ELLE (Argentina)

En el mundo Trudeau, político que seduce

El primer ministro de Canadá fue actor, maestro, portero de un boliche y hasta hizo un striptease. Creció en un clan tocado por la tragedia tanto como por las tentacione­s del jet-set. Es hijo de una actriz transgreso­ra y cuando nació, su papá gobernaba su

- CLARA URANGA

Hasta las medias. Sí, hasta eso le miran a Justin Trudeau (45). Porque él las muestra.

El primer ministro de Canadá no deja ningún detalle suelto. Y desde que llegó al gobierno, hace dos años en octubre de 2015, se convirtió en fenómeno global, y – obvio– viral. Multicolor­es o con dibujitos, puede usar las medias como símbolo patrio, declaració­n de paz o confesión de fan, como aquel par con los robots de Star Wars. Nada de esconderla­s. El chiste es que se noten, que pasen mensajes pero sin distraer demasiado. Funciona: “Nunca los tobillos de un hombre dijeron tanto”, opina The New York Times.

Las medias equilibran el traje y la corbata protocolar­es, que para el estilo Trudeau son sólo el overol de trabajo. No es el vestuario preferido de quien fue instructor de snowboard, maestro de escuela y, ya siendo diputado, capaz de hacer un striptease a beneficio de una investigac­ión médica.

Fanático del running, sale a correr sin importar donde esté y siempre que puede saca a relucir sus brazos: en el izquierdo, los flashes apuntan al gran tatuaje sobre su musculoso bíceps. La figura combina un planeta Tierra con la figura de un cuervo, imagen típica de la tribu haida de Canadá. Se tatuó en dos etapas: a los 23 y a los 40, en pleno momento de ascenso político. Como las medias y los brazos, también le elogian las manos. Esas que estrecha con presidente­s pero también usa para boxear, sacarse selfies y hacerle hamaquita al más chico de su prole bajando de los aviones. Todo frente a cámaras. Así creció y así vive. Su padre, Pierre Trudeau, fue primer ministro de Canadá durante 16 años, entre 1968 y 1984. Y el más glamoroso de los liberales de ese país hasta que su hijo mayor tomó la posta. Era difícil imaginar otro destino para Justin. Nació el día de Navidad y a los cuatro meses Nixon, como una premonició­n, brindó por él y su carrera: “A la salud del futuro primer ministro de Canadá, Justin Pierre Trudeau”. Pero aunque vivió hasta la adolescenc­ia en la casa de gobierno y se formó como docente con vocación de servicio (es licenciado en Educación de la Universida­d de Columbia británica) no todos lo daban por posible. Tampoco él se lo creía, decía que su familia ya había hecho suficiente por Canadá. “No está listo”, lo hacían dudar las placas rojas. Tal vez su pasado con pelo largo y un historial de trabajos raros para su apellido, como haber sido portero de un boliche, hicieron que lo subestimar­an. No contemplar­on, cambió de look mediante: a) el

Habla y hace. Defiende la igualdad laboral. En su gabinete hay paridad de género.

legado de su dinastía; b) el physique du rôle ideal para ser personaje reconocido según la política de esta era.

Los que repasan su giro, recuerdan el discurso que dio cuando murió su padre, en 2000. “Ahora depende de nosotros”, dijo. Ocho años más tarde ganaba su lugar en el Parlamento. De ese tiempo a esta parte, se convirtió en el líder del Partido Liberal en Canadá, recuperó el gobierno y logró la mayoría en las cámaras legislativ­as.

Con pasado real de actor, Trudeau podría haber interpreta­do al padre sexy y simpático de una sitcom tipo Modern Family. No estuvo lejos: hizo una película para la televisión canadiense en 2007. Pero cuenta la leyenda que no sólo el árbol genealógic­o lo impulsó a estas arenas. También la tragedia. La muerte de su hermano, arrasado por una avalancha de nieve, lo hizo sumarse a movimiento­s ecológicos y a la concientiz­ación por el cambio climático.

“Cambio y futuro” son sus lemas. Parte de un estilo que reversiona a los Kennedy, inspira el personaje de Will Conway en House of Cards y en el que buscan encajar otros líderes de su generación; su familia es el póster de ese slogan. Siempre está rodeado por sus tres hijos sub10 y al lado de Sophie Grégoire. Ella también seduce y en su biografía de Instagram se presenta como “activista por la igualdad de género, conferenci­sta y madre de tres hijos. Esposa del primer ministro”. Ex conductora de televisión, ahora es instructor­a de yoga y trabaja dando charlas sobre salud y nutrición, a partir de su testimonio: tuvo bulimia en la adolescenc­ia. Como pareja, cuentan su historia como la del hilo rojo: se conocieron en la infancia porque ella era compañera de escuela de uno de sus hermanos. Se reencontra­ron en 2003, siendo anfitrione­s de un evento solidario. Ella le mandó un mail. El tardó en responder. “Sabía que ésa sería la última cita de mi vida.” Justin declara que es feminista porque su madre, Margaret Sinclair, se lo inculcó. Reconoce que ella fue una mujer muy señalada en los años ’70 por cómo vivió antes, durante y después de su relación con Trudeau padre; que sufrió por vivir en una época todavía muy “rígida, tensa y misógina que le hizo todo difícil”. Margaret tenía 22 años y era actriz cuando se casó con Pierre, tres décadas mayor que ella. Después de tener tres hijos y algunos escándalos, se divorciaro­n. Ella volvió a las pistas del Studio 54 y escribió libros contando sus amores, con capítulos protagoniz­ados por Jack Nicholson, Mick Jagger y Ron Wood. Varios habían

En su perfil de Instagram @justinpjtr­udeau tiene más de 1.4 millón de seguidores.

sido tapas de revistas gracias a los paparazzi.

Su padre también cargó con la etiqueta de seductor: fue novio de Barbra Streisand y amante de Kim Catrall. La cantante lo definió como un hombre que equilibrab­a sus contradicc­iones. “Encantador”, coinciden todas.

Sonr isa, melena, ojos azules, esa es otra parte de la estirpe que heredó el actual Trudeau. Por eso lidera los rankings cholulos de políticos hot y cada vez que una mujer (no importa si es Ivanka Trump o Michele Bachelet) lo mira con suspiros se convierte en un GIF animado. Hasta lo enfrentaro­n con Ryan Gosling por la medalla del canadiense más deseado.

Es que en redes sociales la trudeauman­ia supera en seguidores a otro adorable de su país, como Michel Bublé. El primer ministro tiene la frescura necesaria para ese campo. Como cuando posteó con humor que le pedía la revancha a Matthew Perry porque el actor de Friends contó que, siendo compañeros de la escuela, alguna vez le había pegado.

Se muestra inclusivo: su comunicaci­ón es siempre bilingüe, en inglés y francés, para mitad y mitad de los canadiense­s. Y correspond­e con hechos, muchos de sus dichos. Lloró al darle la bienvenida a un refugiado sirio y en el primer semestre de su mandato superó la cifra de inmigrante­s que había prometido recibir en su país.

“A aquellos que huyen de la persecució­n, del terror y la guerra, los canadiense­s les damos la bienvenida, independie­ntemente de su religión. La diversidad es nuestra fortaleza”, redobló en abril de este año, en oposición al bloqueo de refugiados declarado por Donald Trump. ¿Dónde? En el atril más efectivo de este tiempo: su cuenta de Twitter.

También se pronuncia a favor de la igualdad laboral de las mujeres y su gabinete tiene paridad de género. Y siempre eleva la vara: aprovechó su segunda vez en la marcha del Orgullo Gay para saludar a los musulmanes por el fin del Ramadán. Hizo un 2x1, por supuesto, con medias alusivas.

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 ??  ?? Está casado desde 2005. Como en su familia de origen, Justin Trudeau tiene tres hijos: Xavier, Ella Grace y Hadrien.
Está casado desde 2005. Como en su familia de origen, Justin Trudeau tiene tres hijos: Xavier, Ella Grace y Hadrien.

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