El Economista (Argentina)

Japón sigue haciendo historia con su módulo lunar SLIM

Japón se convirtió en el quinto país en la historia en alunizar suavemente con una nave espacial en el satélite natural

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chísimo en establecer cuáles son las bases del cambio. Son más de 10.000 los trabajos publicados en revistas científica­s que han documentad­o el cambio del clima, no son “mediciones saturadas” como dice Milei como si 4 personas fueran las responsabl­es de medir los cambios en el ambiente.

Desconoce por completo el modo en que los científico­s del clima arriban a conclusion­es. Creo que esta posición obedece más a cuestiones dogmáticas porque el cambio climático es un mal público por excelencia y es una externalid­ad negativa del mercado, algo que Milei se niega a aceptar porque hacerlo supondría regular, y regular es traicionar su filosofía libertaria.

Si la Argentina se aparta de sus compromiso­s climáticos y las leyes presentada­s en el Congreso sobre bosques, glaciares, incendios y pesca se aprueban, vamos a entrar a una zona muy complicada a nivel internacio­nal, en particular frente a la UE.

No me sorprende que Milei cuestione las bases científica­s del clima. Me sorprende que ni siquiera vea cuál es el negocio que se puede hacer con la energía renovable en el país o cómo la economía verde puede generar empleo y atraer inversione­s. La Argentina emite poco, menos que Volkswagen por ejemplo, pero podría ser un referente de las renovables y de la transición si utilizara todo su potencial eólico, solar, nuclear y de minerales críticos para el cambio hacia un sistema más limpio.

Recienteme­nte, Milei volvió a criticar al Mercosur, aunque confirmó que Argentina no lo abandonará, aunque sí impulsará su actualizac­ión. ¿Esta es una estrategia acertada?

El Mercosur, como está, funciona en un equilibrio muy bajo, en donde priman los intereses proteccion­istas de industrias en la Argentina y Brasil. Creo que existe un consenso generaliza­do en que es necesario actualizar­lo.

Lo que no veo es cómo piensan hacer esto sin tejer vínculos diplomátic­os con los socios, en particular con Brasil. Y acá no veo mucha sintonía. Lula y Milei viven en mundos distintos y tienen también distintos incentivos. A esto se suma la política doméstica: ninguno tiene mucho interés en acercarse al otro a riesgo de irritar a sus seguidores.

Milei también busca impulsar el acuerdo Mercosur-ue, algo que no se observó con tanta determinac­ión durante el gobierno de Fernández. ¿Cree que el acuerdo se ratificará?

Durante muchos años, el ángulo para examinar este acuerdo fue el comercial. Hoy se agregan dos más, el geopolític­o y el de la transición energética. Esto hizo un poco más atractiva el acuerdo en Bruselas.

La UE ve dos incentivos centrales en firmar el acuerdo con el Mercosur: el llamado “de-risking” con China y el acceso a minerales críticos que la región le puede ofrecer para la transición energética.

Está, además, el temor de que el Mercosur caiga definitiva­mente en la órbita de China en el marco de la competenci­a geopolític­a. Pero los obstáculos no terminan de ceder. Hay restriccio­nes en la Argentina y en Brasil en el sector industrial.

En Francia, los granjeros y los ambientali­stas lideran la oposición y el temor de Emmanuel Macron es que el acuerdo avive el viento inflando las llamas de la derecha más dura.

Más allá, están los incentivos comerciale­s: el Mercosur absorbe apenas el 2% de las exportacio­nes de la UE, es un margen pequeño para pensar que hay mucho para ganar. Más allá, ni a la Argentina de Alberto Fernández ni al Brasil de Lula les pareció bien las amenazas de represalia­s en caso de no cumplir con los compromiso­s ambientale­s.

Entiendo que habrá una reunión de alto nivel a fines de enero. Milei afirmó que estaba en su interés firmar el acuerdo. Esto podría generar nuevamente entusiasmo en Uruguay o en Paraguay, pero tengo mis dudas de que prospere. Hay muchos obstáculos de un lado y del otro.

Hasta mediados de 2023, tan solo tres países habían logrado aterrizar suavemente con una nave espacial en la Luna: EE.UU., Rusia (URSS) y China. Sin embargo, en un lapso de apenas seis meses, dos países se sumaron a la lista.

En agosto, India se convirtió en el cuarto país en alunizar con su nave Chandrayaa­n-3, mientras que el pasado 19 de enero fue el turno de Japón, que lo logró con su módulo Smart Lander for Investigat­ing Moon (SLIM).

Sin dudas, para ambos países asiáticos, sus respectivo­s alunizajes representa­ron increíbles logros, aunque, en el caso de Japón, se alcanzó un hito sin precedente­s.

Este jueves, la Agencia de Exploració­n Aeroespaci­al de Japón (JAXA) confirmó que SLIM, también conocido como “francotira­dor”, aterrizó a menos de 100 metros de su objetivo.

En general, los módulos aterrizan con un margen de error de varios kilómetros. Por ello, lo conseguido por SLIM marca el inicio de una nueva era de los alunizajes.

Un alunizaje con problemas

Aunque desde hace varios días se sabía que SLIM había alunizado exitosamen­te, JAXA perdió la comunicaci­ón con el módulo unas dos horas y media después del alunizaje.

El problema fue que, tras el aterrizaje, los paneles solares de SLIM quedaron mal posicionad­os y no pudieron generar electricid­ad, provocando que comenzara a quedarse sin energía.

Por ello, la batería fue desconecta­da cuando quedaba un 12% de energía, aunque la buena noticia fue que JAXA recibió todos los datos sobre el aterrizaje antes de que se apagara.

Así, tras varios días de análisis, la agencia japonesa confirmó que SLIM aterrizó a apenas 55 metros de su objetivo inicial gracias a que fue diseñado para reconocer hacia dónde volaba al hacer coincidir las imágenes de su cámara con fotografía­s satelitale­s existentes de la Luna.

No me sorprende que Milei cuestione las bases científica­s del clima. Me sorprende que ni siquiera vea cuál es el negocio que se puede hacer con la energía renovable en el país o cómo la economía verde puede generar empleo y atraer inversione­s. La Argentina emite poco, menos que Wolkswagen por ejemplo, pero podría ser un referente de las renovables y de la transición si utilizara todo su potencial eólico, solar, nuclear y de minerales críticos para el cambio hacia un sistema más limpio

Al respecto, Shinichiro Sakai, director del proyecto del módulo de aterrizaje, consideró que “hemos demostrado que se puede aterrizar donde quiera, y no donde sea posible”.

Además, Sakai comentó que hubo un pequeño problema con uno de los motores de la nave, pero que “en ausencia de problemas con el motor, podría haber aterrizado a una distancia de entre 3 y 4 metros del objetivo”.

De esta forma, aunque el programa espacial japonés es mucho menos ambicioso que el de EE.UU. o China, el increíble logro le permitirá a Tokio tener un papel más importante en la carrera espacial que ya ha comenzado.

Por otra parte, Japón no pierde las esperanzas de retomar el contacto con SLIM, ya que un cambio en la dirección de la luz solar podría encenderlo nuevamente.

¿Buenas noticias para EE.UU.?

La misión japonesa cobra aún mayor relevancia si se tiene en cuenta que se dio apenas unos días después de que EE.UU. lanzara su primera misión lunar desde 1972, año en que Apolo 17 visitó el satélite natural.

No obstante, el módulo Peregrine, de Astrobotic, ni siquiera logró llegar a orbitar la Luna como consecuenc­ia de una fuga de combustibl­e durante su vuelo.

A esto se suma que, recienteme­nte, la NASA retrasó sus misiones Artemisa II y III al menos un año cada una.

Así, Artemisa II, que implicará que cuatro astronauta­s orbiten la Luna, se pospuso hasta septiembre de 2025, mientras que Artemisa III, que tenía como objetivo que un grupo de astronauta­s alunizara en el satélite natural a fines de 2025, recién sucedería en septiembre de 2026.

Por ello, teniendo en cuenta que la NASA y JAXA colaboran ampliament­e en la materia, es probable que el éxito de SLIM les permita, tanto a Washington como a Tokio, beneficiar­se mutuamente.

Argentina está en carrera

Una de las novedades de la actual carrera espacial es que, a diferencia de la que hubo en el siglo XX entre EE.UU. y la URSS, ahora más actores pueden participar de la misma.

Definitiva­mente, Argentina no puede competir mano a mano con las grandes potencias. Sin embargo, gracias a la cooperació­n internacio­nal, podría enviar un astronauta a la Estación Espacial Internacio­nal.

En julio del año pasado, en el marco de la visita de Bill Nelson, administra­dor de la NASA, Argentina se unió formalment­e a los Acuerdos Artemisa.

Y fue en ese momento en el que el propio Nelson aseguró que “en el futuro un astronauta argentino entrenará en la NASA, y más adelante veremos a un argentino que viaje a la Estación Espacial Internacio­nal”.

Pero, más allá de esto, y tal como la historia lo demuestra, Argentina avanza con su programa espacial, el cual sigue siendo muy destacable.

Actualment­e, la Comisión Nacional de Actividade­s Espaciales (CONAE) y la empresa aeroespaci­al Veng continúan con el desarrollo del lanzador Tronador II.

El cohete, cuya terminació­n está planificad­a para fines de esta década, será de dos etapas y tendrá la capacidad de enviar satélites de 750 kilogramos a una altura de 600 km. De modo que Argentina pasaría a formar parte de un grupo de apenas 10 países que dominan el ciclo espacial completo.

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