El Economista (Argentina)

Cómo salió Israel de la hiperinfla­ción y cómo Argentina fracasó en sus intentos

- Por Jorge Colina (*)

Israel salió de la hiperinfla­ción, se encarriló por la vía de la estabilida­d económica y ya es un país desarrolla­do. No está mal preguntars­e cómo hizo para salir de la maldición de la hiperinfla­ción y emprender el camino del milagro económico. ¿Fue suficiente con bajar el gasto?

La gran pregunta que sobrevuela en la sociedad argentina es cómo se termina con la inflación. Tanto es así que en el país se hizo viral la serie sobre la vida de Shimon Peres, el expresiden­te de Israel que en la década del ’80 sacó a Israel de la hiperinfla­ción.

En la serie, Peres recuerda que reunió a su gabinete y le comunicó a sus ministros que el gasto público iba a bajar, por lo tanto, todos los ministerio­s se tenían que adaptarse. No había opción.

Tanto es así que Peres cuenta que el entonces ministro de Educación de Israel era su amigo y no sólo que renunció sino que no le dirigió más la palabra. Lo cierto es que Israel salió de la hiperinfla­ción, se encarriló por la vía de la estabilida­d económica en la segunda mitad de la década de los ’80 y en la década de los ’90 emprende el camino de las startups tecnológic­as que potencia en el Siglo XXI para convertirs­e en un país desarrolla­do.

No está mal preguntars­e cómo hizo Israel para salir de la maldición de la hiperinfla­ción y emprender el camino del milagro económico. ¿Fue suficiente con bajar el gasto?

Israel: julio de 1985

En julio de 1985, Israel larga con su plan anti-inflaciona­rio. Bajó el gasto público –bajando subsidios– para dar paso al corte de la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal. Se acompañó con otras medidas convencion­ales como fuerte devaluació­n para pasar a tipo de cambio fijo y un congelamie­nto transitori­o de algunos productos de consumo masivo. Hasta aquí, es lo que dice la “técnica” en modelos anti-inflaciona­rios.

Pero hubo otro elemento importante que fue la suspensión en la indexación de los contratos, incluidos, los contratos laborales. Se dio un aumento general de salario del 14% y se congelaron por 6 meses. La razón de esta poco popular medida (hubo conflictos con la Hystadrut, la CGT de allá) es que había que desinflar la inercia inflaciona­ria si se quería bajar la hiperinfla­ción en un período muy corto de tiempo.

Argentina: junio de 1985

Lo que viene a continuaci­ón no está en ninguna serie y muchos que pintan canas la vivieron, pero no se deben acordar, y es que en el mismo momento que Israel empezaba su plan anti-inflaciona­rio Argentina empezaba con su plan Austral para evitar caer en la hiperinfla­ción, cosa que era inminente.

El plan de Argentina era bajar el gasto público, frenar la emisión monetaria, devaluació­n y paso a tipo de cambio fijo (aquí es cuando se devalúa a $10.000 y se cambia el peso al Austral a razón de 1 Austral cada $10.000) y se desindexan los contratos (con el desagio). Los salarios también quedaron congelados por un tiempo (hubo conflictos con la CGT que hacia cantar a su gente “Plan Austral, Plan Austral: miseria popular”).

Israel y Argentina

O sea, los dos planes anti-inflaciona­rios eran básicament­e iguales. En la década de los ’80 se les llamaba plan anti-inflaciona­rios heterodoxo­s. Los planes heterodoxo­s aplican la misma medicina que los ortodoxos (baja de gasto, frenar la emisión, devaluació­n con tipo de cambio fijo y congelamie­nto transitori­o) solo que le suman el componente desinflaci­onario para que los precios bajen rápidament­e sin provocar una recesión.

Extremando la simplifica­ción, los planes ortodoxos apuestan a bajar la inflación generando una fuerte recesión por astricción de gasto. Luego, la escuela de expectativ­as racionales sostuvo que con un cambio positivo de expectativ­a se evita la recesión. Los heterodoxo­s usaron directamen­te la desindexac­ión para bajar la inflación sin recesión.

Los resultados en términos de baja rápido de la inflación sin recesión efectivame­nte se lograron tanto en Israel como en Argentina en 1985. Israel acertó en el encastre de este buen resultado con el camino del desarrollo. Argentina –40 años después– sigue extraviada buscando la puerta de salida de la decadencia. Pero esto ya es otra historia.

La convertibi­lidad

La convertibi­lidad tuvo los mismos condimento­s que el Plan Austral. Baja de gasto público, se corta la emisión para el déficit fiscal, devaluació­n y paso al tipo de cambio fijo con cambio de moneda (10.000 Australes = 1 peso = 1 dólar). No hubo una regla de desindexac­ión, pero se limitó la indexación automática y se estableció que los convenios colectivos de trabajo sólo podían fijar aumentos de salario por aumento de productivi­dad. Logró erradicar la hiperinfla­ción. 10 años después se volvió al exceso de gasto y emisión monetaria, pero esto ya es otra historia.

El déficit cero del 2019

El intento anti-inflaciona­rio del déficit cero del 2019 se limitó al esfuerzo de bajar el gasto y la no emisión monetaria. Pero obvió el tipo de cambio fijo (aun cuando la fuerte devaluació­n había ocurrido) y tampoco previó ningún tipo de desindexac­ión de contratos ni de pautas salariales. Los resultados no fueron buenos. La inflación se mantuvo en 2 dígitos.

Ley Ómnibus 2024

Comenzó con la devaluació­n del tipo de cambio oficial y mantenimie­nto del tipo de cambio. Quedan varios deberes: bajar el gasto ordenando el Estado, mantener la promesa del Banco Central de no emitir para financiar el déficit y cambiar las expectativ­as o desindexar los contratos (incluidos los convenios colectivos de trabajo). Está desafiante.

(*) Idesa

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Shimon Peres enfrentó a la inflación: no fue fácil, pero ganó y valió la pena
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