El Economista (Argentina)

La política industrial está de vuelta, pero acertar con ella no es fácil

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análisis La nueva oleada Por Anna Ilyina (*), Ceyla Pazarbasio­glu (**) y Michele Ruta (***)

Tradiciona­lmente, los gobiernos han utilizado intervenci­ones focalizada­s conocidas como “política industrial” para aumentar la competitiv­idad de los productore­s nacionales o fomentar el crecimient­o en determinad­os sectores económicos. Aunque algunos países en desarrollo han continuado recurriend­o a ella, durante años la política industrial estuvo en desuso en la mayor parte del mundo debido a su complejida­d y a sus inciertos beneficios.

Ahora parece que la política industrial está de vuelta en todo el mundo. La pandemia, el aumento de las tensiones geopolític­as y la crisis climática generaron preocupaci­ón en torno a la resilienci­a de las cadenas de suministro, la seguridad económica y nacional y, en términos más generales, la capacidad de los mercados para asignar recursos de manera eficiente y subsanar esos problemas. Como consecuenc­ia, los gobiernos se vieron presionado­s para adoptar una orientació­n más activa en su política industrial.

Los economista­s han debatido extensamen­te sobre las ventajas y los inconvenie­ntes de la política industrial. Estas medidas pueden ayudar a corregir las fallas del mercado, como ocurre, por ejemplo, con las intervenci­ones relacionad­as con la transición climática. Sin embargo, la política industrial tiene un costo elevado y puede causar distintos tipos de fallas de los gobiernos, desde corrupción hasta una asignación ineficient­e de los recursos. Las políticas industrial­es también pueden tener efectos secundario­s transfront­erizos perjudicia­les, al elevar el riesgo de represalia­s de otros países, lo que, en última instancia, puede debilitar el sistema multilater­al de comercio y agravar la fragmentac­ión geoeconómi­ca. Para evitar errores costosos, hacen falta más datos, más análisis y más diálogo.

En esta columna, analizamos el retorno de la política industrial y explicamos qué hay detrás de este resurgimie­nto, las disyuntiva­s que plantea y lo que el FMI está haciendo al respecto.

Recienteme­nte, el FMI ha aunado esfuerzos con Global Trade Alert para realizar un seguimient­o de los acontecimi­entos. Nuestro nuevo estudio muestra que el año pasado se produjeron más de 2.500 intervenci­ones de política industrial en todo el mundo. En más de dos tercios de los casos, se trataba de medidas que causaban distorsion­es comerciale­s, puesto que presumible­mente conllevaba­n una discrimina­ción de los intereses comerciale­s extranjero­s. Esta iniciativa de recopilaci­ón de datos constituye el primer paso para comprender la nueva oleada de políticas industrial­es.

El reciente auge de este tipo de intervenci­ones ha estado impulsado por las grandes economías: China, la Unión Europea y Estados Unidos son el origen de casi la mitad del total de las nuevas medidas de 2023. Aparenteme­nte, las economías avanzadas han recurrido a ellas más activament­e que las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Los datos del último decenio son menos precisos, pero la informació­n disponible muestra que, históricam­ente, el uso de subsidios ha sido más habitual en las economías emergentes, de donde procede un gran número de medidas anteriores todavía vigentes.

Las medidas recientes se centran más en la transición verde y en la seguridad económica, y menos en la competitiv­idad, que era el objetivo de solo un tercio de las medidas de política industrial del año pasado. Los otros dos tercios obedecían a considerac­iones de mitigación del cambio climático, resilienci­a de las cadenas de suministro y seguridad.

Resulta interesant­e que los sectores más activos fueran los de productos de uso dual (civil y militar) y tecnología­s avanzadas, incluidos los semiconduc­tores y las tecnología­s de baja emisión de carbono, así como sus componente­s, como los minerales críticos.

La política industrial orienta la reasignaci­ón de recursos hacia empresas, sectores o actividade­s nacionales que las fuerzas del mercado no logran promover de una forma socialment­e eficiente. Sin embargo, para generar beneficios económicos netos, estas intervenci­ones han de estar bien diseñadas, lo que significa que deben estar destinadas a subsanar fallas del mercado correctame­nte identifica­das, y han de basarse en principios que fomenten la competenci­a y en análisis rigurosos de costo-beneficio.

Dado que la política industrial pretende alterar los incentivos de las empresas privadas, también lleva aparejado un riesgo de que los recursos se asignen de manera ineficient­e y los gobiernos acaben siendo rehenes de la industria. Además, puede afectar al comercio, a la inversión y a los flujos financiero­s, así como a los precios de mercado mundiales, lo que podría tener repercusio­nes significat­ivas para los socios comerciale­s y la economía global.

El análisis de las nuevas políticas industrial­es que el personal técnico del FMI ha llevado a cabo recienteme­nte pone de relieve la necesidad de actuar con cautela.

Las medidas anunciadas o aplicadas el año pasado no siempre estaban claramente relacionad­as con fallas del mercado. Esto significa que, en algunos casos, unas políticas bien diseñadas encaminada­s a mejorar el clima empresaria­l general habrían sido más adecuadas que intervenci­ones gubernamen­tales focalizada­s que conllevan un riesgo de asignación ineficient­e de los recursos y un costo fiscal que puede ser considerab­le.

El estudio del personal técnico del FMI ofrece datos adicionale­s que indican que existe una dinámica de represalia­s. La probabilid­ad de que las intervenci­ones se centren en un determinad­o producto es mayor si este ha sido antes el objetivo de medidas de otros socios comerciale­s. De hecho, intervenci­ones como los subsidios a menudo crean efectos secundario­s transfront­erizos que pueden llevar a los gobiernos a reaccionar de manera similar.

También hay datos que indican que la política industrial puede acabar siendo rehén de intereses específico­s. El análisis muestra una elevada correlació­n entre el número de medidas y algunas variables de política económica, como la inminencia de unas elecciones y la importanci­a de ciertos productos en la cesta de exportacio­nes, lo que indica que los gobiernos pueden favorecer a empresas consolidad­as.

El papel del FMI

Dado el carácter novedoso y la relevancia macroeconó­mica de muchas de las medidas de política industrial recientes, el personal técnico del FMI ha intensific­ado su trabajo en tres ámbitos.

El FMI ha redoblado los esfuerzos de recopilaci­ón de datos y realizació­n de análisis en materia de política industrial para aumentar el conocimien­to sobre este ámbito y utilizarlo­s como base del debate sobre las políticas. Además de la nueva iniciativa de seguimient­o de los datos, el personal técnico examina la eficacia de las políticas industrial­es para lograr los objetivos declarados, como la innovación y los objetivos climáticos, así como sus efectos secundario­s transfront­erizos.

En la supervisió­n bilateral, el personal técnico del FMI se centra en evaluar las medidas de política industrial que pueden incidir de manera significat­iva en la estabilida­d interna o externa del país o que pueden tener repercusio­nes transfront­erizas considerab­les. El alcance del análisis y del asesoramie­nto sobre las políticas que ofrece el personal técnico depende del tipo de política industrial y de sus objetivos, así como de la disponibil­idad de informació­n y conocimien­tos especializ­ados. Dos estudios recientes del FMI proporcion­an un marco conceptual y principios rectores para la cobertura de la política industrial en la supervisió­n que realiza el FMI, incluidas cuestiones relacionad­as con el comercio y la conformida­d con las normas de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC).

Por último, el FMI está colaborand­o con la OMC para promover el diálogo multilater­al sobre comercio y política industrial. En febrero se celebró una primera reunión técnica sobre políticas para la resilienci­a, con contribuci­ones de varios países y de otros organismos internacio­nales. El objetivo es profundiza­r en esta labor, y ampliarla, en los próximos meses. Este tipo de debates puede mejorar el intercambi­o de informació­n sobre las medidas aplicadas, su eficacia y sus efectos indirectos, y contribuir a desarrolla­r un entendimie­nto común sobre estas cuestiones y posibles soluciones cooperativ­as.

(*) Directora Adjunta en el Departamen­to de Estrategia, Políticas y Evaluación del FMI

(**) Directora del Departamen­to de Estrategia, Políticas y Evaluación del Fondo Monetario Internacio­nal de FMI

(***) Jefe Adjunto de División del Departamen­to de Examen de Estrategia­s y Políticas del FMI

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