Argentina ante otra oportunidad
El escenario global ofrece oportunidades, pero el desafío (una vez más) es poder aprovecharlas
El contexto global es clave para el desempeño de la economía argentina. Un escenario externo favorable es condición necesaria aunque no suficiente para obtener buenos resultados.
Para lo que resta de este año y para 2024 las señales que provienen del exterior tienden a ser moderadamente positivas.
El crecimiento global se desaceleraría levemente en 2024 con relación a 2023: pasará de 3% a 2,9%. Aunque lo harán a una tasa menor que la de esta año, los países emergentes de Asia serán los que más crecerán y con muchos de ellos Argentina tiene un importante superávit comercial.
Menos favorable es el dato de que China crecerá menos (5% vs. 4,2%) porque, al ser la mayor demandante mundial de commodities que Argentina exporta, puede debilitar las cotizaciones.
Por su parte Brasil, el principal socio comercial del país, registrará una menor expansión de la actividad con una suba del PBI que el FMI estima de 1,5% en 2024 frente a 3,1% en 2023.
Un dato clave es el valor del dólar a nivel global. A Argentina nunca le fue bien en los ciclos alcistas de la moneda estadounidense contra el resto. Lo ocurrido a fines de la década del ‘90 o más recientemente a partir de abril de 2018 son pruebas de ello. Eso es consecuencia de que las cotizaciones de las commodities que Argentina exporta se mueven en sentido inverso al del dólar y, además, hay más margen para el manejo de política cambiaria local cuando la moneda estadounidense está más débil a nivel global.
En ese terreno es clave lo que ocurra con el diferencial de tasas porque sigue siendo un factor clave para definir las paridades cambiarias. Pero también pesa el desempeño de la economía. En la primera parte de este año, el dólar perdió fuerza, pero esa situación se revirtió a partir de julio como consecuencia de que la economía estadounidense crece por encima del 2% y la de la zona euro por debajo del 1%.
En 2024 los niveles de actividad tenderán a acercarse porque Estados Unidos crecería 1,5% y la zona euro 1,2%. Y como las políticas monetarias serán similares, no debería haber grandes sobresaltos en los mercados cambiarios.
Cuando las tasas bajan en los mercados desarrollados hay más capitales disponibles para los países emergentes. Argentina está todavía al margen de los mercados globales, pero podría volver a participar si se genera cambios en su política económica.
Allí sigue estando la clave. Habrá en los próximos años una mayor demanda y precios para lo que Argentina produce, pero si no lo ofrece en cantidad y calidad suficientes será una oportunidad desaprovechada. Según la Cámara de Exportadores de la República Argentina, el país pasó de representar el 0,52% del comercio mundial en 1998 a 0,34% en 2022 y la tendencia en 2023 sigue siendo declinante.
Tampoco ayuda la crisis del multilateralismo y la proliferación de acuerdos comerciales en los que Argentina no tiene participación. La Organización Mundial de Comercio (OMC) acaba de proyectar un muy bajo crecimiento del intercambio global de bienes.
La clave de una buena política económica sigue siendo aprovechar al máximo los datos favorables de la economía internacional en los ciclos favorables y minimizar todo lo posible los costos internos durante las etapas negativas.
Un dato clave es el valor del dólar a nivel global. A Argentina nunca le fue bien en los ciclos alcistas de la moneda estadounidense contra el resto