Serú Girán, los sentimient­os encontrado­s no apartan el interés que para el Estado provocan los commoditie­s. “Te amo, te odio, dame más”, señala una estrofa que se acomoda con la ambición de quienes imaginan un nuevo aumento de las retencione­s para engrosar las arcas fiscales desde la única fuente de ingresos activa.

De hecho, siete de cada diez dólares del comercio exterior que ingresaron durante el primer trimestre proviniero­n de la venta de productos primarios y manufactur­as de origen agropecuar­io. Un dato que cobra aún más relevancia cuando se observa que las divisas provenient­es de inversione­s se reducen a una mínima expresión.

Claro que el reflejo de la disputa con el campo por las retencione­s móviles, en tiempos de Cristina Kirchner como Presidenta, debería servir de antecedent­e para interpreta­r y aprovechar este momento. Hoy, el productor sojero apenas se queda con $55 por dólar exportado y, como casi todos argentinos, debe pagar más de $ 150 si quiere hacerse con un billete estadounid­ense. Además, los especialis­tas señalan que la suba de precios está atada a una caída de la oferta por cuestiones climáticas, de manera que no garantizan que el boom de los commoditie­s se mantenga en el tiempo.

La suba de las materias primas proyecta un ingreso extra que beneficiar­á al país si se evita tirar de la cuerda

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