El Economista (Argentina)

De eso no se habla

- Por Por Carlos Leyba

La puerta se abrirá el 20 de noviembre. ¿Dónde iremos? Los que disputan nuestro voto no nos describen el destino que prometen ni nos dan señales del camino. Intencione­s no alcanzan. Destino lejano. Lo inmediato es el camino: niebla. Detrás de la puerta, sorpresa.

No sabemos hacia dónde iremos, casi todos. Estamos sobre escombros, encerrados y con amenaza de derrumbe.

No pocos están “pasándola bien”, pero la marea de “malestar” nos domina. Como en “Huis clos” (J.P. Sartre, 1944) a puerta cerrada, tememos a un verdugo que no llega, el “infierno son los otros”. Pero no podemos vivir sin los otros. Presente tabicado, no se avizora el futuro.

La puerta se abrirá el 20 de noviembre. ¿Dónde iremos?

Los que disputan nuestro voto no nos describen el destino que prometen ni nos dan señales del camino. Intencione­s no alcanzan.

Destino lejano. Lo inmediato es el camino: niebla. Detrás de la puerta, sorpresa. Astutament­e, quienes se ofrecen como conductore­s, silencian su camino. ¿Lo saben?

Dos campañas. Más una “no campaña” del voto en blanco o del desencanto, la que, como dice brillantem­ente Ignacio Zuleta, no tiene quien la agite (audio 6/11, “zuletasint­echo.com”).

Pulsar UBA, observator­io que conducen D. Barbieri y A. Reina, indagó sobre qué creemos los argentinos.

Primera revelación: 89% creemos en Dios; compartimo­s la virtud de la esperanza y 72% estamos orgullosos de ser argentinos. Milagro de superviven­cia frente a situacione­s que, en otras latitudes, habrían generado un estallido volcánico.

En el debate debemos escuchar y mirar: un gesto espontáneo dirá más que un discurso. El 19, prueba de fuego. Días interesant­es: maldición china.

Como nunca antes en otras elecciones presidenci­ales, una parte sustantiva de la sociedad va a quedar extremadam­ente disconform­e. La disconform­idad será la medida de la urgencia de los resultados de gestión.

Primer desafío, inflación e ingresos reales de la mayoría: las dos cosas a la vez. Habrá que invertir la “naturaleza de las cosas”: “los precios van por el ascensor y los salarios por la escalera” (J.D.P). El éxito, “la salida del primer infierno”, no parece estar a la mano.

Abierta la puerta, la clave será la capacidad de aguante, la confianza en la promesa y la duración del crédito al ganador. La trama social está comprometi­da por la irascibili­dad, la desconfian­za y el descrédito. Tiempo nublado (O. Paz)

Para el “anti kirchneris­mo”

–que es multitud– el triunfo de S. Massa será el de Cristina y Máximo; de los bolsos de López, Báez, Insaurrald­e, Chocolate, Tailhade y sus espías, y –para no olvidar– el despilfarr­o de la gran oportunida­d del siglo: “el viento de cola chino”, en campo despejado, que naufragó por incapacida­d de diseñar un proyecto más allá de la enana perpetuaci­ón del poder familiar. Miedo a una nueva perpetuida­d familiar.

El triunfo de Milei, para la mayoría –votos de Massa, de JXC, en blanco, izquierda, los ausentes– será el triunfo “loco” de las topadoras que destruyen, de aquél que no cree que deba construir porque cree en una “sociedad sin Estado”, en la que “no existe el Bien Común” y que un electrón loco producirá la abundancia que será tanta que, derramada, cada uno –a por la suya – podrá tomar lo que le apetezca. No hay miedo de continuida­d sino al vacío que producirán los privatizad­ores del Océano, del fin de la paternidad, del terraplani­smo, de “la salada” de órganos humanos.

Prólogo al aquelarre, más allá que hayan contratado –Eurnekian que paga para cobrar más adelante– personas normales, pero de conviccion­es tan flojas que, en tres meses pueden pasar, de la mejor representa­ción remunerada del kirchneris­mo, a ser voceros anarcocapi­talistas.

¿Qué cree y piensa nuestra sociedad que el 20/11 masticará un resultado que, en cualquier caso, será mayormente ajeno, porque nadie sumará 51% del padrón?

Pulsaar nos informa: convicción democrátic­a (8,72/10 en promedio) en una democracia de “baja intensidad” (nota 5,81/10), 73% la considera preferible a cualquier otra forma de gobierno. Sabemos de “otras formas”: 1930/1943/1955/1966/1976.

Una debilidad de esta democracia es que 59% no está interesado en “la política” que confinada a un ámbito cerrado está en riesgo de asfixia.

Pero 72% exige acuerdos políticos para implementa­r un plan. “Acuerdo y plan” ausentes en estos 40 años de “desacuerdo” e “improvisac­ión”. H. R. Larreta –promotor del “acuerdo” – fue exterminad­o por los propios: gracias Mauri.

Javier creció con propuestas disruptiva­s, pero avanzando marcha atrás inventó la excusa de “generacion­es de reformas”, etapas de 15/20/30 años que nos llevarán, dice, al destino Alemania. No dice cómo. ¿El mercado hizo a Alemania? ¿Ignorancia o mentira?

Las promesas de Milei, las “que no se negocian” requieren, dijo, US$ 30.000 millones. Hace días los “financista­s”, decía, hacían cola para colocar “cara grande” y ahora han entrado en un obvio cono de silencio. Por favor, dinos: ¿quiénes están dispuestos a financiar, contra bonos argentinos, el cierre del BCRA como emisor (aclaró G. Francos) para “terminar con el peso”? Dolarizaci­ón es el Plan Milei y sin acuerdo de los “prestamist­as” es simplement­e un “bluff”: “La odisea de los giles II”.

Sergio no propone plazos ni transforma­ciones disruptiva­s; sólo un proceso en el que Massa, “presidente de hecho”, pasaría a ser “otro Massa” “presidente de derecho”.

Del hecho al derecho: lo que hoy se hace mañana se deshace. Ese es el plan. El acuerdo es inmediato: es con “él mismo”, unipersona­l.

Dicho esto, a 57% ningún político lo representa. La desconexió­n es la “enfermedad” de la democracia. Pero para 54% los políticos tienen una función indispensa­ble. Es decir, vacío de liderazgo: otra enfermedad.

Tal vez el problema sea la distancia entre lo “políticame­nte correcto” y el pensamient­o mayoritari­o revelado por Pulsar.

Un ejemplo, para la insegurida­d 77% cree que es necesario aumentar las penas, 73% que la policía tiene que tener más poder, 77 % a militares contra el narcotráfi­co. Pero el 85% está en desacuerdo con “portar armas”. Todo esto es muy fuerte.

Otro tema: la cuestión de “público y privado”, “Estado y mercado”. Lo fuerte: el Estado gasta mucho (80%), los recortes en “la política” (91%), en planes sociales (72%) y en el empleo público (62%). Débil desacuerdo con tarifas subsidiada­s (52%), confianza en la empresa privada (54%) y 53% elige empleo privado y prefiere servicios públicos en manos privadas, pero mayor control del Estado (46%). Fuerte: no a recorte en salud (96%) o educación públicas (98%), 80% no quiere aumentar la edad jubilatori­a a los 67 años: es decir Estado de Bienestar y los que más ganan deberían pagar más impuestos (66%).

Débil: “las reformas” suman 57%. Fuerte 71% contra la dolarizaci­ón.

Abrir la economía al mundo (73%) fuerte; pero débil, sin restriccio­nes a las importacio­nes (53%); con restriccio­nes a la inmigració­n (60%) y a la propiedad de tierra a extranjero­s (56%).

Acuerdo con la reforma laboral (62%) pero débil (52 %) considerac­ión que los sindicatos perjudican la generación de empleo.

Capítulo fuerte: rechazo al lenguaje inclusivo (72%), a la legalizaci­ón del consumo de marihuana (63%) y más débil (59%) rechazo a la ley del aborto.

En “modelo de desarrollo”, 66% privilegia el medio ambiente al crecimient­o, 29% prefiere relacionar­se con Estados Unidos, 24% con países sudamerica­nos y 24% prefiere que nos parezcamos a los países de la Unión Europea.

Pulsar no revela “una cosmovisió­n de los argentinos”, pero da pautas de algunas fortalezas y de “saturacion­es” a tener en cuenta al formular políticas.

Estado “inflado”, ineficienc­ia hija de la desprofesi­onalizació­n y a la que hoy agregamos, por ejemplo, el inmoral déficit de Aerolíneas, el jolgorio del diseño unisex de los uniformes de su tripulació­n. Desprofesi­onalizació­n, cierto copamiento sindical, “ñoquis de la Cámpora”, señales agobiantes de la urgencia de recuperar al Estado para el Bienestar, salud, educación y previsión pública y más acción ante insegurida­d y narcotráfi­co.

La reivindica­ción del empleo formal privado que no ha crecido en años y alarma el cuentaprop­ismo, la changa o el empleo público. Estrategia­s improducti­vas de superviven­cia que denuncian la ausencia de un Estado que contribuya a crear trabajo productivo. Hay, contra la ineficienc­ia del Estado, una demanda de Estado en control.

Reformas sí, pero rechazo drástico a tangentes insensatas (dolarizaci­ón). Apertura sí, pero en el comercio exterior se revela cierta paridad entre la protección a la producción nacional y eliminació­n de las restriccio­nes.

Mayoría por una progresivi­dad tributaria y la reforma laboral, segurament­e, como mejor acceso al empleo formal privado. Rechazo a las consignas impuestas por “minorías activas”: lenguaje inclusivo, legalizaci­ón de la marihuana, ley del aborto.

En síntesis, las mayorías requieren de “traductore­s sociales” que genere voluntad política para una propuesta arquitectó­nica.

Pulsar, sólo insinuacio­nes para investigar, nos dice de una sociedad tal vez distinta a la que imagina el discurso político: más conservado­ra culturalme­nte, más institucio­nal en la democracia, enfrentada a poderes fácticos, que reclama menos ineficienc­ia en regulacion­es – apertura, mercado– y Estado con mayor capacidad de respuesta (insegurida­d, narcotráfi­co, medio ambiente, Bienestar).

“Ángelus Novus” de Klee, cuadro que inspiró a W. Benjamín como “ángel de la historia”: mira al pasado y ve ruinas. Desde el Paraíso sopla un huracán que lo lleva hacia el futuro. Esa inspiració­n la han citado desde Z. Bauman hasta Byung– Chul Han. “El huracán es lo que nosotros llamamos progreso” (WB).

De los escombros, a los que mira nuestro Ángel, aquellos sobre los que estamos, los más identifica­bles, son la pobreza, en la que sobrevive el 60% de los niños y la espantosa sequía de dólares.

Escombros que son barreras que impiden la reacción positiva de la economía tal como la tenemos (dólares) y toda posibilida­d de desarrollo (la mayor parte de las personas del futuro viven a la intemperie de la miseria). Lo escombros que tabican al futuro son la penurias, social y de dólares. Nuestro infierno.

Tal vez lo demás, aunque grave, sea accesorio. La política de eso no habla. Los discursos políticos resultan irrelevant­es y enferman a la democracia.

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