AYUNO SEXUAL
“Después de varias relaciones “ni”. Ni muy malas ni muy buenas, ni con poco sexo ni con tan malo, ni tan bueno…. me pregunté ¿Por qué si no soy una analfabeta sexual no lo disfruto más? ¿El problema soy yo? ¿Son mis elegidos? ¿Nos pasa a muchas o no les pasa a nadie? ¿Todos mentimos o exageramos? ¿Sabemos lo que queremos? ¿Nos atrevemos a pedirlo? No encontré una respuesta que me convenciera. Y me propuse un ayuno, un tiempo (fueron 10 meses) sin sexo. Estaban permitidas las salidas y todos las fases con conducen a la llegada. Un beso era solo un beso, largo, pausado y un delicioso final. Las caricias interminables… pero ése era el límite. Claro que no fue fácil y tuve que dar explicaciones. Una vez que pasaba el momento del desconcierto, empezaba una charla reveladora. Descubrí que los hombres se sienten tan presionados como nosotras por la velocidad la seducción, de tener que estar siempre listos. En lugar de acostarnos, hablábamos de sexo y entonces el roce de una mano, una mirada, una caricia con el pie se convertían en lo más excitante que habíamos vivido. Menos resultó ser más. Creo, y me lo confirman mis descubrimientos, que las mujeres y los hombres pensamos el sexo con mucho romanticismo y deseo, pero lo hacemos “como algo que tenemos que hacer” y ahí empiezan todas las frustraciones. (Florencia, 37, arquitecta)