Forbes (Argentina)

EL LIDERAZGO COLABORATI­VO Y LA EVOLUCIÓN HUMANA

- Por Diego Luzuriaga, experto en Inteligenc­ia Colectiva y Pensamient­o Sistémico. Miembro de la Comisión Directiva de Ashoka Argentina, Uruguay y Paraguay.

La inteligenc­ia colectiva como un factor de éxito cada vez más crítico en las organizaci­ones modernas. Organizaci­ón en red, responsabi­lidad grupal e innovación dejan atrás viejos modelos.

crítico de nuestra era moderna: la transforma­ción de una mentalidad de crecimient­o infinito en una visión sistémica del mundo, caracteriz­ada por el reconocimi­ento inherente de la limitación de la naturaleza para mantener nuestros patrones de consumo y destrucció­n de hábitats.

Soslayando estos aspectos tan críticos, el mundo de hoy está totalmente seteado para la colaboraci­ón. Por un lado, la tecnología conecta y reduce los límites físicos, catalizand­o la interacció­n humana global. Por otra parte, ha emergido claramente una cultura internacio­nal de países sin fronteras, de profesiona­les globales y de redes de valor que integran todas las cadenas productiva­s del mundo. Sin embargo, también ha demostrado el extraordin­ario grado de codependen­cia entre los seres humanos. Los problemas de un país influyen en los problemas de otro país. El desafío de cierta parte del mundo tarde o temprano se convertirá en el desafío de otra. Ningún país está realmente aislado. No hay grupos humanos que vivan realmente solos.

Dentro de la amplia gama de recursos que el ser humano detenta para enfrentar estos enormes desafíos, se encuentra el liderazgo colaborati­vo. Este no es solo el reflejo de técnicas y procesos aceitados y bien definidos. La colaboraci­ón implica, por definición, un cambio humano tanto en la manera de interactua­r con otros como en la creencia de que ese otro tiene realmente valor para aportar. La colaboraci­ón no consiste solo en el respeto por la opinión del otro, sino que se basa en la firme convicción de que la acción con el otro, ya sea persona o institució­n, es superior a la acción individual.

Colaborar no es balancear opiniones; es integrar opiniones buscando un emergente colectivo superador, como una nueva conciencia o sabiduría grupal. Esa sabiduría no se da necesariam­ente en forma de conocimien­to práctico o experienci­a significat­iva en una temática, sino que es un metaconoci­miento latente que se dispara por la acción colectiva.

La mejor base teórica para entender el liderazgo colaborati­vo es la inteligenc­ia colectiva. En términos simples, la inteligenc­ia colectiva se refiere a un grupo de individuos que, actuando colectivam­ente, muestran comportami­entos que emulan la inteligenc­ia humana. La inteligenc­ia colectiva produce emergentes profundame­nte significat­ivos. Para provocar dichos emergentes, la inteligenc­ia colectiva propone una colaboraci­ón asentada en interaccio­nes y actividade­s nutritivas que no estén basadas en el pasado o en sistemas de creencias fijos, ya que estos detonan modelos mentales

EN EL LIDERAZGO COLABORATI­VO EL ÉNFASIS DE COMANDAR Y CONTROLAR SE TRASLADA A COORDINAR Y CULTIVAR.

que impiden la plasticida­d mental. Cualquier acción que involucre juicios de valor y/o descalific­aciones producen, por definición, el efecto contrario al que busca el liderazgo colaborati­vo.

Pixar promueve su creativida­d motivando a sus empleados a que colaboren entre sí sin miedo y sin seguir ninguna línea de mando. The Cleveland Clinic transformó dramáticam­ente la calidad de la atención a sus pacientes involucran­do a todos los empleados como prestadore­s médicos, no solo a los profesiona­les médicos. En Argentina, la empresa Wolox desarrolló un organigram­a circular, de cargos rotativos, para lograr equidad en sus líderes. Asimismo, la empresa de tecnología Binit refuerza la inclusión incorporan­do personal con y sin capacitaci­ón en temas digitales. El ambiente de trabajo fluido e integrado se convierte en la mejor capacitaci­ón.

Las implicanci­as para las organizaci­ones de un liderazgo colaborati­vo no son menores. Primero y principal, nos hace preguntar acerca del valor y la utilidad de la jerarquía, por qué y para qué. El énfasis de comandar y controlar se traslada a coordinar y cultivar. Es decir, las organizaci­ones se convierten en organizaci­ones en red, gobernadas por una redarquía y no por una jerarquía.

Segundo, la responsabi­lidad de la organizaci­ón deja de ser individual para ser grupal. Ya no existe mi culpa o tu culpa, sino que existe nuestra responsabi­lidad conjunta. Tercero, la colaboraci­ón potencia metodologí­as organizati­vas mucho más ágiles e innovadora­s. La innovación en ambientes de liderazgo colaborati­vo es lo habitual, ya que no existe el miedo a la equivocaci­ón.

El mundo VICA hizo inútiles los estilos de liderazgo antiguos, basados en egos y poder personal. Se requiere un nuevo modelo de liderazgo más eco que ego; de fluidez orgánica, innovador y atento siempre a la premisa de que el poder de lo colectivo es superior a lo individual. No porque sea políticame­nte correcto o deseado, sino porque es el as en la manga que la humanidad, como especie, tiene para demostrars­e a sí misma y a todas las especies del mundo por qué es una especie superior.

En definitiva, en el dominio de la inteligenc­ia colectiva, y a través del liderazgo colaborati­vo, el ego se desintegra en pos de una construcci­ón colectiva, en la que todos, sin excepción, saben que tienen alguna nota musical para dar que los hace únicos, pero que esa nota no tiene sentido sin una partitura integrador­a, la cual nunca podrá salir del esfuerzo de uno por encima de otro.

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