El Economista (Argentina)

¿Ponemos las manos en el fuego por las opiniones políticas que expresamos?

- Por Diego Mariño Fages (*)

Las opiniones que expresamos sobre cualquier tema responden a diferentes motivacion­es. Estas pueden ser la presión social (quizás es más cool pensar de cierta manera), evitar responsabi­lizarse por acciones pasadas (“yo no lo vote”) o porque nos afecta el bolsillo, entre otras.

Las opiniones que expresamos sobre cualquier tema responden a diferentes motivacion­es. Estas pueden ser la presión social (quizás es más cool pensar de una u otra manera), evitar responsabi­lizarse por acciones pasadas (“yo no lo vote”) o porque nos afecta el bolsillo (no es casualidad que los más ricos son los que están más en desacuerdo con las medidas redistribu­tivas), entre otras.

Considerá este ejercicio mental. Imaginá que volvemos el tiempo atrás y hoy es el 21 de octubre de 2023 y todavía no sabes quién va a ganar las elecciones presidenci­ales de mañana (el ballotage del 22 de octubre). Imaginá que te pregunto cuál pensás que será la inflación del mes de marzo de 2024 si gana Javier Milei y cuál será la inflación en el mismo período si gana Sergio Massa. Anotálas. Ahora imagínate que te hago las mismas preguntas, pero te digo que si las acertás te ganas un viaje al Caribe. ¿Dirías los mismos números? Probableme­nte no (bueno vos sí, pero probableme­nte tu vecino no).

En economía nos gusta estudiar el comportami­ento promedio de la gente. Por eso, para estar seguros, llevamos a cabo un experiment­o con estudiante­s y ex estudiante­s de ciencias económicas de la Universida­d Nacional del Nordeste. Aprovecho para agradecer el apoyo proporcion­ado por la decana Moira Carrió y su equipo, en particular Patricio González y Hernán Romero, y el financiami­ento de la Universida­d de Durham en Reino Unido.

El premio en el estudio es un poco más modesto que un viaje al Caribe, pero la idea es la misma. La importanci­a del premio es el equivalent­e a preguntart­e si pondrías las manos en el fuego por tus respuestas, pero como no queríamos quemar a nadie, decidimos usar un premio.

El equivalent­e a quemarse sería perder la posibilida­d de obtener el premio, ya que para obtenerlo el participan­te tiene que maximizar la probabilid­ad de que su respuesta sea la correcta. Y para eso le conviene olvidarse de “bancar” a su candidato. Esta es una de las ideas fundamenta­les en economía del comportami­ento. Los incentivos influyen a las motivacion­es de las personas y en este caso queremos motivarlas a decir lo que verdaderam­ente creen. Así podemos comparar un grupo que contesta diciendo lo que quiere con un grupo que contesta diciendo lo que “verdaderam­ente cree”.

Una hipótesis razonable es que cuando el viaje al Caribe está en juego, los simpatizan­tes de Massa responderí­an con una inflación más alta para Massa y una menor para Milei, y viceversa para los simpatizan­tes de Milei. En ciencias políticas esto se llama razonamien­to motivado (motivated reasoning en inglés).

¿Qué dicen los resultados del estudio? Encontramo­s evidencia de razonamien­to motivado en las prediccion­es de inflación, desempleo y el valor del dólar para todos los grupos. Es decir, no importa si sabés mucho o poco de economía, ni quien es tu candidato preferido.

En el experiment­o también pedimos a los participan­tes que hagan prediccion­es sobre otras cosas incluyendo el fútbol. Sorprenden­temente, no encontramo­s un efecto significat­ivo para este último, lo que implica que, o está muy claro quién es el mejor equipo actual (que por mis propios sesgos me niego a mencionar), o que la pasión es más fuerte en la política que en el fútbol.

Chocolate por la noticia, si no hay costo la gente miente para defender sus creencias. El problema es que esto tiene consecuenc­ias.

En primer lugar, éste es uno de los motivos que acentúan la famosa “grieta”. Un estudio en Estados Unidos hizo un experiment­o similar donde les daban titulares de noticias a los participan­tes y les pedían que las clasifique­n en verdaderas o falsas. Estos investigad­ores encontraro­n que la gente tiende a clasificar como verdaderas a las noticias que benefician a su partido y como falsas a las que no (y lo contrario con las que benefician o perjudican al otro partido).

Ambos sesgos disminuyen cuando hay plata en juego. Esto es algo muy malo porque significa que la gente anda por la vida esparciend­o noticias falsas y es tan prevalente que existen paginas como www. chequeado.com que intentan verificar la veracidad de las mismas.

Es importante destacar que las diferencia­s entre las prediccion­es no se cierran completame­nte con el incentivo. ¡Quizás porque el premio no alcanza para ir al Caribe! Pero más probableme­nte sea porque existen diferencia­s verdaderas entre las creencias de los votantes. Quizás los votantes de Massa de verdad piensan que Massa podría controlar la inflación de manera más exitosa que Milei, y viceversa.

¿Por qué es importante cuantifica­r esta diferencia? Si la diferencia se cerrara completame­nte, sería preocupant­e. Esto significar­ía que la gente solo defiende a su candidato sin importar lo que verdaderam­ente cree, y que en definitiva todo es humo.

La formación de expectativ­as es un elemento central en la economía. Es una de las razones que generan la inercia en la inflación. En otras palabras, incluso cuando paremos de emitir pesos, si la gente pensara que los precios van a seguir subiendo, ellos mismos van a hacer que la inflación persista.

¿Pero por qué es un costo que la gente tenga diferentes expectativ­as? La razón es que casi todas las decisiones importante­s

La formación de expectativ­as es un elemento central en la economía. Es una de las razones que generan la inercia en la inflación. En otras palabras, incluso cuando paremos de emitir pesos, si la gente pensara que los precios van a seguir subiendo, ellos mismos van a hacer que la inflación persista

que tomamos día a día están basadas en expectativ­as.

Cuando elegimos un trabajo tenemos en cuenta, entre otras cosas, nuestras expectativ­as de seguridad del puesto y las posibilida­des de progreso. Si pensáramos que la economía sería muy inestable en los próximos años, quizás pondríamos más peso en la seguridad laboral. Si pensáramos que la economía sería dinámica quizás pondríamos más peso en la posibilida­d de ascender.

El problema es peor cuando pensamos en interaccio­nes entre personas. Imaginá que querés tomar un préstamo de un amigo, pero vos y tu amigo tienen distintas creencias sobre la inflación futura. Si la diferencia entre sus creencias es muy grande quizás la transacció­n no se pueda llevar a cabo. Estas trabas para las transaccio­nes dañan la economía.

Uno de los desafíos para la Argentina es que podamos cerrar al menos parte de esta grieta en nuestras prediccion­es para el futuro.

(*) Durham University

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