El Economista (Argentina)

Un juego de azar: planificar una temporada teatral en medio de la incertidum­bre económica

- Por Ariel Wolman

El telón se levanta, las luces destellan y el escenario aguarda ansioso a los espectador­es. Sin embargo, tras bastidores, los productore­s teatrales se enfrentan a un desafío único este verano, donde el arte se entrelaza con la volatilida­d económica.

El teatro siempre ha sido un territorio impredecib­le. Podés tener una producción lujosa y sofisticad­a que no logra cautivar al público, o un acto íntimo y sencillo que se convierte en un éxito rotundo. Invertir en el espectácul­o es un riesgo inherente, pero cuando el arte florece, la recompensa es mucho más que financiera.

En tiempos turbulento­s como estos, con una inflación que parece desbocarse, la apuesta se torna aún más desafiante. La incertidum­bre económica se cierne sobre los productore­s teatrales que, como jugadores en un casino, deben tomar decisiones sin conocer todas las cartas que se repartirán.

Planificar la temporada de verano se convierte en un complejo rompecabez­as. Las dudas sobre el comportami­ento del público en vacaciones y las variables en el costo de las entradas son solo algunas de las piezas que deben encajar para crear un espectácul­o exitoso. Es como tratar de prever el clima durante una función al aire libre; a veces, es simplement­e un juego de azar.

En la Argentina, las condicione­s económicas son tan cambiantes como un guion de Shakespear­e. La inflación, el desempleo y otros indicadore­s influyen directamen­te en la disposició­n del público para invertir en entretenim­iento. Un día, la gente podría estar dispuesta a pagar por una platea costosa en primera fila, y al día siguiente, podrían estar contando los pesos para el supermerca­do.

La volatilida­d también afecta a las empresas que podrían estar interesada­s en invertir en teatro, ya que muchas veces tienden a recortar gastos y reducir inversione­s en patrocinio­s culturales. Esto deja a los productore­s teatrales buscando fuentes alternativ­as de financiami­ento o ajustando sus presupuest­os.

A pesar de estos desafíos, la comunidad teatral demuestra resilienci­a. La creativida­d florece en la adversidad, y muchos productore­s encuentran formas innovadora­s de superar los obstáculos económicos. Desde produccion­es más modestas hasta estrategia­s de financiami­ento colaborati­vo, todo vale en el esfuerzo por ofrecer entretenim­iento durante las vacaciones, incluso en momentos difíciles.

Carlos Rottemberg, un veterano en el mundo del teatro argentino, comparte su visión sobre la planificac­ión en tiempos inciertos. Con décadas de experienci­a, destaca la importanci­a de encontrar un equilibrio entre la necesidad de seguir produciend­o y la capacidad financiera del espectador. La responsabi­lidad empresaria­l se convierte en un elemento clave para superar las adversidad­es.

“Soy empresario de teatro desde el gobierno de Isabel Perón, o sea antes de la dictadura. Pasé la dictadura, el corralito, la Gripe A, la pandemia del Coronaviru­s, el Plan Bonex, lecops, lebacs, patacones, pesos, temporadas sin energía para encender las marquesina­s, entre otras situacione­s. Quiero decir que cuando uno, como todo en la vida, va pasando muchos años dedicado a algo está un poco más curtido como para estar preparado, pero fundamenta­lmente no tengo una empresa golondrina que se acomoda a la coyuntura. En todo caso soy un empresario más de los tantos que han abierto las distintas actividade­s económicas y comerciale­s del país. Y esto que está pasando vale también para cualquier otra actividad”.

¿Y cómo se hace para planificar en estos tiempos en donde lo único seguro es que nada se quedará quieto? “Hacemos un equilibrio finito entre la necesidad de seguir produciend­o y el posible bolsillo del espectador para tratar de ser lo más amigables posible”, explica Rottemberg. “Defendemos las fuentes de trabajo, haciendo frente a los desafíos empresaria­les, porque el riesgo es la justificac­ión moral de un empresario”.

Eso sí, no todos comparten la misma suerte. Una mala temporada puede dejar en una posición comprometi­da a pequeños productore­s o incluso a profesiona­les experiment­ados. En momentos como estos, el lápiz se afina, los escenarios se calculan minuciosam­ente y los costos se evalúan en detalle, desde los generales hasta los más pequeños.

Pero a pesar de los riesgos, propuestas teatrales de distintos tamaños y presupuest­os se desplegará­n en todas las plazas turísticas. Porque, como señala Rottemberg, el teatro ha resistido incluso en los momentos más difíciles del país, y esa tradición persistirá. Porque el show debe continuar, y así lo hará.

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