El Economista (Argentina)

Transición energética: ganar competitiv­idad o morir en el intento

- Por Daniel Barneda

En el escenario geopolític­o imperante se impone un nuevo modelo para hacer negocios en un contexto donde el financiami­ento será muy caro para aquellos países que no apuesten a la descarboni­zación. ¿Dónde está parada Argentina y hacia dónde debe caminar?

Hace 20 años hablar de transición energética podía parecer una frase hecha o un lugar común. Aquello que se conocía como un proceso de cambio en la forma de producción, distribuci­ón y consumo de energía con el objetivo de reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernader­o (GEI) para mitigar el cambio climático, hoy llegó para quedarse.

Cuando se habla de metas a mediano y largo plazo la mirada está puesta en el año 2050. Y está claro que desde el punto de vista del nuevo mapa geopolític­o internacio­nal la guerra entre Rusia y Ucrania aceleró este proceso, en especial en Europa.

El camino hacia ese lugar parece insoslayab­le. Luciano Caratori, investigad­or del Centro de Estudios en Cambio Climático Global de la Fundación Torcuato Di Tella, aseguró que la transición energética impone un nuevo modelo para hacer negocios en un escenario donde el financiami­ento será muy caro para aquellos países que no apuesten a la descarboni­zación.

“Argentina puede ser competitiv­a en el contexto de las transaccio­nes energética­s y tiene que saber cómo aprovechar las nuevas fuentes y tecnología­s porque ser climáticam­ente competitiv­os en el mundo de hoy es clave. La opción es o mitigamos o perdemos competitiv­idad, porque la tendencia global apunta a que será cada vez más caro el financiami­ento de este tipo de proyectos para los países que no tengan definida una estrategia de descarboni­zación”, aseveró.

Desde la mirada de la mayoría de los expertos, la transición energética es un cambio en el uso de la energía, que impacta a toda la sociedad. Pero la transición no es igual a descarboni­zación. Es un aspecto muy importante, pero no el único. También implica seguridad energética, reducción de volatilida­d de la energía y eficiencia energética, entre otros conceptos.

En opinión de Caratori, Argentina no será la excepción en este entramado, donde cada país debe optimizar sus recursos y tratar de competir en este nuevo escenario.

“Las renovables no compiten directamen­te con los fósiles, sino que son complement­arias. Es un proceso gradual que va a ocurrir sí o sí. Tenemos que repensar estrategia­s para sumar las provincias que son proclives a producir hidrocarbu­ros porque las regalías representa­n una parte de su ingreso fiscal”, comentó.

Y destacó que “en la medida en que los países de destino de nuestras exportacio­nes establezca­n mecanismos de ajuste de carbono en sus fronteras, la huella de carbono de los productos que nosotros exportemos impacta directamen­te sobre nuestros exportador­es”.

La visión de Caratori no deja lugar a dudas: “Si no somos climáticam­ente competitiv­os no somos competitiv­os del todo. La buena noticia es que podemos serlo, a pesar de que efectivame­nte Argentina no tiene políticas de Estado en este terreno”.

En la actualidad China es el mayor emisor de gases de efecto invernader­o (GEI), alcanzando una participac­ión del 26% sobre las emisiones globales en 2019. Entre 2009 y 2019, las emisiones per cápita en dicho país se expandiero­n al 2,5% anual acumulativ­o, según informó la consultora Economía & Energía (E&E).

Por su parte, los países desarrolla­dos como España, Francia, Reino Unido, Alemania, Japón y EE.UU. verificaro­n una disminució­n en sus emisiones per cápita a lo largo de la última década, como resultado de los planes de mitigación instrument­ados.

El 20% de los países con mayor

En la actualidad China es el mayor emisor de gases de efecto invernader­o (GEI), alcanzando una participac­ión del 26% sobre las emisiones globales en 2019. Entre 2009 y 2019, las emisiones per cápita en dicho país se expandiero­n al 2,5% anual acumulativ­o, según informó la consultora Economía & Energía (E&E)

En el marco de la Ley Ómnibus que se debate en el Congreso, el Gobierno trabaja en la creación de un mercado de derecho de emisiones como existe en Estados Unidos y en Europa, en un nuevo esquema legal y jurídico para cumplir con los objetivos de emisiones netas absolutas de Gases Efectos Invernader­o (GEI) comprometi­dos por la Argentina en el marco del Acuerdo de París

PIB per cápita presentan un nivel de emisiones per cápita sensibleme­nte más elevado que las registrada­s en el resto de los países. De todas formas, se observa una elevada heterogene­idad en las emisiones de GEI per cápita en este conjunto de países.

De acuerdo con los datos de la consultora que dirige Nicolás Arceo, los principale­s países de América del Sur y México representa­ron el 6,2% de las emisiones globales de GEI en 2019. Brasil es el país de la región con mayor nivel de emisiones, representa­ndo el 2,2% de las emisiones globales.

En tanto, Argentina es el tercer emisor de la región y, en términos per cápita, se ubica en el primer lugar entre los países con mayores niveles de emisión de gases de efecto invernader­o (GEI).

Según los datos del Banco Mundial, Argentina emitió 375 Mmton eq. de CO2 ubicándose en el puesto 26 a nivel global. Si bien el país posee una elevada penetració­n del gas natural en su matriz energética, combustibl­e con menor nivel de emisión de CO2 que el carbón, la baja incidencia de energías sin emisión y el elevado nivel de emisiones por parte del sector agropecuar­io determinan que Argentina posea un nivel de emisiones a nivel global relativame­nte elevado.

“El compromiso de Argentina a 2030 de no exceder los 349 millones de toneladas de Co2eq. implica la necesidad de reducir el nivel de emisiones en un 5% respecto al nivel de 2018. Es una meta de difícil cumplimien­to en un contexto de recuperaci­ón del nivel de actividad económica. Por lo tanto, para alcanzar la disminució­n de GEI en línea con los compromiso­s asumidos en el marco de la mitigación del cambio climático global, se deberán instrument­ar políticas públicas articulada­s y sostenidas en el tiempo”, advirtió Arceo.

En el Plan Nacional de Transición Energética al 2030 y los Lineamient­os y Escenarios para 2050, anunciados durante el Gobierno de Alberto Fernández se estableció una hoja de ruta para alcanzar una disminució­n de las emisiones de GEI por parte del sector energético argentino.

Allí -según difundió E&E- se enunciaron tres modelos de demanda y oferta de cara al año 2050. Un primer escenario base prevé en generación una oferta del 53% de energías renovables, sin considerar generación hidráulica de más de 50 MW, con un monto de inversione­s sobre el sector energético a 2050 que alcanzaría los U$S 264.839 millones.

Otro contexto más optimista sugiere un 58% de energías renovables en materia de generación, con una producción de hidrógeno bajo en emisiones por un total de 1.540 kth2 /año y una producción de gas natural de 194 Mmm3/día. En este caso, el total de las inversione­s rondaría los U$S 301.505 millones.

Y por último una proyección más ambiciosa con un 59% de energías renovables en generación; una producción de hidrógeno bajo en emisiones por un total de 2.880 kth2 /año y una producción de gas natural que alcanzaría los 190 Mmm3/día en 2050, con inversione­s que superarían los U$S 368.000 millones.

Argentina ya dejé en claro su posición de no superar las emisiones netas de 349 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalent­e (MTCO2E) para 2030. No obstante, el país aún está lejos de alcanzar la meta del 20% de energías renovables para abastecer la demanda eléctrica.

La actual gestión de Javier Milei propone un giro en materia de transición energética. La nueva estrategia apunta a que serán las empresas las responsabl­es de reducir el nivel de emisiones de GEI en la Argentina.

Sin embargo, en el marco de la Ley Ómnibus que se debate en el Congreso, el Gobierno trabaja en la creación de un mercado de derecho de emisiones como existe en Estados Unidos y en Europa, en un nuevo esquema legal y jurídico para cumplir con los objetivos de emisiones netas absolutas de Gases Efectos Invernader­o (GEI) comprometi­dos por la Argentina en el marco del Acuerdo de París.

La intención es que el Poder Ejecutivo tenga la potestad de asignar derechos de emisión de GEI a cada sector y subsector de la economía compatible­s con el cumplimien­to de las metas de emisiones para el 2030 y sucesivas.

Según el texto del proyecto de ley, el nuevo esquema legal establece “límites de derechos de emisión de GEI, compatible­s con el objetivo comprometi­do, de cumplimien­to anual y obligatori­o para todos los sujetos del sector público y privado, de forma tal que quienes contaminan sean responsabl­es, en la medida que les correspond­a, de cumplir con las metas de emisiones comprometi­das por el país”.

Argentina puede ser competitiv­a en el contexto de las transaccio­nes energética­s y tiene que saber cómo aprovechar las nuevas fuentes y tecnología­s porque ser climáticam­ente competitiv­os en el mundo de hoy es clave. La opción es o mitigamos o perdemos competitiv­idad, porque la tendencia global apunta a que será cada vez más caro el financiami­ento de este tipo de proyectos para los países que no tengan definida una estrategia de descarboni­zación

Luciano Caratori Investigad­or del Centro de Estudios en Cambio Climático Global de la Fundación Torcuato Di Tella

Según los datos del Banco Mundial, Argentina emitió 375 Mmton eq. de CO2 ubicándose en el puesto 26 a nivel global. Si bien el país posee una elevada penetració­n del gas natural en su matriz energética, combustibl­e con menor nivel de emisión de CO2 que el carbón, la baja incidencia de energías sin emisión y el elevado nivel de emisiones por parte del sector agropecuar­io determinan que Argentina posea un nivel de emisiones a nivel global relativame­nte elevado

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