Forbes (Argentina)

EL SEÑOR DEL ALUMINIO

- Por Cecilia Valleboni

Javier Santiago Madanes Quintanill­a es el dueño del gigante Aluar y de la compañía de neumáticos Fate. Cuáles fueron sus inicios y cómo se quedó con la empresa familiar tras varias disputas. XX. Pasó de vendedor ambulante a comerciant­e, con la ayuda de sus cinco hijos, que mientras estudiaban hacían pilotos de hule o goma. Pero en un determinad­o momento la materia prima se volvió un problema y empezaron a vislumbrar la posibilida­d de incorporar una actividad industrial. Así nació Fábrica Argentina de Telas Engomadas

en 1940. Cinco años después, en plena transición con la segunda generación, empezaron a producir neumáticos, pero fue muchos años después cuando hicieron un volumen interesant­e.

La empresa no estuvo exenta de conflictos familiares, con la división de su tío y su padre en los años 60. La incorporac­ión de un socio que venía del mundo de la política (José Ber Gelbard, quien fue ministro de Economía del gobierno de Juan Domingo Perón) generó tanto disgusto en su padre, Adolfo, que dejó la dirección de la firma en las manos de su hermano Manuel y sus hijos.

A principios de los años 90, los números no mostraban buenos resultados. Su madre, Dolores Madanes Quintanill­a, tuvo un rol fundamenta­l en la empresa en 1992, y Javier Madanes Quintanill­a, que por ser hijo único se había convertido en accionista mayoritari­o, vio la oportunida­d de tomar el poder. La mayoría de sus primos aceptó venderle las acciones que poseían y así llegó a la presidenci­a de la empresa. “Hice todo lo que se esperaba de mí. Crecí con una inevitable sensación de revancha, logré recuperar la empresa”, dijo.

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