También hay un lado malo en las buenas noticias económicas
La cifra del PBI estadounidense del cuarto trimestre no es tan buena cuando se mira entrelíneas
Hay que dejar de ajustar tan pronto como haya buenas razones para pensar que la inflación se reducirá por sí sola
esta primavera [boreal]”, afirmó Joseph Glauber, investigador principal del IFPRI, un think tank sobre seguridad alimentaria, y execonomista sr. del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Los movimientos de divisas también son importantes para el suministro de alimentos en muchos países en desarrollo. La fortaleza del dólar podría mantener altos los costos en las monedas locales.
Esto significa que es probable que la inflación alimentaria para los consumidores persista durante varios trimestres, debido al retraso de alrededor de un año para que los precios negociados internacionalmente lleguen a las cadenas de suministro minoristas.
“La inflación alimentaria medida por el índice de precios al consumo (IPC) de alimentos sigue siendo de dos dígitos en la mayoría del mundo. Espero que el IPC de los alimentos descienda a medida que disminuya la inflación general, pero lo hará lentamente”, afirma Glauber.
No obstante, hay algunos signos de mejora.
El índice de precios de los alimentos de la FAO, que toma los productos básicos agrícolas comercializados internacionalmente, ha registrado descensos mensuales durante nueve meses consecutivos. De hecho, los precios de los nutrientes esenciales y del trigo están más de un 40% por debajo de los máximos del año pasado.
La cosecha récord de trigo en Rusia y las abundantes cosechas de maíz y soja en Brasil han aliviado la escasez en los mercados internacionales de cereales y aceites vegetales, mientras que la reciente caída del precio del gas natural ha aumentado la producción de nutrientes nitrogenados para los cultivos.
El abaratamiento de los precios del comercio internacional, incluidos los de los fertilizantes, eliminará algunas presiones.
“Nos encontramos en un punto de inflexión. Los costos de los insumos y la presión sobre los márgenes para el agricultor parecen estar disminuyendo sustancialmente”, dijo Michael Magdovitz, analista de cereales y oleaginosas de Rabobank.
Se acumulan las evidencias de que continuar con el endurecimiento no es una buena idea, pero el FMI no está dispuesto a cambiar de dirección
Enero ha sido un mes rico en datos. La semana pasada conocimos las cifras de crecimiento del cuarto trimestre en Estados Unidos y Alemania, y esta semana más países publicarán sus estadísticas de producción. El martes, el FMI actualizó sus previsiones económicas y EE.UU. publicó los datos trimestrales sobre el costo del empleo. La eurozona publicó las cifras de inflación.
El relato general extraído de la actualización del FMI es más o menos el siguiente: el crecimiento empeorará este año antes de volver a mejorar en las economías avanzadas (en los países emergentes y pobres, el crecimiento alcanzó su punto más bajo en 2022 y se está acelerando lentamente). Pero 2023 no será tan malo como se temía. A cambio, el crecimiento mejorará menos de lo que se pensaba en 2024. Entre los países ricos, EE.UU. repuntará antes que Europa, donde se prevé una fuerte desaceleración este año (y una franca contracción en el Reino Unido). La inflación está bajando, aunque con cierta lentitud.
Otras nuevas estadísticas parecen corroborar la misma lectura. EE.UU. registró una sólida tasa de crecimiento anualizado del 2,9% en el cuarto trimestre; Alemania sufrió una contracción del 0,2%, o del 0,8% anualizado.
Pero hay muchas cosas que me preocupan y que la narrativa compartida ignora. La cifra del PBI estadounidense no es tan buena cuando se mira entrelíneas. Las grandes contribuciones a la tasa de crecimiento del cuarto trimestre proceden de las empresas que acumulan inventarios rápidademia, mente (es decir, que no venden toda su producción) y de la reducción de las importaciones. Estas no son las características de una economía en auge.
Y el FMI no subraya suficientemente hasta qué punto el año pasado desvió el rumbo de las economías avanzadas.
Hace un año, se preveía –milagrosamente– que las economías avanzadas alcanzarían en 2024 una mayor producción que si no se hubiera producido la pandemia. Tan sólo un año después, se prevé que se sitúen significativamente por detrás de la tendencia previa a la panse encuentra ahora en su nivel más bajo desde septiembre.
El crecimiento de los costos laborales en EE.UU. cayó por tercer trimestre consecutivo, situándose en un aumento trimestral del 1% (o 4% anualizado) a finales de 2022. Esta cifra se aproxima al intervalo compatible con una inflación del 2%, especialmente si la solidez del mercado laboral ha dado lugar a una reasignación de puestos de trabajo que, con el tiempo, impulsará la productividad. Todo esto me sugiere que si nuestras economías se debilitan el año que viene, será más por obra de nuestros propios bancos centrales que por Putin.
Pasando por alto tales observaciones, el FMI se aferra al predominio monetario que impulsó en sus reuniones anuales de octubre pasado. Dice que “la prioridad sigue siendo lograr una desinflación sostenida...”. Aumentar las tasas de interés reales y mantenerlas por encima de sus niveles neutrales hasta que la inflación subyacente disminuya claramente”.
Un consejo más sensato sería dejar de ajustar tan pronto como haya buenas razones para pensar que la inflación se reducirá por sí sola. He defendido esto durante mucho tiempo (y observo que están empezando a hacerlo algunos halcones que, hasta hace muy poco, retaban a los bancos centrales por no endurecer más). Por ahora, los bancos centrales parecen seguir el consejo del Fondo.