ANTES, AHORA Y SIEMPRE
Si te encanta que todo el año te digan: “¡qué buen color tenés!”, sabé que el autobronceante dejó de ser sólo un comodín de verano y que podés seguir usándolo aun en invierno. Te conviene elegir una fórmula sutil, un acelerador de bronceado o un “sublimador” (que acentúan el color natural). Siempre hay que esperar cuatro horas después de su colocación para exponerse. Una vez logrado el tono, conviene dejar que el sol haga lo suyo y abandonar paulatinamente el autobronceante.
¿Las fórmulas artificiales pueden manchar? A veces, pero para lograr el mejor tono hacen falta dos cosas: paciencia y concentración. Tené en cuenta estos pasos y no hay margen de error.
Cuando pienses que terminaste de esparcirlo, seguí masajeando hasta estar segura de cubrir todo el cuerpo (insistí en rodillas, codos y tobillos).
Un truco: no llegues hasta el nacimiento del pelo. Dejá un centímetro sin producto y esparcilo suave con un hisopo hasta llegar al nacimiento.
Elegí el producto teniendo en cuenta el color que deja, cuánto dura (una semana en general) y, aunque te parezca irrelevante, el aroma. Tu fototipo también depende, no es lo mismo ser muy blanca que morena (si no, da un efecto artificial).
Aplicalo siempre sobre la piel depilada, limpia, seca y exfoliada.
¿Entre los dedos de los pies? Con algodón.