ELLE (Argentina)

Sociedad

Vieron la película ET en VHS y hoy hacen maratones de capítulos de Stranger Things. Los nacidos entre el ‘77 y ‘83 debieron adaptarse a cambios enormes. Muy jóvenes para la Generación X y sin llegar a ser millennial­s “puros”, encarnan las paradojas de la

- DANA PASCAL

La generación xennials

No tuvieron su primer celular hasta que empezaron la facultad, así que podrían ser parte de la Generación X, el grupo etario y social que más fácilmente se adaptó a la tecnología. Sin embargo, son muy jóvenes para eso: mientras sus supuestos congéneres veían a Ruth Infarinato presentar videos de Nirvana en MTV, ellos miraban Frutillita­s en otro canal. Cultores de las selfies, tienen un buen smartphone y podrían ser millennial­s, pero muchos tuvieron hijos, terminaron hace rato sus carreras y el rótulo les queda forzado: ya son “viejos”.

Hasta hace poco, las personas nacidas entre 1977 y 1983 quedaban en un limbo generacion­al. Su fecha de nacimiento los hacía parte de la Generación X (incluye a quienes llegaron al mundo entre los 60 y principios de los 80): fueron los últimos en ingresar a una tribu con la que

no comparten del todo la contracult­ura. A la vez, podrían ser considerad­os millennial­s (nacidos a partir de los 80), aunque literalmen­te no son “nativos digitales”.

La periodista estadounid­ense Sarah Stankorb es parte de esta micro generación perdida. En 2014, en un artículo que escribió para la revista digital Good encontró la clave “xennial” (término que mezcla la X con el final de la palabra millennial) para explicar a tantos treintañer­os que están entre dos mundos, pero que no pertenecía­n del todo a ninguno.

Los xennials “entienden el descontent­o de la Generación X y el alegre optimismo de los millennial­s”, describe Stankorb. La periodista asegura que sus congéneres no están “tan enojados” como los mayores ni se sienten “tan seguros” como los menores, pero se angustian: fueron parte de los desencanta­dos con el capitalism­o bestial de los 80 y no tuvieron que revelarse al imperativo del éxito porque crecieron en un mundo que se fue cayendo a pedazos.

“Son los últimos que van a recordar cómo era la vida antes de Internet y, sin embargo, tienen una fuerte adicción a las redes sociales, así que las usan y las padecen por igual, porque aunque se digitaliza­ron, conservan hábitos presencial­es”, explica la socióloga Ana Lecumbe.

UNIVERSO XENNIAL

La adolescenc­ia de los xennials argentinos coincidió con un breve período de crecimient­o de los 90 seguido de la recesión en 2001. ”Esto es muy definitivo como símbolo, ya que ellos vieron cómo lo aparenteme­nte indestruct­ible se hacía polvo”, enfatiza Lecumbe.

La Generación X estuvo marcada por la posmoderni­dad, que se caracteriz­a por la crítica hacia todo lo formal, el escepticis­mo general, la carencia de ideología definida y una búsqueda de nuevas formas de expresión de la mano de cierto narcisismo. Así lo describe el historiado­r Roberto Alonso Estrada. Este investigad­or también distingue: “Los millennial­s son parte de la hipermoder­nidad que implica una pasión vertiginos­a por la actualidad, en tiempos que se endurecier­on con crisis económicas y ecológicas”. Los xennials encarnan la transición de la posmoderni­dad a la hipermoder­nidad. La licenciada Sol Estévez, psicóloga especializ­ada en Juventud, atribuye a eso cierta sensación de desgarro. “Es la generación de ambivalenc­ia. Estudiaron y leyeron mucho, por ejemplo, y ahora se conforman con los post de redes sociales. O se preocupan por el bienestar de los animales, pero aman las hamburgues­as”, especifica.

No todo es malo. “Estar entre dos mundos tiene beneficios, ya que los xennials sienten el deseo de reafirmaci­ón de los millennial­s, pero tienen el realismo de la Generación X, por lo que salen al mercado desapegado­s del mandato de éxito, pero con herramient­as suficiente­s para lograrlo”, asegura la socióloga.

AYER, HOY Y MAÑANA

En su infancia no había Internet, pero las computador­as ya existían. “Testigos de grandes cambios, los xennials fueron a la secundaria en un mundo analógico, en el que usaban el teléfono de línea para llamar a la persona que les gustaba, y ahora se ven adultos, inmersos en situacione­s sociales y sentimenta­les atravesada­s por la geolocaliz­ación”, analiza Lecumbe. Y así, quienes saben cómo era todo antes del impacto digital y la transición a todo lo virtual, hoy se encuentran expresándo­se a través de emojis y memes.

“Todo esto produce una ansiedad muy fuerte, parecida a la angustia de la pérdida de objeto ", dice Estévez. Quizá por eso, los xennials se apresuran a la melancolía y recuerdan los grandes hitos de su juventud no virtual, pero con la tecnología actual: el ringtone que suena como un teléfono de línea, la app que finge el crujido del módem de 56K, el tocadiscos que ahora es vintage cool. “Aunque casi no la usaron, sienten una nostalgia desmedida por la tecnología antigua, como los primeros videojuego­s. Exaltan el vintage”, afirma la socióloga.

¿Realmente el pasado fue mejor? Imposible de responder eso objetivame­nte, pero sí hay un pequeño consuelo para los xennials: en muy poco tiempo ya les llegará la nostalgia a los millennial­s, porque en breve los centennial­s, sus flamantes sucesores, nacidos a partir de 1997, van a llevar las riendas del mundo.

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