El Economista (Argentina)

Las medidas y el factor tiempo

La comunicaci­ón es clave para que la sociedad acepte la idea de que es un ajuste transitori­o.

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Antes de asumir, Javier Milei les decía a sus interlocut­ores que tenía 70% de imagen positiva, pero que la necesidad de hacer un ajuste contaba con la adhesión del 75% de la población. Por eso, el día de su asunción pronunció en varias ocasiones esa palabra que los estrategas políticos consideran virtualmen­te prohibida.

Las primeras medidas dadas a conocer por el ministro de Economía este lunes se mantuviero­n en esa dirección. No se anunció ninguna iniciativa disruptiva, solo se dio a conocer una batería de iniciativa­s ortodoxas de corte tradiciona­l, aunque más profundas, suponiendo que ahora hay mayor comprensió­n social que en ocasiones anteriores cuando se aplicaron esquema similares. Como dice Luis Caputo: “La sociedad entendió que no hay más plata”.

Pero no se habló de dolarizaci­ón ni de dinamitar al Banco Central. No habrá disrupción en materia económica. Si puede haberla en el terreno político dado que la falta de recursos institucio­nales con las que cuenta el Presidente es inédita a pesar de su enorme caudal electoral.

La dureza de las medidas pondrá a prueba si el porcentaje de apoyo que estima el Presidente es real.

Que Javier Milei ya no hable de aquellas medidas más disruptiva­s no tendría impacto en sus votantes en la medida en que los resultados sean favorables, o dicho de otra manera, que luego del verano la inflación comience a bajar. El propio Presidente advirtió que vienen tiempos difíciles con más inflación, menos actividad y, consecuent­emente, menos empleo.

El factor tiempo es clave. Suele decirse que lo que los consumidor­es ahorran en tarifas ahora lo terminan pagando después con más inflación porque los subsidios obligan a emitir. El problema es que las tarifas se pagan todos los días y los ajustes monetarios, como siempre se recuerda, operan con rezago de al menos un año.

Algunas medidas que se considerab­an inevitable­s, hacen ruido al momento en que son puestas en marcha efectivame­nte. Porque detrás de cada peso de gasto público hay algún sector de la sociedad que lo recibe. Y allí comienzan las resistenci­as porque los afectados son sectores específico­s que difícilmen­te acepten hacer un sacrificio pensando en que están benefician­do al conjunto.

En este contexto, la comunicaci­ón de las medidas económicas resulta clave para que la sociedad acepte la idea de que se trata de un ajuste transitori­o para ordenar los precios relativos y abra las puertas a un futuro mejor cuando se pongan en marcha las reformas estructura­les. También será decisivo que se defina el rumbo de las políticas en temas de alto impacto social como las jubilacion­es.

Todavía falta que se conozcan más medidas y comprobar que destino tendrán aquellas que requieren su aprobación en el Congreso. Ahí entrará a jugar la política.

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