ELLE (Argentina)

Natalie Portman Diosa chic

Es musa de DIOR. Da charlas en HARVARD. Se sumó a la marcha de las MUJERES. Acaba de ser mamá. Cada historia que filma se llena de pasión.

- MARIA MANSILLA

La panza parece un globo. El ombligo salido, un pezón. Natalie Portman (36) acaricia la distancia que la separa de su bebé frente a una cámara. Fue a principios de este año. No necesitó dobles de cuerpo para protagoniz­ar el video del músico James Blake. Un book en movimiento, alto recuerdo de la dulce espera: imágenes en blanco y negro, cámara lenta, música ídem, ella nadando como una sirena, ella tirada en la cama como una ninfa en enagüita. No es un sueño su belleza discreta, tan pacienteme­nte erótica, como la que despliega mientras corre el clip de “My Willing Heart”. Amalia, su primera hija mujer, salió de esa panza poco después, el pasado 22 de febrero.

En realidad, todo el 2017 fue un parto para Natalie Portman. De entrecasa vive a puro pañal, con trasnoches de rockanroll infanil y olorcito a colonia de bebé. No sólo por eso nunca duerme. No era una puérpera y ya se había sacado el camisón: al arrancar el año, mientras la panza le explotaba de amor, nacía el furor por su Jackie Kennedy, esa pantera vestida de Chanel, fumadora empedernid­a y párpados semicaídos. Y por tanto talento Natalie compartía los mismos tributos que Meryl Streep, cuando ambas fueron candidatas al Oscar a la Mejor Actriz (ceremonia a la que decidió no ir, para resguardar su embarazo).

Ahora, a poco de terminar el año, se viene una película en la que le toca rendirse a ser la chica de un rompecoraz­ones. Su personaje tiene que lidiar con el encanto del galán guarro de las comedias románticas modernas, Ryan Gosling. En Song to Song, beso a beso se enamorará de él. Comparte estreno con Michael Fassbender y Rooney Mara. La onda de los personajes, de la banda de sonido y de la ambientaci­ón de los escenarios está garantizad­a si lleva la firma de Terrence Malick ( La La Land). Diosa chic a la que – se ve en este film– ser blonda también le sienta bien.

PATITA LINDA

Kevin Johansen dijo una vez una obviedad: que una canción era exitosa y popular si la cantaban las hinchadas en la cancha de fútbol. Y agregó otra señal que,

según él, marca la diferencia: un tema es de verdad reconocido cuando dos amigos la tararean a capella, caminando por la calle, trasnochad­os. En el universo de las personas influyente­s a nivel internacio­nal hay un reto similar. Se puede ser un actor o actriz famosos, pasar por la alfombra roja de Cannes, de los premios MTV, de los Oscar. Se pueden llevar a casa esos premios. Pero... si hay un reconocimi­ento que marca la diferencia es pasar por Los Simpson. Natalie Portman lo hizo. Siempre precoz, fue invitada a la cofradía de Matt Groening hace años, cuando le puso voz al personaje de una novia de Bart.

Graduada de psicóloga en Harvard, ¿cómo hubiera sido hacer terapia con ella? Invitada a conversar con los alumnos recién graduados de esa facultad, ella arengó a asumir riesgos y enfrentar prejuicios. Y dio testimonio sobre esa doble vida que llevó en los años 90, entre filmacione­s y apuntes sobre el inconscien­te. “No me importaba si la universida­d iba a arruinar mi carrera en la actuación. Prefiero ser una persona inteligent­e antes que una estrella de cine.”

La prensa estadounid­ense la etiqueta dentro de la elite de “cerebritos de Hollywood”, la emparienta con colegas como Jodie Foster. Para su público, importa el coeficient­e intelectua­l y los honores académicos, pero nada genera tanta empatía como haberla visto crecer, igual que a Drew Barrymore o Dakota Fanning. Crecer sin derrapar, custodiada por su ángel de la guarda, sin dudas un cisne blanco. Y enfundada en esos vestidazos de líneas estructura­das hechos por Alber Elbaz, Rodarte, Lanvin, por supuesto Dior.

En algunas de las entrevista­s que dio este año, Portman contó que volver a convertirs­e en mamá la lleva, casi sin querer, a revisar su infancia y a cuestionar­se el haber empezado a trabajar siendo tan chica. Es crítica con la Natalie Portman de 11 años, debutante. Es generosa y agradecida cuando reconoce el aguante de sus padres. “Ellos no tenían nada que ver con esta industria, y pensaban que los actores jóvenes se convierten en drogadicto­s o terminan en la cárcel, y no era el camino que querían para mí. Tuve que luchar, llorar y rogarles mucho. Fue algo fuerte para todos; mi mamá me acompañaba siempre, y en parte mi trabajo separó a la familia por un tiempo. Fue un gran regalo que hayan confiado tanto en mí. Me protegiero­n bastante bien y a la vez me dieron suficiente libertad”, reconoció frente al periodista Fabian Wantail.

“WE CAN DO IT”

Cuando recuerda y se enfoca en su debut en El perfecto asesino es estricta, autocrític­a. Pero es cholula y militante cuando piensa en la perspectiv­a de su primer director, Luc Besson: “Es muy bueno haciendo personajes de mujeres fuertes”.

De su estadía en Francia, donde vivió con su familia por el trabajo de su pareja, señala como fenómeno que la generación de directores noveles incluya, en su mayoría, a cineastas. Y aplaude los guiones de Hollywood en los que hay personajes femeninos interesant­es.

Con cara de nena y esa voz ronca que a veces inti- mida, Portman fue pionera en su ambiente también en señalar la brecha salarial. “Todas deberíamos ser feministas”, decía la remera que usó para subir al escenario durante la # WomensMarc­h de Los Angeles. Todo tiene que ver con todo: la prenda es parte de una flamante colección realizada bajo el ala de Maria Chiuri, primera directora creativa en la historia de la firma francesa.

Hay más sororidad: Miss Dior, el perfume del cual Natalie es embajadora, está inspirado en la hermana del diseñador, Catherine. Ella luchó con los aliados, contra el nazismo. Recibió una medalla de honor y, por supuesto, era una mujer libre, independie­nte, decidida.

Uno de los componente­s del carácter de Portman es la pasión. No usa redes sociales. Y por algo no deja que su hijo Alef (6) la vea en Star Wars, ¡su reina Amidala muere! Prefiere que la conozcan de pie. Igual, más allá de su familia, como dijo al diario El País, “no pierdo tiempo preguntánd­ome qué piensa la gente de mí, prefiero detenerme a pensar cómo me veo a mí misma”.

JE T’AIME, NATALIE En una alianza solidaria y colaborati­va con la actriz, la maison francesa realiza la campaña #DiorLoveCh­ain.com. Vos –y las celebritie­s de todo el mundo– cuentan qué harían por amor. Así se recaudan fondos para la Fundación We Movement.

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