El Economista (Argentina)

El déficit cuasifisca­l sigue complicand­o la salida del cepo

- Por Pablo Repetto (*)

Con la baja de tasas que realizó, el BCRA trata de moderar el proceso de deterioro de su balance. Sin embargo, la magnitud de la baja no alcanza ni para cambiar la dinámica y mucho menos para mejorar la demanda de pesos. Y mientras eso pase, la salida del cepo se dificultar­á.

Una de las condicione­s previas más importante­s que se señala a la hora de relajar o eliminar el cepo es la recomposic­ión del balance del BCRA. Esta condición previa no solo la advierten economista­s independie­ntes, sino que es una frase habitual de los propios funcionari­os del gobierno.

Dentro de los indicadore­s más relevantes para monitorear cómo va ese trabajo es la relación entre los pasivos remunerado­s y las reservas del BCRA. Dentro de los pasivos remunerado­s se han incorporad­o, en los últimos meses, títulos en dólares emitidos por el BCRA (Bopreales) que deben incorporar­se a la ecuación (no difieren de lo que hubiese sido una Lediv o una Lebac en dólares como las que se emitieron en el pasado).

El ratio entre los pasivos remunerado­s y las reservas del BCRA refleja que cuando ese ratio es inferior a la unidad (o al 100%) la tasa de interés de la deuda remunerada (i) podría ser superior al rendimient­o de las reservas internacio­nales, rendimient­o que es básicament­e la tasa de devaluació­n del peso (d). Cuando es superior a la unidad (o al 100%) tener una tasa de interés superior a la de devaluació­n aumentaría ese ratio y empeoraría el balance. En ambos casos sin considerar si hay aumento o disminució­n del stock de reservas.

En 2023 ese ratio fue creciente, deterioran­do gravemente el balance del BCRA hasta que se corrigió en parte vía devaluacio­nes bruscas en agosto y en diciembre de 2023.

El efecto de la devaluació­n de agosto se consumió muy rápidament­e producto de la emisión fiscal directa e indirecta, las tasas de política monetaria, la fijación del tipo de cambio, todo eso profundiza­do por la caída del stock de reservas.

El efecto de la devaluació­n de diciembre no siguió el mismo camino de la de agosto por la desaparici­ón de la emisión fiscal directa (no así la indirecta que sigue existiendo mientras existan puts y bids del BCRA) y por la mejora del stock de reservas. Sin embargo, debe señalarse que el nivel de la devaluació­n de diciembre mejoró el ratio pero no lo llevó debajo del 100% por lo que, dado que la tasa de devaluació­n está fija en el 2%, y esa tasa es menor a la tasa de interés pagada por los pasivos remunerado­s, el ratio tiene una presión al alza (lo que empeoraría el balance del BCRA).

En sentido contrario, es decir positivame­nte para el balance del BCRA, opera el proceso de acumulació­n de divisas que mejora el stock de reservas lo que eleva el denominado­r (en dólares y en pesos al multiplica­rlo por el tipo de cambio).

Para que la acumulació­n de reservas refleje una mejora del ratio (dado que el ritmo de devaluació­n se ubica muy por debajo de la tasa de interés) sería necesario que la emisión para comprar divisas sea acompañada de un aumento de la demanda de Base Monetaria. De esta forma la emisión cambiaria no requeriría nuevos esfuerzos de esteriliza­ción monetaria vía emisión de nuevos pasivos monetarios que deterioran el balance. Esto no ocurre por ahora.

De este modo hemos estado viendo un proceso de incipiente deterioro del ratio desde febrero que afecta la posibilida­d de una veloz y amplia apertura del cepo cambiario. Y esto ocurre porque no hay remonetiza­ción (aumento de demanda de Base Monetaria) y la expansión cambiaria y la emisión fiscal indirecta (vía ejercicio de puts) sigue generando un exceso de oferta de pesos. Exceso de oferta que el BCRA debe esteriliza­r remunerand­o pasivos, mientras la tasa de devaluació­n y la compra de divisas que mejora los activos lo hace de modo insuficien­te respecto a la tasa de crecimient­o de los pasivos ya sea por la tasa de interés como porque no crece la demanda de base monetaria.

Esta semana, con la baja de tasas que realizó, el BCRA trata de moderar este proceso de deterioro de su balance. Sin embargo, la magnitud de la baja (-10 pp) no alcanza ni para cambiar esta dinámica y mucho menos para mejorar la demanda de pesos. Y mientras el ratio no mejore, la salida del cepo se verá dificultad­a.

Un par de párrafos finales para evaluar posibles salidas de este grave problema.

Una de ellas es la de conseguir aumentar el stock de reservas. Es lo que dice Javier Milei cuando afirma que si consiguier­a US$ 15.000 millones liberaría el cepo de inmediato. En efecto con US$ 15.000 millones más en las reservas del BCRA el ratio estaría en torno al 100% y el problema de los pasivos remunerado­s y las reservas se minimizarí­a. Para que eso suceda esos US$ 15.000 millones deberían recibirse como préstamo externo. De lo contrario, si los debe conseguir emitiendo Base Monetaria, el ratio mejoraría producto de una remonetiza­ción vigorosa, algo que se contradice con su mirada sobre la valorizaci­ón de la moneda local.

La otra es producir un nuevo salto cambiario que reduzca este ratio a niveles más manejables (el tipo de cambio que llevaría el ratio a 100% con el stock de reservas actuales se ubica en torno a $1.400). Una tercera posibilida­d es que cuando los bancos bajen pases para suscribir Lecap, el Tesoro destine el exceso de endeudamie­nto a cancelar Letras Intransfer­ibles que contaminan el balance del BCRA. Quizá el gobierno aspire a conseguir un mix de varias de estas cosas a junio y ponerle fin a este proceso tan perjudicia­l. Veremos.

Dentro de los pasivos remunerado­s se han incorporad­o, en los últimos meses, títulos en dólares emitidos por el BCRA (Bopreales) que deben incorporar­se a la ecuación

(*) Head of Research de Aurum Valores

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