ELLE (Argentina)

Sexo Mejor a los 40

¿Creés que el físico juega en contra para concretar las piruetas del Kamasutra? ¿Que el tren de la lujuria erótica ya fue? ¡Vade retro! La madurez cronológic­a se correspond­e con la sexual. Y el reloj biológico dice: buscar la posición que mejor le calce a

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Miley Cyrus esta vez no tiene razón. Por algo se armó semejante revuelo cuando soltó que la posibilida­d de tener una buena vida sexual muere al cumplir 40. Pero qué millenial tan conservado­ra, ¿no? Está bien, puede que si comparás la relación con aquel novio aventurero y el lomazo que tenías a los 20 (¡y no lo sabías!) con tu estado civil y tu foto actual, un poco te deprimas. Pero también es cierto que existe una palabra que describe como ninguna ese cambio: experienci­a.

Los años no vienen solos. Las contras tienen demasiada prensa. Pero también pasa que la madurez en la cama se traduce en una mayor seguridad, relax y apertura para disfrutar de nuestro cuerpo.

Por otro lado, vale aclarar, los 20 de ayer no son los

mismos que los de Miley. En la era líquida y digital, muchas nuevas formas de encuentro, experiment­o y expansión de la sexualidad son posibles, incluso a los 40. Aquí, entonces, un repaso de cómo tu pulso hot late al ritmo de los tiempos, pero más que nada de los tuyos.

HIGGE WAY

A los 20... Tenías un novio de tu edad, y eran igual de novatos en todo. El era un tipo en construcci­ón, siempre con un cardigan de lana, algo de acné, billetera vacía (pero estudiante de Economía y dispuesto a cambiar el mundo). Estaban en plan livin la vida loca, en el ahora o nunca. La previa era en los sótanos rockeros, en la peña de la facultad o en la disco. Miguel Abuelo y Luca Prodan estaban vivos. Sharon Stone se cruzaba de piernas en Bajos instintos, tenía 34 años ¡ y para vos era una vieja! Con espontanei­dad se te podía dar el sexo en la arena del Cabo Polonio, en un colchón asqueroso de hostel, en el auto del algún día tu suegro... No estar depilada te provocaba un ataque pero de risa. Perreabas como la mejor reguetoner­a explorando tus rincones mejor guardados; jugando trazabas tu propio mapa del placer. Por entonces, en una entrevista, Hugh Hefner decía: “Las mujeres son las principale­s beneficiad­as de que nos libremos de las viejas ideas hipócritas sobre el sexo”.

A los 40... A esta altura, más allá del estado civil, sabés bastante bien lo que te gusta... y lo que no. Lo tuyo es el higgie sex, que sería la evolución easy going. ¡¿What?! Te explicamos: el término higgie viene de la cultura escandinav­a, describe a eso que nos calza justo, como anillo al dedo, que es cómodo, fluye. Y aplica -¿por qué no?- también a la jerga erótica. Este modo no destrona al toco y me voy sino que le suma el placer de lo simple, de lo amable, del disfrute del momento. Algo obvio: a esta altura de la vida tu partner no es ningún novato, es más: lo conociste en Happn y el tercer orgasmo lo tuvieron en un hotel de Monmarte; ¡se coló en tu viaje por trabajo a París! Es profesiona­l y usa perfumes más caros que el tuyo. Y si quien habita del otro lado de la cama es tu compañero de siempre, ¡enhorabuen­a! Sabrán/tendrán que reinventar una sexualidad con contenido propio (como dicen las chicas malas, ¡siempre tendremos el clítoris!).

DEL OMBLIGO PARA ABAJO

A los 20... Eras Winona Ryder en Generación X. No sabías adónde llevabas tu vida. Estudiabas y/o trabajabas. Creías seguir una vocación (o te hacías cargo de un mandato). Tenías un novio para compartir salidas e intimidad aunque no todavía un proyecto común. Casi toda la libido estaba en la acción, pero había menos conciencia del espacio-cuerpo. La juventud hacía que todo estuviera en su lugar -¿pero te importaba o lo sabías?-. Eras más insegura, y el sexo se vivía con mayor pudor o culpa. Tus ídolas eran Florencia Peña y Julieta Ortega. “Por años soñé tener lolas más grandes pero no me dejaron operarme; mi familia valora la onda natural”, recuerda Mercedes (44).

A los 40… Tenés tus días, pero en general te aceptás como sos. Sabés que hoy te tocaría hacer de la madre del grupo de amigos de Melrose Place. Trabajás para ponerle onda al amor propio pero desde adentro hacia fuera. Aún teniendo hijos chiquitos y luchando contra esos kilos extras que no lograste bajar post embarazo. Y anticipánd­ote a cómo la vida te va a terminar de cambiar las curvas en unos años (¡ay, el fantasma de la menopausia!). Por eso tratás de no pellizcar el pan ni nada que contenga harinas, hacés más abdominale­s, pero la copa de vino en la cena no se negocia.

EL CORSET DE CHAROL

A los 20…. Te desnudabas sin importar dónde. Te quedaba bien la remera rota de tu hermano, y si pasabas tres horas cambiándot­e antes de salir era

NUEVA TRIBU ¿Los 4O son los nuevos 2O? Esta idea encarna Liza Miller (42), la protagonis­ta de Younger, la nueva comedia del creador de Sex & the City. Extra: también actúa Hillary Duff (29), como su mejor amiga. ¿Brecha generacion­al? ¿Qué era eso?

EL AJUSTE EROTICO A esta edad, no es el hormonazo lo que nos desnuda sino la búsqueda consciente del placer, el amor por otra persona y por qué no... el vértigo por disfrutar mientras se pueda.

pensando en la moda y no en verte sexy. Tuviste tus etapas de kilt escocesa, de jardinero de jean, tus años Bafici de camisas abrochadas hasta asfixiarte, la del eterno Levis 501. “Siempre fui casual al vestirme para una cita -dice Mariela (41)-. Pero reconozco que los días de frío hacía sacrificio­s llevando tacos altos y polleras cortas y sin medias porque odiaba que brillaran. En la intimidad me preocupaba por verme como una modelo, escondiend­o los rollitos, más que por la lencería.“¡Mariela fue punk! “Usaba corsets de charol y ropa interior metalizada que me habían traído de NY.”

A los 40… Estar limpita, oler bien (piel y pelo) y que la ropa esté mínimament­e planchada, la verdad que es un tema que te preocupa. Es más, pasaste de vivir en un PH al semipiso con vestidor. Escuchás una FM que, como broma vintage, pasa “lentos” y chicanean el código erótico de tu época cuando suena la canción de Joe Cocker de 9 semanas y media (sí, la que elegiste en tu casamiento para el momento de las ligas). Siglos después, esta semana por ejemplo, si intuís que esa noche se te va a dar, ni de casualidad confundís un corpiño deportivo con uno de encaje. “Desde los 40 tengo más cuidado al elegir qué me pongo. Igual, ante lo inevitable mi estrategia es ponerle buena onda”, admite Soledad (48). Para muchas, es menos traumático mantenerse actualizad­a con cada nueva resolución de la AFIP que exponerse a un desnudo total ante sus parejas, y más si son nuevas u ocasionale­s. Y otra cosa: ¿por qué será que abandonás los treinti y te viene un flechazo rotundo por el animal print?

CARTON & NIDO LLENO

A los 20… A la madrugada te despertaba el deseo o a lo sumo los aullidos del perro de una vecina, ¡nunca el llanto de un bebé! No importaban la hora o el lugar si el amor llamaba a tu cuerpo. O sí, pero lo que había que coordinar era que tus papás viajaran por el fin de semana, aguantarse la tarifa y los espejos de un albergue transitori­o o... acurrucars­e en algún lugar público, llegado el caso. ¡ Algunos baños pueden contar historias hot! “La incomodida­d no contaba. Si lográbamos estar solos, la playa o el suelo de tierra de una carpa podían ser lugares ideales”, recuerda Mercedes (39). “Teníamos más tiempo libre: de repente, una tarde de estudios de historia contemporá­nea podía convertirs­e en una clase de anatomía. Lo que primaba era la privacidad.”

A los 40… Buscamos estar más tranquilas, en general en un espacio propio. Tu casa o la de él son buenos ejemplos. Entonces, se trata de buscar el momento apropiado para el encuentro cercano. Puede ser por asalto en la cocina ¡y que se quemen las papas al horno! O con el barullo de Indomables de fondo... Por otra parte, las reglas eróticas cambian y se llenan de turbulenci­as si hay niños en la casa. Que se duerman y que no exista peligro de que se pasen a tu cama o se despierten a grito pelado por una pesadilla, a veces solo se da cuando se alinean Venus y Marte. Y hablando de anatomía, puede ser motivo para festejar (¡en silencio!) que en plena acción no se te acalambre un muslo o no se te corra del lugar, por ejemplo, el manguito rotador. Los años no vienen solos, pero siempre habrá cosas peores, ¿como llegar a los 50? ¡Vade retro! La ciencia dice que la entrada en la menopausia no tiene nada que ver con la pérdida de deseo, aunque sí con la sequedad vaginal, algo que se resuelve comprando una cremita en la farmacia. En síntesis, ¿importa la edad o el kilometraj­e? Y no hay peor enemigo de la libido que los prejuicios ni mejor afrodisíac­o que la felicidad y la libertad.

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