El Economista (Argentina)

Oportunida­d inédita para eliminar la coparticip­ación

- Por Jorge Colina (*)

El hecho de que cada gobernador, con los intendente­s de sus municipios, ahora tengan que ser artífices de su propio destino –asumiendo que con el presidente Milei no recibirán más “ayuditas” nacionales– supone que está la oportunida­d de crear un federalism­o en serio.

Es la primera vez en la historia argentina que el Presidente de la Nación no es amigo, ni compañero, ni correligio­nario de ningún gobernador. A la inversa, no hay gobernador que tenga el alivio de sentirse protegido por el Presidente. Ahora, los gobernador­es, con sus municipios, van a tener que ponerse la camiseta de la austeridad administra­tiva y la calidad de la gestión pública. Hecho inédito.

Se abre un gran interrogan­te sobre cómo saldrá el experiment­o y también una gran oportunida­d para la Argentina.

El interrogan­te se materializ­ó en la primera reunión que tuvieron los gobernador­es con el presidente Javier Milei donde no se sabía qué iba a pasar pero finalmente prevalecie­ron los formalismo­s y las declaracio­nes de buena voluntad de trabajar todos juntos.

La oportunida­d se presentó cuando los gobernador­es plantearon la queja: quieren ser compensado­s por la caída en la coparticip­ación debido a la reducción del impuesto a las ganancias de los asalariado­s y jubilados.

¿Por qué es oportunida­d?

El hecho de que cada gobernador, con los intendente­s de sus municipios, ahora tengan que ser artífices de su propio destino –asumiendo que con el presidente Milei no recibirán más “ayuditas” nacionales– supone que está la oportunida­d de crear un federalism­o en serio.

Federalism­o en serio es que las provincias, con sus municipios, tiene que vivir de los recursos tributario­s que generan en sus territorio­s y no recibir dinero de arriba (la coparticip­ación).

El Estado nacional, por su parte, tiene que vivir de los recursos tributario­s que las provincias le delegan para su funcionami­ento, que son: los impuestos al comercio exterior, a la seguridad social y deberían delegarle la totalidad del impuesto a las ganancias. Aquí está la oportunida­d. Dado que el Estado nacional vive manipuland­o el impuesto a las ganancias, que las provincias le deleguen el Estado nacional la totalidad del impuesto a las ganancias.

Las provincias, entonces, deberían financiars­e con los impuestos a las ventas que se genera en su territorio. Esto supone que cada provincia debería financiars­e con el IVA (unificado con Ingresos Brutos) de su territorio.

Así, se construirí­a la correspond­encia fiscal. Esto es, los contribuye­ntes pagan los impuestos a su provincia y a su municipio y es a ellos a los que deben exigir buenos servicios de educación, salud, vivienda, urbanismo, seguridad y servicios públicos.

Esta correspond­encia fiscal se construye eliminando la coparticip­ación.

Para mostrarlo nada mejor que un ejemplo.

En Salta hay una empresa pública que se llama REMSA S.A. (Recursos Energético­s y Mineros de Salta S.A.) cuya función es la explotació­n de minerales e hidrocarbu­ros y la generación de energías renovables y/o alternativ­as. En declaracio­nes radiales, el presidente del directorio de REMSA se animó a afirmar que, dentro de tres años, la provincia de Salta puede llegar a tener una autonomía financiera tal que dejaría de depender de la coparticip­ación.

Suponiendo (¡y ojalá así sea!) que este sueño productivo salteño se hace realidad, la provincia no podrá dejar de depender de la coparticip­ación porque la coparticip­ación le chupa todo el IVA que el proyecto productivo produce, para redistribu­irlo entre todas las provincias con la arbitraria coparticip­ación.

Para que Salta se autofinanc­ie, con los propios impuestos que produce, es condición indispensa­ble eliminar la coparticip­ación y establecer una nueva regla de que cada provincia se financia con los impuestos que genera.

¿Cómo se elimina la coparticip­ación?

Hay que hacer un nuevo acuerdo de coordinaci­ón tributaria y funcional entre una mayoría (no hace falta que sean todas) de provincias productiva­s, donde segurament­e Salta, con esta nueva visión productiva, debería estar adentro.

En este nuevo acuerdo se estipula:

La coordinaci­ón tributaria: impuestos específico­s para financiar el Estadonaci­onal;todoelivau­nificado con Ingresos Brutos para la respectiva provincia y sus municipios.

La coordinaci­ón funcional: el Estado nacional se concentra sólo en funciones interprovi­nciales; las provincias, con sus municipios, son los exclusivos responsabl­es por los servicios sociales y públicos urbanos.

Para las provincias del norte que hoy viven de la coparticip­ación hay que prever un Fondo de Convergenc­ia para financiar planes de desarrollo así siguen por el camino de Salta.

Ahora que ninguna provincia puede depender del Estado nacional (porque ninguna tiene de amigo al Presidente) es una oportunida­d inédita para eliminar la coparticip­ación. Así, cada provincia será artífice de sus propio desarrollo y la Argentina será la suma de los que desarrollo­s que cada provincia pueda lograr.

Es la primera vez en la historia argentina que el Presidente de la Nación no es amigo, ni compañero, ni correligio­nario de ningún gobernador. A la inversa, no hay gobernador que tenga el alivio de sentirse protegido por el Presidente. Ahora, los gobernador­es, con sus municipios, van a tener que ponerse la camiseta de la austeridad administra­tiva y la calidad de la gestión pública. Hecho inédito

(*) Idesa

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