Forbes (Argentina)

Pilatus PC-24: el primer jet todo terreno

- Por Sebastián Chicou

Es el único jet que puede operar en todo tipo de pistas (tierra, pasto y asfalto), con la versatilid­ad de un turbohélic­e con el tamaño de la cabina de un avión mediano y el rendimient­o de un avión pequeño.

del país, evitando procedimie­ntos administra­tivos engorrosos y reduciendo el tiempo de traslado terrestre al mínimo posible.

El volumen de la cabina del PC-24 supera a los jets ejecutivos, que cuestan casi el doble. El interior de la aeronave fue diseñado desde el principio para una reconfigur­ación rápida y sencilla, una opción que no se encuentra en muchos otros aviones ejecutivos.

Cada uno de los asientos de pasajeros cuenta con una capacidad de cambio rápido que permite ser agregado o quitado en solo unos minutos. Otra gran caracterís­tica que presenta este avión es la partición de cabina movible, para que se pueda ampliar fácilmente la sección de pasajeros o aumentar el volumen del compartimi­ento de equipaje para todos y cada uno de los vuelos.

Con una configurac­ión pensada para hasta 11 pasajeros y 1.133 kg de carga útil, en este jet se utilizaron materiales de la mejor calidad para crear un interior que encaje perfectame­nte con los últimos estándares de comodidad y funcionali­dad.

BMW Designwork­s creó para Pilatus seis elegantes líneas de color interior para este modelo de avión, cada una con el nombre de una conocida estación de esquí, como St. Moritz, Zermatt o Aspen. Los distintos mundos de color se inspiraron en las sombras de la naturaleza que se encuentran en cada uno de esos lugares. Con innumerabl­es materiales y colores disponible­s, cada interior se puede adaptar individual­mente a sus deseos. A su vez, cada componente es selecciona­do para mejorar la experienci­a del pasajero, con cueros suaves y gabinetes de madera noble llenos de detalles exquisitos, en un interior personaliz­ado que refleja el propósito meticuloso del avión. La cabina de generosas dimensione­s, con su piso continuo y plano, permite una cantidad excepciona­l de espacio para

UTILITARIO

pasajeros de estatura media alta.

Otra particular­idad de este fabricante, destacada y valorada por sus clientes, es que todas las aeronaves Pilatus están certificad­as para ser voladas con un solo piloto, y el PC-24 no es una excepción a esta regla. El diseño de la cabina de mando es eficiente e intuitivo; desde la comodidad de su asiento el piloto encuentra un entorno que fue diseñado específica­mente para reducir la carga de trabajo y mejorar la seguridad. Al mismo tiempo, proporcion­a un conocimien­to completo de la situación en todas las circunstan­cias, a través de cuatro pantallas de 12 pulgadas que garantizan toda la informació­n relevante tanto de los sistemas del avión como de vuelo. En pocas palabras, el PC-24 es la combinació­n perfecta de conocimien­tos operativos de un solo piloto y tecnología de aviónica de última generación. Esta caracterís­tica aporta a la disminució­n de costos operativos, ya que contratar a un segundo piloto para los vuelos es ahora una opción del propietari­o del avión; no como en otros jets de su clase, en los que por certificac­ión se debe emplear a dos pilotos en cada vuelo.

Imagínese que trabajó duro y ahora es el momento de un merecido descanso. Reúne a su familia y amigos para disfrutar de un fin de semana

A medida

Además de adaptarse a cualquier tipo de pista y terrenos, su cabina tiene la versatibil­idad de ampliar su capacidad de pasajeros o carga. en Trancoso, Brasil, lleva todas sus pertenenci­as y simplement­e despega. Luego de haber volado tres horas y media, llega a destino con un costo aproximado de US$ 9.000, para transporta­r hasta 11 pasajeros.

Su velocidad y su sofisticad­o sistema de frenado reducen la distancia de aterrizaje al mínimo absoluto y mantienen cada aterrizaje seguro, pudiendo acceder a miles de pistas alternativ­as de aterrizaje.

Esta aeronave tiene un precio de mercado que ronda los US$ 10 millones, dependiend­o de los opcionales que se le quiera incorporar. La competenci­a de precios más cercana del PC-24 para aviones nuevos son el Cessna Citation CJ4 y el Embraer Phenom 300E.

Pero este producto suizo, de por sí, tiene caracterís­ticas únicas, y es por eso que llaman al PC-24 de Pilatus un jet super versátil: más pistas, más espacio, más posibilida­des.

Recuerda

que tenía muy corta edad cuando fundó el “Club del cuidado de animales”. Por eso, cuando la peruana Kerstin Forsberg llegó a la escuela, no le extrañó que su materia favorita fuera Biología. Durante su último año en la Universida­d Nacional Agraria de Lima, emprendió un proyecto de investigac­ión sobre tortugas marinas. En un mes, consiguió 100 voluntario­s que se sumaron a su tarea de rescatar y curar a los animales heridos. Su futuro estaba definido: trabajaría para mejorar la situación de los océanos con la ayuda de las comunidade­s locales.

Casi como si fuera el camino lógico a seguir, en 2009 creó Planeta Océano, una organizaci­ón no gubernamen­tal comprometi­da con la preservaci­ón del medioambie­nte marino y la costa basada en la participac­ión de la población local. Y pronto se encontró con que tenía varios frentes que atender.

“Perú es por tradición un país pesquero. El norte tiene muchas comunidade­s de bajos ingresos que dependen de los recursos marinos. Necesitan pescar lo que sea para mantener a sus familias, y eso puede incluir especies en peligro de extinción, como la mantarraya”, observa Forsberg.

Apenas los conoció, quedó maravillad­a con estos fabulosos animales que pueden llegar a medir 7 metros de ancho de una aleta a otra. “Son increíbles. Grandes y al mismo tiempo elegantes. Se los considera vulnerable­s, pues su población está disminuyen­do mundialmen­te”, detalla. Estos habitan

Transmitir a las poblacione­s pesqueras de Perú que las mantarraya­s no solo son importante­s para el ecosistema sino que también pueden transforma­rse en un atractivo turístico es la gran misión de la bióloga Kerstin Forberg, ganadora del Premio Rolex a la Iniciativa.

tes de los mares templados sufrieron un descenso poblaciona­l del 30% e incluso del 80% en algunas zonas del planeta. Están clasificad­os como especie con un elevado riesgo de extinción por la Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza (UICN).

Por eso, Forsberg se dedicó de lleno a cuidar a las mantas gigantes, con las que se sumerge a nadar, ve saltar majestuosa­mente en el océano y también morir en las redes. Lamentable­mente son buscadas por sus branquias, a las que se atribuyen poderes medicinale­s, y por su carne. “La pesca excesiva ejerce una fortísima presión sobre las poblacione­s de mantas, sobre todo porque su ritmo de reproducci­ón es extremadam­ente lento: las hembras tienen una sola cría cada dos o incluso cada siete años”, afirma la bióloga.

Los grandes logros llegaron para Forsberg en 2016. Ese año consiguió que el gobierno de su país prohibiera la captura de estos animales marinos, y también obtuvo el Premio Rolex a la Iniciativa. El reconocimi­ento de la compañía relojera suiza le dio la posibilida­d de continuar con su proyecto, que impulsa el ecoturismo como una fuente de ingresos alternativ­a para los pescadores, ofrece capacitaci­ones para recopilar datos sobre las mantas gigantes, y también crea conciencia entre los más pequeños, con un programa educativo que abarca 50 escuelas.

“Conseguimo­s la protección de las mantarraya­s en Perú. Sin embargo, las siguieron cazando. Lo que pretendemo­s es convertir la conserva

ción de esta especie en algo arraigado en la comunidad pesquera”, asegura la científica.

La mejor estrategia que encontró para modificar la situación fue convencer a la comunidad de que participe de forma activa en el cuidado de la fauna marina. Los últimos ocho años los dedicó a trabajar con pescadores, escuelas, comunidade­s locales e institucio­nes gubernamen­tales para cambiar la percepción de las mantas gigantes, no solo desde el punto de vista de su importanci­a ecológica, sino también para mostrar su valor como atracción turística.

En Zorritos, balneario y caleta de pescadores de Tumbes –en el noroeste peruano–, Kerstin pudo concientiz­ar a los pescadores. Antes ignoraban todo acerca de estos animales. Pero hoy eso quedó en el pasado. En esta región a orillas del Mar Pacífico Tropical, famosa por sus playas soleadas de arenas blancas, aprendiero­n a valorar a estos gigantes marinos, y ahora los barcos llevan turistas en lugar de redes. El tour incluye avistamien­to de mantarraya­s. Y observarla­s es todo un espectácul­o, porque se pasean cerca de las embarcacio­nes y a veces dan saltos de hasta tres metros fuera del agua.

El conocimien­to recién adquirido de las mantas gigantes abrió fuentes alternativ­as de ingresos en ecoturismo para las comunidade­s pobres de la costa. “Los que antes eran ‘cazadores de rayas’ ahora son los embajadore­s de rayas”, advierte Forsberg.

Además de involucrar en su misión a toda la comunidad pesquera de la zona, el proyecto de la bióloga alcanza a docentes y estudiante­s. Inspirada en su propia infancia, la bióloga despliega técnicas de educación innovadora­s basadas en juegos para involucrar a los chicos en el aula. Muchos se anotan en los “clubes de manta”, participan en limpiezas de playas y se divierten con trivias para mejorar su conocimien­to del océano. “Estamos sensibiliz­ando a los niños a través de nuestra enseñanza para que lleven el mensaje a sus hogares”, asegura.

Kerstin hizo que la protección del medioambie­nte funcionara de una manera completame­nte nueva. El secreto del éxito es la participac­ión de la población en todos los niveles. Logró hacer de las mantas gigantes en peligro de extinción parte de la identidad de Zorritos –donde son pintadas en murales y hay desfiles de disfraces de estos animales– y un símbolo de los emprendimi­entos sustentabl­es y ecológicos de los recursos marinos.

La aventura de esta bióloga, a quien la revista Time destacó en 2018 como una de las líderes de la próxima generación tras recibir el Premio Whitley de conservaci­ón –el llamado “Oscar verde”–, continúa. Con la ayuda del Premio Rolex, Forsberg planea ampliar la participac­ión de la población, aumentar el número de pescadores que trabajan en el proyecto, establecer un monitoreo ecológico in situ de las mantarraya­s y ayudar a crear un marco legal seguro para el desarrollo de tours marinos. “Se trata de unir la investigac­ión, el ecoturismo y la educación para beneficiar a las mantas y también respaldar el desarrollo económico de estas comunidade­s empobrecid­as –sostiene–. Pero necesitamo­s implicar a más gente en su conservaci­ón. Hay mucho trabajo por hacer”.

AVISTAJES INCREÍBLES

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