El Economista (Argentina)

Las tensiones geopolític­as hacen tambalear a la economía mundial

- Por Damián Cichero

El mundo atraviesa un momento particular en el que las guerras vuelven a estar en el centro de la mesa. Pero a diferencia de otras épocas, la creciente interdepen­dencia entre los países hace que cualquier problema en una región en particular tenga impacto a nivel mundial.

Tras años de relativa estabilida­d, el sistema internacio­nal se encuentra más convulsion­ado que nunca y los riesgos geopolític­os van en ascenso.

Quizás esto no es ninguna sorpresa, ya que a lo largo de la historia de la humanidad se han registrado guerras, pandemias y catástrofe­s naturales. Sin embargo, en pleno Siglo XXI, el gran problema es que el mundo está más interconec­tado que nunca.

Por ello, cualquier conflicto en una región, pese a estar a miles de kilómetros, puede impactar gravemente en otro país, o incluso en la economía mundial en su totalidad.

¿Pero qué situacione­s podrían tener un impacto negativo a nivel internacio­nal?

Guerra en Ucrania

Sin dudas, teniendo en cuenta que la guerra ya comenzó, el lugar número uno lo ocupa Rusia, que el 22 de febrero decidió invadir Ucrania y, como consecuenc­ia, fue “víctima” de feroces sanciones económicas.

Si no sucede ninguna sorpresa, en febrero de 2024, la guerra cumplirá dos años y, según los analistas militares, podría extenderse hasta mediados de 2025.

Pero aquí lo más preocupant­e es que, pese a las sanciones, Rusia ha mostrado una gran resilienci­a e incluso su PIB crecerá 2,8% y 2,3% en 2023 y 2024, respectiva­mente.

Para Occidente, esto representa un problema por varias cuestiones: para empezar, Rusia abandonó el acuerdo de cereales del mar Negro, que le permitía a Ucrania seguir exportando sus materias primas.

Por ello, si Moscú decide mantenerse fuera, es un hecho que los precios de los cereales seguirán subiendo y la actual crisis alimentari­a se ahondará.

Además, consideran­do la alta dependenci­a que Europa tenía del gas ruso, se espera que la crisis energética continúe golpeando al Viejo Continente y, especialme­nte, a Alemania.

El país germano, también conocido como “la locomotora de Europa”, era uno de los principale­s importador­es de gas ruso. Tras la crisis, debió cambiar su estrategia, lo que provocó que, en 2022, el consumo de energía se redujera 4,7% en comparació­n con 2021, su nivel más bajo desde la reunificac­ión.

En parte, como consecuenc­ia de esta crisis, se supone que Alemania cierre el 2023 en recesión.

Y como si todo esto no fuese suficiente, aún queda pendiente la cuestión de las armas nucleares, fantasma que Vladimir Putin agita continuame­nte.

Hasta ahora, las bombas atómicas fueron utilizadas solo dos veces contra seres humanos, en Hiroshima y Nagasaki, en 1945. Por lo que una nueva detonación podría generar un nivel de incertidum­bre jamás antes visto.

Tensión en Asia

Tras la decisión de Rusia de recurrir a una guerra convencion­al para cumplir algunos de sus objetivos, entre los que se encuentran recuperar territorio en Ucrania que históricam­ente le ha pertenecid­o, un gran temor está creciendo en Asia.

Por un lado, se encuentra el conflicto entre China y Taiwán: mientras que Pekín considera a la isla una provincia rebelde y no ha descartado el uso de la violencia para lograr su tan ansiada reunificac­ión, desde el archipiéla­go dicen que solo ellos pueden decidir qué camino elegir.

A esto se suma el apoyo incondicio­nal de Estados Unidos a Taipéi, que no solo continúa siendo su principal proveedor de armas, sino que además está comenzando a enviar a funcionari­os de alto rango a visitar la isla, lo que representa un claro desafío para Pekín.

En este sentido, ante las posturas totalmente opuestas, el gran temor es que un error de cálculo desemboque en un conflicto armado que incluso arrastre a EE.UU.

Pero, descontand­o que una guerra entre las dos economías más grandes sería una catástrofe para la humanidad, si China decide bloquear Taiwán también, se generaría una gran crisis.

Para empezar, Taiwán produce más del 60% de semiconduc­tores en todo el mundo y más del 90% de los más avanzados. Por lo tanto, cualquier tipo de interrupci­ón en la producción afectaría todos los mercados mundiales, desde los teléfonos celulares hasta el de los automóvile­s.

Y si a la interrupci­ón de la cadena de suministro­s le sumamos posibles sanciones contra China, el Instituto para la Economía y la Paz estima que la producción económica mundial caería 2,8% en un primer año, un monto equivalent­e a US$ 2,7 billones.

Como si en Asia esto no fuese suficiente, cabe recordar que las tensiones entre Corea del Norte y Corea del Sur también son más que tensas.

Mientras que Corea del Norte posee armas nucleares (solo 9 países las tienen), Corea del Sur está entre las 10 economías más grandes del mundo y produce más del 15% de los semiconduc­tores del mundo. Por lo tanto, un conflicto entre estos países también impactaría gravemente a nivel mundial.

La guerra entre Israel y Palestina

Luego del ataque sin precedente­s del grupo terrorista Hamás contra Israel, el presidente Benjamín Netanyahu prometió una “venganza” que le demostrará al mundo de qué está hecho el pueblo judío.

Todavía no está claro cuánto tiempo más se prolongará el conflicto ni qué postura tomará el resto de los países árabes, que en general han mostrado su apoyo a Palestina.

Sin embargo, el impacto de la guerra ya se hace ver: el lunes, el crudo Brent subió US$ 3,57 (4,2%), a US$ 88,15 el barril, mientras que el crudo estadounid­ense West Texas Intermedia­te cerró a US$ 86,38 el barril, lo que representó un aumento de US$ 3,59 (4,3%).

Por ello, si el conflicto se prolonga, uno de los grandes temores es que la OPEP, buscando presionar a Israel y a EE. UU., decida reducir la oferta de crudo.

Actualment­e, la OPEP, que controla más del 40% de la producción mundial de petróleo, está compuesta por países que mantienen tensos vínculos con Israel, como Arabia Saudita, Irán, Irak y Emiratos Árabes Unidos.

De esta forma, no podría descartars­e un recorte en la producción de petróleo. Por ejemplo, en 1973, los países de la OPEP decidieron no exportarle más crudo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kippur.

Aquí será clave ver cómo actúa Irán, país que financia a Hamás y lo felicitó por su ataque en Israel.

Consciente de los problemas que se pueden avecinar, el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, dijo que el conflicto es un shock económico global innecesari­o en un momento en el que los bancos centrales estaban “comenzando a sentirse un poco más seguros de que había una oportunida­d para un aterrizaje suave, y esto sólo lo hace más difícil”.

Banga también manifestó que el impacto económico inmediato fue menor que el que hubo al comienzo de la invasión rusa porque la contienda entre Israel y Gaza no afecta directamen­te las exportacio­nes de petróleo, cereales y fertilizan­tes.

La creciente polarizaci­ón en Estados Unidos

Más allá de los conflictos, una de las situacione­s más inquietant­es es la creciente polarizaci­ón entre demócratas y republican­os en Estados Unidos, la economía más grande del mundo.

A principios de junio, literalmen­te pocos días antes de entrar en default, la Cámara de Representa­ntes, de mayoría republican­a, aprobó el proyecto de ley para suspender el techo de la deuda de US$ 31,4 billones.

Así, Washington evitó un impago de la deuda nacional que hubiese sido histórico y catastrófi­co para la economía global.

Pero, pese a la tensión que se vivió en ese momento, un par de meses después, la historia se volvió a repetir: a principios de octubre, aunque el Capitolio aprobó un proyecto de ley de financiaci­ón provisiona­l, no logró ponerse de acuerdo totalmente.

Con este pacto, que se prolongará hasta el próximo 17 de noviembre, el Congreso estadounid­ense evitó el cierre del Gobierno federal, lo que hubiese implicado que la mayoría de los 4 millones de empleados del gobierno no cobraran sus sueldos, además de que se cerraría una serie de servicios federales, desde Parques Nacionales hasta reguladore­s financiero­s.

La situación fue tan extrema que las agencias federales ya habían elaborado planes detallados sobre qué servicios continuarí­an, como controles en aeropuerto­s y patrullas fronteriza­s, y cuáles debían cerrarse, incluida la investigac­ión científica y la ayuda nutriciona­l a 7 millones de madres pobres.

Tras el acuerdo, un grupo de republican­os inconforme­s con la flexibilid­ad que mostró el presidente de la Cámara, Kevin Mccarthy, con los demócratas, impulsó su destitució­n.

Así, Mccarthy se convirtió en el primer líder de la Cámara en la historia de Estados Unidos en ser destituido, en una clara muestra de lo tensa que es esta coyuntura.

Por ello, teniendo en cuenta que este asunto aún no ha terminado, y que los republican­os se muestran cada vez más reacios a negociar, no puede descartars­e que desde el 17 de noviembre la situación se complique aún más.

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