El Economista (Argentina)

Buenos Aires grande de nuevo

- Por Federico Domínguez (*)

La Ciudad es la puerta de entrada a nuestro país, por donde se canalizan muchas de las inversione­s que benefician a las provincias. Por los porteños y por todos los argentinos necesitamo­s que vuelva a ser una capital global.

Hasta los años ‘40, Buenos Aires era conocida como la “París de Latinoamér­ica” por su arquitectu­ra, su infraestru­ctura, su vibrante cultura y una vida nocturna y cultural muy activa que la asemejaban a la capital francesa.

Hoy, aunque destaca por su gastronomí­a, teatros, un corredor norte lleno de áreas verdes, barrios distintivo­s y baja tasa de homicidios, la Ciudad no alcanza el nivel de las grandes capitales europeas con las que se la comparaba.

El ingreso per cápita de los 3 millones de porteños es el doble del promedio nacional, siendo similar al de la Unión Europea. La ciudad tiene los recursos para volver a ser una gran capital global, pero para eso necesita administra­r mejor sus recursos. Actualment­e, destina el 15% del gasto público a obras públicas cuando, para lograr una transforma­ción radical, debería destinar el 50%. Esto permitiría invertir entre US$ 2.500 millones y US$ 3.000 millones al año.

¿De dónde podría salir ese dinero? En 2003, la ciudad tenía 111.721 empleados públicos; para el año 2020, tenía 197.473. Un aumento de 78%. Alrededor de 25.000 empleados correspond­en a la transferen­cia de la policía a la ciudad en 2016. Pero aun así, el aumento es desproporc­ionado.

La Ciudad debería eliminar ministerio­s, secretaría­s, gastos en la Legislatur­a y las comunas, racionaliz­ar áreas sociales y culturales, implementa­r nuevos modelos de gestión, eliminar la publicidad oficial, privatizar el Banco Ciudad y otras empresas públicas. La dotación de empleados públicos debería poder reducirse en 30-35% al mismo tiempo que se mejoran los servicios. El “no hay plata” del presidente Javier Milei llegó a todo el país, pero no así a la capital.

Transporte y espacio público

Se deberían construir 10 kilómetros de subte por año, reformular estaciones e integrar algunas líneas con el conurbano. Se podría soterrar líneas de tren para convertirl­as en subtes integrados al sistema y aprovechar su traza para generar senderos verdes. Al mismo tiempo, es necesaria una gran estación central, lo cual permitiría ir desde el sur del conurbano hasta el norte sin necesidad de cambiar de tren.

Algunas líneas de Metrobus podrían ser convertida­s en tranvías, los cuales son menos ruidosos y permiten transporta­r más pasajeros.

En términos de espacios públicos hay muchas zonas subutiliza­das que podrían ser reconverti­das en parques y lagos. Por ejemplo, se podría reducir el tamaño del Cementerio de la Chacarita.

Esto permitiría crear uno de los parques más grandes de la ciudad, que sería un pulmón verde para los barrios de Chacarita, Villa Ortúzar, Villa Crespo, La Paternal y Palermo Hollywood.

Playas de estacionam­iento públicas y privadas podrían ser subterráne­as para construir parques sobre ellas, lo mismo que subestacio­nes eléctricas. Terrenos ferroviari­os en desuso y terrenos donde funcionan edificios del ejército podrían convertir sus jardines o playas de estacionam­iento en espacios públicos.

+d En términos de residuos, toda la ciudad debería contar con contenedor­es subterráne­os, como hay en el centro porteño. Esto permitiría reducir la frecuencia de recolecció­n. Adicionalm­ente, la ciudad podría incinerar sus residuos. Por ejemplo, la ciudad de París tiene una planta de incineraci­ón a solo 40 cuadras de la Torre Eiffel, la cual produce energía para 80.000 personas y opera bajo estrictos estándares ambientale­s.

Esta planta procesa los residuos de 1,5 millones de habitantes.

Educación y salud

En términos de educación, se podrían implementa­r las escuelas charters. Son colegios de gestión privada (con o sin fines de lucro) que reciben financiaci­ón por cada estudiante. Estos colegios tienen libertad para contratar profesores, flexibilid­ad para diseñar sus programas académicos y definir los métodos de enseñanza. El Estado se mete poco en la educación; lo que exige es que los alumnos aprueben el examen estandariz­ado que les permite pasar de grado. El nivel de libertad es la gran diferencia que les permite ofrecer una educación de calidad superior. En los países donde se han implementa­do, han demostrado ser muy exitosas.

Por el lado de la salud, según el censo del 2022, el 81,5% de los porteños tienen obra social o prepaga. Por lo que mantener una extensa red de hospitales públicos carece de sentido. Es muy importante seguir dotando de recursos al sistema de emergencia­s SAME y trabajar en su articulaci­ón con el sistema privado de salud. Para los porteños que no tienen cobertura, se podría instrument­ar un subsidio para que accedan a una prepaga u obra social.

Barrios de emergencia

Aproximada­mente el 50% de quienes viven en las villas porteñas son extranjero­s. Y la población total creció fuertement­e en los últimos 20 años. Sus habitantes son en su mayoría personas trabajador­as que en muchos casos no cuentan con las garantías para alquilar en otras zonas. El estatus legal de la mayoría de estos terrenos, pertenecie­ntes a la ciudad, la nación o privados, es de usurpación. Gran parte de los asesinatos, delincuenc­ia y venta de drogas en la ciudad proviene de estos barrios de emergencia.

La Ciudad debería eliminar todos sus barrios de emergencia y destinar parte de su superficie a desarrollo­s inmobiliar­ios privados y el resto a espacios verdes. Lo que ya se encuentra urbanizado se debe mantener, pero las construcci­ones precarias e ilegales deben ser demolidas y sus habitantes recibir un subsidio por relocaliza­ción. Eliminar la Villa 31 junto con el traslado del puerto de Buenos Aires permitiría integrar la Ciudad al río.

Buenos Aires grande de nuevo

Los sucesivos gobiernos de la Ciudad se limitaron a administra­r lo existente, pero nunca se planteó una transforma­ción profunda de Buenos Aires.

El problema es que Buenos Aires siempre fue vista como una plataforma política. Ningún intendente quiso pagar el costo político de un ajuste en la cantidad de empleados públicos, ni enfrentar a los sindicatos docentes. Todo esto es políticame­nte impopular y no coincide con un proyecto presidenci­al, como suelen tener los intendente­s porteños. Una gestión “estética” no es suficiente para transforma­r Buenos Aires.

La Ciudad es la puerta de entrada a nuestro país, por donde se canalizan muchas de las inversione­s que benefician a las provincias. Por los porteños y por todos los argentinos necesitamo­s que vuelva a ser una capital global.

Los sucesivos gobiernos de la Ciudad se limitaron a administra­r lo existente, pero nunca se planteó una transforma­ción profunda de Buenos Aires. El problema es que Buenos Aires siempre fue vista como una plataforma política. Ningún intendente quiso pagar el costo político de un ajuste en la cantidad de empleados públicos, ni enfrentar a los sindicatos docentes. Todo esto es políticame­nte impopular y no coincide con un proyecto presidenci­al, como suelen tener los intendente­s porteños. Una gestión “estética” no es suficiente para transforma­r Buenos Aires

(*) Emprendedo­r, asesor financiero y del sector de tecnología. Socio de la empresa Pampa Capital y autor de los libros “La Rebelión de los Pandemials” y “Argentina hiper-acelerada”

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