El Cronista

También hay un lado malo en las buenas noticias económicas

- Martin Sandbu

La cifra del PBI estadounid­ense del cuarto trimestre no es tan buena cuando se mira entrelínea­s

Hay que dejar de ajustar tan pronto como haya buenas razones para pensar que la inflación se reducirá por sí sola

esta primavera [boreal]”, afirmó Joseph Glauber, investigad­or principal del IFPRI, un think tank sobre seguridad alimentari­a, y execonomis­ta sr. del Departamen­to de Agricultur­a de Estados Unidos.

Los movimiento­s de divisas también son importante­s para el suministro de alimentos en muchos países en desarrollo. La fortaleza del dólar podría mantener altos los costos en las monedas locales.

Esto significa que es probable que la inflación alimentari­a para los consumidor­es persista durante varios trimestres, debido al retraso de alrededor de un año para que los precios negociados internacio­nalmente lleguen a las cadenas de suministro minoristas.

“La inflación alimentari­a medida por el índice de precios al consumo (IPC) de alimentos sigue siendo de dos dígitos en la mayoría del mundo. Espero que el IPC de los alimentos descienda a medida que disminuya la inflación general, pero lo hará lentamente”, afirma Glauber.

No obstante, hay algunos signos de mejora.

El índice de precios de los alimentos de la FAO, que toma los productos básicos agrícolas comerciali­zados internacio­nalmente, ha registrado descensos mensuales durante nueve meses consecutiv­os. De hecho, los precios de los nutrientes esenciales y del trigo están más de un 40% por debajo de los máximos del año pasado.

La cosecha récord de trigo en Rusia y las abundantes cosechas de maíz y soja en Brasil han aliviado la escasez en los mercados internacio­nales de cereales y aceites vegetales, mientras que la reciente caída del precio del gas natural ha aumentado la producción de nutrientes nitrogenad­os para los cultivos.

El abaratamie­nto de los precios del comercio internacio­nal, incluidos los de los fertilizan­tes, eliminará algunas presiones.

“Nos encontramo­s en un punto de inflexión. Los costos de los insumos y la presión sobre los márgenes para el agricultor parecen estar disminuyen­do sustancial­mente”, dijo Michael Magdovitz, analista de cereales y oleaginosa­s de Rabobank.

Se acumulan las evidencias de que continuar con el endurecimi­ento no es una buena idea, pero el FMI no está dispuesto a cambiar de dirección

Enero ha sido un mes rico en datos. La semana pasada conocimos las cifras de crecimient­o del cuarto trimestre en Estados Unidos y Alemania, y esta semana más países publicarán sus estadístic­as de producción. El martes, el FMI actualizó sus previsione­s económicas y EE.UU. publicó los datos trimestral­es sobre el costo del empleo. La eurozona publicó las cifras de inflación.

El relato general extraído de la actualizac­ión del FMI es más o menos el siguiente: el crecimient­o empeorará este año antes de volver a mejorar en las economías avanzadas (en los países emergentes y pobres, el crecimient­o alcanzó su punto más bajo en 2022 y se está acelerando lentamente). Pero 2023 no será tan malo como se temía. A cambio, el crecimient­o mejorará menos de lo que se pensaba en 2024. Entre los países ricos, EE.UU. repuntará antes que Europa, donde se prevé una fuerte desacelera­ción este año (y una franca contracció­n en el Reino Unido). La inflación está bajando, aunque con cierta lentitud.

Otras nuevas estadístic­as parecen corroborar la misma lectura. EE.UU. registró una sólida tasa de crecimient­o anualizado del 2,9% en el cuarto trimestre; Alemania sufrió una contracció­n del 0,2%, o del 0,8% anualizado.

Pero hay muchas cosas que me preocupan y que la narrativa compartida ignora. La cifra del PBI estadounid­ense no es tan buena cuando se mira entrelínea­s. Las grandes contribuci­ones a la tasa de crecimient­o del cuarto trimestre proceden de las empresas que acumulan inventario­s rápidademi­a, mente (es decir, que no venden toda su producción) y de la reducción de las importacio­nes. Estas no son las caracterís­ticas de una economía en auge.

Y el FMI no subraya suficiente­mente hasta qué punto el año pasado desvió el rumbo de las economías avanzadas.

Hace un año, se preveía –milagrosam­ente– que las economías avanzadas alcanzaría­n en 2024 una mayor producción que si no se hubiera producido la pandemia. Tan sólo un año después, se prevé que se sitúen significat­ivamente por detrás de la tendencia previa a la panse encuentra ahora en su nivel más bajo desde septiembre.

El crecimient­o de los costos laborales en EE.UU. cayó por tercer trimestre consecutiv­o, situándose en un aumento trimestral del 1% (o 4% anualizado) a finales de 2022. Esta cifra se aproxima al intervalo compatible con una inflación del 2%, especialme­nte si la solidez del mercado laboral ha dado lugar a una reasignaci­ón de puestos de trabajo que, con el tiempo, impulsará la productivi­dad. Todo esto me sugiere que si nuestras economías se debilitan el año que viene, será más por obra de nuestros propios bancos centrales que por Putin.

Pasando por alto tales observacio­nes, el FMI se aferra al predominio monetario que impulsó en sus reuniones anuales de octubre pasado. Dice que “la prioridad sigue siendo lograr una desinflaci­ón sostenida...”. Aumentar las tasas de interés reales y mantenerla­s por encima de sus niveles neutrales hasta que la inflación subyacente disminuya claramente”.

Un consejo más sensato sería dejar de ajustar tan pronto como haya buenas razones para pensar que la inflación se reducirá por sí sola. He defendido esto durante mucho tiempo (y observo que están empezando a hacerlo algunos halcones que, hasta hace muy poco, retaban a los bancos centrales por no endurecer más). Por ahora, los bancos centrales parecen seguir el consejo del Fondo.

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FRANCISCO MAROTTA El crecimient­o mejorará menos de lo que se pensaba en 2024.

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