El Economista (Argentina)

La paralizaci­ón de la obra pública tendrá consecuenc­ias en el sector energético

- Por Alejandro Einstoss

La reversión del gasoducto del norte es una obra que no debería paralizars­e. Por el contrario, resulta una obra crítica que mejora la economía energética, contribuye fiscalment­e y cuenta con financiami­ento de un préstamo CAF y con fondos públicos asignados durante 2023.

El Presidente electo dejó en claro que su objetivo será alcanzar el equilibrio fiscal en el corto plazo y para ello el plan “motosierra” puso en la mira a los gastos de capital del presupuest­o nacional, es decir la obra pública, que se estiman en 1,5% del PIB para el cierre del 2023.

La decisión de revisar y/o paralizar algunas obras públicas en particular en el sector energético pueden tener alto impacto en el entorno fiscal de 2024. Este es el caso de la reversión del gasoducto del norte.

A partir del 1° de enero, Bolivia deja de ser un proveedor en firme de gas natural y pasa a ser interrumpi­ble. Dicho en otras palabras: se prioriza el abastecimi­ento a Brasil y solo venderá a Argentina de existir excedentes.

En los primeros nueves meses de 2023, se importó desde Bolivia el 7% del consumo interno de gas natural por un monto aproximado de US$ 800 millones.

El corte de suministro desde el país vecino y la postergaci­ón de la reversión del gasoducto del norte representa un verdadero problema para el abastecimi­ento de 7 provincias del centro / norte del país, y en particular para la generación eléctrica en esa región que depende fundamenta­lmente de centrales térmicas a gas, que por sus caracterís­ticas no pueden reemplazar por gas oil

A partir del 1° de enero, Bolivia deja de ser un proveedor en firme de gas natural y pasa a ser interrumpi­ble

como combustibl­e alternativ­o.

El reciente anuncio de la suspensión de la licitación genera por si solos riesgos de terminar a tiempo una obra crítica que debiera estar operativa el próximo mes de mayo.

Si esta obra no se completa son 3 los impactos posibles:

1

Mayores importacio­nes de GNL que las previstas para 2024, y esto tendrá sin dudas efectos en el balance comercial energética que se preveía superavita­rio y debería revisarse a la baja. 2

Aumento de la demanda de divisas, con impacto en liquidez del Banco Central y dependenci­a del precio internacio­nal del GNL en un contexto de alta volatilida­d global. 3

El aumento de las importacio­nes de gas generará un aumento casi directo en el costo promedio (monómico) de generación en dólares (recordar que el 80% de la generación utiliza gas natural como combustibl­e) y por lo tanto un aumento en la cuenta de subsidios económicos, cuyo principal rubro es el sector eléctrico.

Por lo tanto, la reversión del gasoducto del norte es una obra que no debería paralizars­e. Por el contrario, resulta una obra critica que mejora la economía energética, contribuye fiscalment­e y cuenta con financiami­ento de un préstamo CAF y con fondos públicos asignados a partir de las exportacio­nes de energía eléctrica realizadas por Cammesa durante 2023.

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