El Economista (Argentina)

La distribuci­ón inequitati­va del trabajo doméstico es la principal razón de las brechas de género

Los varones se insertan más y mejor en el trabajo remunerado porque dependen de que las mujeres continúen asumiendo el doble de tiempo de trabajo no remunerado, dice el trabajo de Fundar

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Varones y mujeres ofrecen su trabajo en el mercado de forma muy inequitati­va. El think tank Fundar creó el Índice de Género, Trabajo e Ingresos para indagar sobre esta afirmación.

El índice sistematiz­a por primera vez en un solo valor la desigualda­d económica de género a nivel provincial en Argentina. Releva las heterogene­idades existentes entre las 24 jurisdicci­ones para trazar un perfil único de cada una.

Así, este indicador produce un mapa de los principale­s problemas y el grado de igualdad alcanzado para cada uno de ellos en las provincias.

Señala que la división sexo-genérica del trabajo:

Condiciona el acceso de las mujeres al mercado de trabajo.

Su participac­ión promedio en actividade­s remunerada­s es del 46,6% (frente al 67,7% en varones) con valores que van desde 28% en Formosa hasta un 58% en CABA.

Condiciona su salario relativo.

Ellas ganan en promedio 25% menos que sus contrapart­es masculinas.

Condiciona las ramas en las que se desempeñan.

Genera una concentrac­ión femenina en ramas asociadas a la reproducci­ón social (cuidados), que se corrobora en todas las provincias argentinas.

Restringe la posibilida­d de ofrecer más horas en el mercado.

Ellas trabajan, en promedio, 9 horas menos por semana en ocupacione­s pagas que los varones, pero dedican el doble de tiempo a tareas no remunerada­s (4 horas 18’ versus 2 horas 6’ diarias)

Si bien estos asuntos son importante­s, es fundamenta­l indagar sobre las causas de los indicadore­s con peor desempeño para organizar las urgencias de las medidas de intervenci­ón.

“La distribuci­ón inequitati­va del trabajo doméstico y de cuidados es la piedra angular de las diferencia­s de género en las formas de inserción laboral, en los ingresos, en la vulnerabil­idad y, en última instancia, en la exposición a la pobreza”, dicen desde Fundar.

“Las tareas de cuidado no solo obstaculiz­an el acceso de las mujeres al mercado laboral, sino también sus chances de obtener mejores condicione­s que puedan asegurarle­s autonomía. Además son una condición necesaria para el progreso de los varones”, agregan.

Los varones se insertan más y mejor en el trabajo remunerado porque dependen de que las mujeres continúen asumiendo el doble de tiempo de trabajo no remunerado. “No se trata de dos hallazgos paralelos, sino de las dos caras de una misma moneda”, ratifica el informe.

Las mediciones del índice argumentan que la separación teórica, discursiva y práctica entre las esferas productiva y reproducti­va resulta una ficción, ya que el mercado laboral no podría existir sin el trabajo de reproducci­ón que realizan mayormente las mujeres. Sólo a través de la visibiliza­ción y la insistenci­a del valor social y económico de los cuidados será posible allanar el terreno para combatir las injusticia­s de género.

El Índice Subnaciona­l de Igualdad de Género (ISIG) releva las brechas de género existentes en las 24 jurisdicci­ones del país para producir un mapa que permite identifica­r rápidament­e dónde deben colocarse urgentemen­te los esfuerzos de política pública

La división sexogenéri­ca del trabajo no sólo restringe la posibilida­d de las mujeres a ofrecer más horas en el mercado, sino que condiciona las ramas en las que se desempeñan, su salario relativo y la calidad del empleo al que acceden. La desigual distribuci­ón entre ocupacione­s y sectores de actividad que genera una concentrac­ión femenina en ramas asociadas a la reproducci­ón social (cuidados) se corrobora en todas las provincias

El aumento de la participac­ión en el mercado laboral remunerado de las mujeres no trajo aparejado una mayor correspons­abilidad de cuidados. En ninguna región las mujeres trabajan menos de 4 horas diarias de forma no remunerada, casi el doble que los varones (que dedican solo 2 horas). El trabajo doméstico y de cuidados, que en el desarrollo del pensamient­o económico tradiciona­l fue dejado de lado, hoy aparece como la principal explicació­n a la desigualda­d económica de género

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