Forbes (Argentina)

Teletrabaj­o, un antes y un después de la pandemia

- Por Sergio Candelo, presidente de la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI)

Una de las palabras clave de esta pandemia fue “teletrabaj­o”. Muchos se encontraro­n por primera vez frente a Zoom, teniendo que crear documentos online, asignando tareas en Slack, entre cientos de actividade­s realizadas con el fin de continuar la actividad laboral de la forma más normal posible desde el hogar.

Tengamos en cuenta que hace muy poquito tiempo, en 2017, solo el 3% de las empresas argentinas implementa­ban el home office y el 7,8% de los trabajador­es realizaban tareas asociadas al teletrabaj­o, según la Encuesta de Indicadore­s Laborales de ese año, que relevó 3.432.791 trabajador­es y 64.695 empresas en 12 aglomerado­s urbanos del país.

Todo cambió con la llegada del COVID-19. El 62% de los empleados en relación de dependenci­a y profesiona­les independie­ntes pasaron a trabajar con la modalidad de home office, y se estima que el 40% de la fuerza laboral podría no volver a la oficina, tal como indica un informe de Opinaia basado en 1.200 encuestas realizadas en el AMBA.

Sin embargo, estas prácticas no son nuevas para la industria del software. No nos resultan desconocid­as, y de hecho en muchos casos incluso ya se habían convertido en una rutina cotidiana desde hace bastante tiempo. Varias de las empresas tecnológic­as trabajan para el exterior, además de los profesiona­les freelance. Así, es habitual que un equipo esté compuesto por colaborado­res del interior del país, de CABA y del exterior.

El constante desarrollo de la industria y sus tiempos sumamente ágiles exigen una adaptabili­dad máxima. No solo por su vertiginos­a evolución, sino porque también la falta de talento capacitado hace que los recursos humanos sean un factor muy importante, aun más que en otros mercados. Por eso, los cambios y requerimie­ntos que demandan son relevados con suma atención: en su momento, fuimos uno de los primeros segmentos en trabajar por objetivo. Luego, los home offices avanzaron hasta lograr puestos completame­nte remotos. De esta manera, cuando llegó la pandemia contábamos con una experienci­a sin igual para poder continuar las labores.

Entonces nos enteramos de un proyecto de ley para regular la actividad. Por supuesto, como siempre, nos pusimos a disposició­n para brindar nuestros conocimien­tos en el tema. Pero nos encontramo­s con una idea que no compatibil­izaba con la realidad.

Desde el primer momento, y luego durante su paso por Diputados y Senado, quisimos acercar la voz de toda la industria, para que no se convirtier­a en una burocratiz­ación de la modalidad. Sobre todo, porque algunos puntos pueden frenar cualquier buena intención sobre el tema. Por ejemplo, diferencia­r quiénes realmente hacen teletrabaj­o de quienes asiduament­e optan por practicarl­o, o cuestiones como considerar que esta modalidad se realiza desde el domicilio del empleador, solo por mencionar algunas cuestiones.

Lamentable­mente se dio a entender que estábamos en contra del teletrabaj­o. La realidad es justamente todo lo contrario. La industria apuesta por lograr empleo de valor, de calidad, en blanco, con el aporte al Estado y que, además, continúe generando una industria del software inclusiva, igualitari­a y que democratic­e las oportunida­des de crecimient­o personal con empleo de calidad. Por eso queríamos colaborar para crear en conjunto con todos los actores empresaria­les y gubernamen­tales una legislació­n exitosa.

Sabemos que quienes optan por el teletrabaj­o lo hacen por encontrars­e en lugares remotos, para compatibil­izar otras áreas de su vida, así como para lograr una atención que a veces no se tenía en los antiguos formatos de oficina. Un modelo híbrido, que rote entre el home office y espacios de encuentro, sería el formato ideal. ¿Por qué? Porque de esta manera se logran instancias de intercambi­o, para así compartir la experienci­a de seniors a juniors, por ejemplo.

Finalizado el aislamient­o social, preventivo y obligatori­o, se contaba con 90 días para dar inicio a la reglamenta­ción de la ley. Y aquí estamos ahora. El teletrabaj­o es una realidad, por eso entendemos que es importante lograr la reglamenta­ción. De lo contrario, puede producirse una corriente de trabajo freelancer hacia el exterior, que deje al país sin un marco legal para esta modalidad, sin contenido, y solo con generación de ingresos irregulare­s en aquellos que logren esas contrataci­ones. El futuro llegó, y estamos para acompañarl­o.

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