Israel: sobran preguntas y faltan respuestas frente al ataque terrorista de Hamás
Ni negar la existencia de Israel, ni rechazar la creación de un Estado palestino, traerá la paz. En todo caso, la gran pregunta es…si alguien quiere, efectivamente, la paz.
Solo una no menor cuota de mala fe puede llevar a no condenar la masacre de personas y el secuestro de rehenes. En este caso, por parte de la organización Hamás. Más aún, cuando la mayor parte de los asesinados y los secuestrados son civiles, muchos de ellos mujeres, ancianos y niños. No existe causa alguna que justifique semejante crimen.
Desde igual mirada, nadie puede alegrarse, ni enorgullecerse, por la muerte de miles –al menos así denuncia Hamás– de civiles palestinos, también mujeres, niños y ancianos, debido a los bombardeos aéreos israelíes o a los ataques terrestres sobre Gaza.
Sin embargo, ambas cuestiones no son comparables, salvo a través de una manipulación de los hechos. Mientras que Hamás irrumpió en territorio israelí para matar y secuestrar, Israel contraataca Gaza en la búsqueda de acabar con un enemigo que utiliza el terrorismo como táctica de guerra. No es lo mismo.
¿Y los civiles gazatíes? Resulta duro decirlo, pero su grado de inocencia no es total, sino parcial. En primer lugar, porque fueron ellos quienes llevaron al poder a Hamás en el 2007, mediante elecciones. En segundo lugar, porque son ellos quienes aceptan la dictadura que, desde entonces, impuso Hamas. Y son ellos quienes avalan las tácticas terroristas del grupo.
En tercer término, porque aceptan la construcción de túneles y refugios para los combatientes y para el almacenamiento de armamento que se lleva a cabo por debajo de edificios privados y públicos donde viven personas, donde trabajan, donde hacen trámites, donde concurren a las escuelas o a los hospitales.
Es harto probable que buena parte de esas personas se sientan víctimas de la manipulación de Hamás. No obstante, nadie denuncia nada. Ni adentro, ni afuera de la Banda de Gaza. Nadie eleva su voz. Nadie resiste. Da la sensación, que todos los gazatíes estuviesen de acuerdo con Hamás. No es así…pero.
Igual sensación deja, con mayor o menor compromiso, la actitud de los países árabes y musulmanes. Ninguno de ellos fue capaz de mostrar el coraje de condenar la masacre y los secuestros perpetrados por Hamás. Todos, sin excepción, prefieren lo “políticamente correcto” que imponen sus militantes locales de la intolerancia.
También entre buena parte de países del otrora denominado tercer mundo, algunos de ellos de la región denominada Latinoamérica, impera la consideración maniquea del bien y del mal. Es así que Israel es el mal y los palestinos, aun cuando su representación caiga en manos del terrorismo –Hamás– es el bien.
Lo cierto es que el capítulo Medio Oriente va más allá de la cuestión regional. Forma parte de la disputa por la supremacía mundial que enfrenta a China y a los Estados Unidos, con una actuación no menor que se adjudica a sí misma la Rusia de Vladimir Putin.
No se trata de pasar por alto el extremismo que gobierna actualmente a Israel, ni de desentenderse de la historia que comenzó con la creación en 1948 del Estado judío, ni de los derechos de los habitantes árabes –sus descendientes– que fueron expulsados o que partieron cuando el incipiente Israel venció en la primera guerra al otro día de su independencia.
Todo ello debe ser examinado y todo ello debe desembocar en una solución que debe contemplar la convivencia pacífica de un Estado judío junto a un Estado árabe en la región. Ni negar la existencia de Israel, ni rechazar la creación de un Estado palestino, traerá la paz. En todo caso, la gran pregunta es…si alguien quiere, efectivamente, la paz.
La pretensión del “Gran Israel” que reclaman los partidos aliados del Likud de Netanyahu, todos ellos más a la derecha que “Bibi”, con componentes laicos y religiosos, es una de las causas –no la única– de la continuidad del conflicto que ya dura tres cuartos de siglo
Destruir por completo Hamás implica aniquilar su conducción política y militar. Algo complejo de lograr. En particular porque, como casi siempre en estos casos, la conducción política de Hamás vive lejos. Muy lejos, en Qatar. Tal vez, allí reside la razón del ataque del 7 de octubre del 2023
Sospechas
No resulta sencillo asimilar que uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo, entre otras cosas plenamente capacitado para descifrar mensajes en clave, no pudo prever la sangrienta incur