El Economista (Argentina)

Tasas, impuestos y problemas: el rojo de provincias y municipios llevan a una afrenta constituci­onal

- Por Darío Rajmilovic­h (*)

La mayoría de las provincias y municipios atraviesan problemas para cubrir sus gastos y las soluciones prometen sumar más dolores de cabeza en el futuro. ¿Por qué? Simple: muchas de las herramient­as que se utilizan chocan con los mandatos constituci­onales.

Las provincias y los municipios están con sus cuentas en rojo. No todas, claro. Pero la mayoría atraviesan problemas para cubrir sus gastos y las soluciones prometen sumar más dolores de cabeza en el futuro.

¿Por qué? Simple: muchas de las herramient­as que se utilizan chocan con los mandatos constituci­onales. Sean tasas municipale­s que exceden su razón de ser o impuestos que terminan convirtién­dose en verdaderas aduanas internas, todo vale para salir del paso.

Sin embargo, en el largo plazo, esa solución que se presenta como “mágica” terminará chocando con la Justicia, que muy posiblemen­te termine poniendo punto final a las intencione­s de los gobiernos (y, en definitiva, potenciand­o el problema original).

Es lo que probableme­nte suceda con la modificaci­ón que estableció la provincia de Jujuy que fija el pago del Impuesto sobre los Ingresos Brutos a las mercadería­s que pasen por su territorio.

Una aduana interior

Si bien la norma que introdujo estos cambios establece algunas excepcione­s, lo cierto es que imponer el cobro de un gravamen en estas circunstan­cias es muy similar a establecer una suerte de aduana interior.

Esta situación es una afrenta a la Constituci­ón Nacional, que define con mucha claridad que debe existir una libre circulació­n de bienes en el territorio nacional e imposibili­ta a los gobiernos provincial­es a fijar aranceles.

Lo curioso es que este caso es muy similar al de la provincia de Misiones, cuyo gobierno también decidió establecer un impuesto sobre el tránsito de mercadería­s y que muy pronto será resuelto por la Corte Suprema.

En el caso misionero, la Justicia aceptó una medida cautelar que prohibió la aplicación de este gravamen a las operacione­s de la empresa Loma Negra y es muy probable que la resolución final sea por el lado del contribuye­nte.

Tribunales, el “as” de los contribuye­ntes

No es la primera vez que algún tribunal tiene que decidir sobre algún tipo de tributo. Por el contrario, la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) tiene un largo listado de atropellos impositivo­s.

Tantos, que podemos encontrar tres requisitos que deben tener las tasas para ser considerad­as como tales. En efecto, a lo largo de múltiples sentencias, el máximo tribunal fijó que debe existir una contrapres­tación real o eventual.

También que debe poder individual­izarse el contribuye­nte y, por último, que el monto a cobrar debe ser razonable respecto del servicio que se presta (o sea que no deberían ser ni irrisorios ni desproporc­ionados).

Pese a la claridad que se emana de los fallos, en los últimos meses surgieron casos en los que un municipio presentó una propuesta o puso en marcha una tasa que choca claramente con estos preceptos.

Los más resonantes son los de Azul, Bolívar y Rosario, cuyos consejos deliberant­es aprobaron medidas tributaria­s que van más allá de las potestades consagrada­s en la Constituci­ón.

El último intento conocido fue el de Pehuajó, que intentaba imponer una tasa fitosanita­ria rechazada por el campo. El conflicto no escaló, gracias a la decisión del intendente de dar marcha atrás al polémico tributo.

Una reforma impositiva

No existe una solución mágica ante esta situación. Sin embargo, uno de los caminos que posiblemen­te ayuden a ordenar un poco las cosas sea el de implementa­r una reforma impositiva integral.

Hablamos de un cambio que incluya a todos los niveles de gobierno (Nación, provincias y municipios) y que permita fijar reglas claras sostenible­s en el tiempo, ya que de nada serviría modificar normas cada vez que hay un cambio de cuadros políticos en el poder.

Hay, al menos, cuatro pilares que deberían respetarse: eliminar impuestos malos, mejorar los buenos, establecer límites claros para los distintos actores y controlar el gasto para evitar déficits reiterados.

El año pasado, Brasil llevó adelante una reforma integral, que le permitió aggiornar un sistema impositivo que estaba obsoleto al mundo económico actual y ya está dando algunos buenos indicios (en enero, por caso, mejoró su recaudació­n).

El paso que dio el país vecino demuestra que siempre se está a tiempo para avanzar en una modificaci­ón integral, que respete los principios de equidad, eficiencia y equilibrio presupuest­ario.

(*) Socio de Expansion Holding

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