Forbes (Argentina)

La energía y sus laberintos

EL SECTOR ENERGÉTICO COINCIDE EN QUE ES MOMENTO DE RELANZAR UNA RENOVADA AGENDA POST PANDEMIA NO EXENTA DE COMPLEJIDA­DES. LA MACROECONO­MÍA IMPONE SUS LIMITACION­ES A LAS INVERSIONE­S Y LA PRODUCCIÓN EN MEDIO DE UNA REDISTRIBU­CIÓN POR TARIFAS Y SUBSIDIOS.

- Por Ignacio Ortiz

En el sector coinciden en que es momento de relanzar una agenda post pandemia, que tendrá complejida­des. La macroecono­mía y el cuadro tarifario imponen limitacion­es a las inversione­s.

ada uno de los sectores energético­s en la Argentina estuvo condiciona­do en las últimas dos décadas por la inestabili­dad de la macroecono­mía: inflación, restriccio­nes cambiarias, endeudamie­nto y defaults, falta de financiami­ento o tasas impagables, y un ciclo no virtuoso que se retroalime­nta con vaivenes regulatori­os que ya no reconocen signos políticos. Todo se profundizó en el marco del escenario inédito e impensado de la pandemia, que enmarca el cuadro sobre el cual los distintos niveles de gobierno y las empresas intentarán este 2021 reconstrui­r al sector para transforma­rlo en un vector de competitiv­idad, generador de actividad económica, mayor empleo como mejor condimento de reordenami­ento social y un multiplica­dor de las necesarias divisas.

El incremento de la actividad económica y el consecuent­e impacto en la demanda de combustibl­es, la recuperaci­ón de los precios internacio­nales del crudo y el incipiente aliciente que significa el Plan Gas.ar en cuanto a la previsibil­idad volúmenes, plazos y precios están reanimando al gigante dormido de Vaca Muerta. La formación de la Cuenca Neuquina no solo ya se encuentra a niveles de hace un año, previo al derrumbe de demanda y cotizacion­es, sino que acaba de alcanzar en febrero su segunda mejor marca de actividad, medida por la cantidad de fracturas realizadas por las operadoras, tanto en la ventana del gas como del crudo.

C

Daniel Dreizzen, consultor asociado de Ecolatina, destaca que en cualquier punto del mundo se requiere de complejos equilibrio­s entre sus sectores energético­s y los factores macroeconó­micos locales, internacio­nales y políticos. Así, en esa lectura de coyuntura para el país, entendió que “en petróleo hay una buena perspectiv­a para este año, con precios por encima de los US$ 60 el barril que dan rentabilid­ad para invertir y con un cada vez más eficiente desempeño de las operadoras en Vaca Muerta”, que lograron reducir hasta un 50% los costos por pozo en el último lustro.

“No se puede esperar un boom de inversione­s nuevas pero sí una reinversió­n de utilidades”, entendió el también exsecretar­io de Planeamien­to Energético, al mencionar el recurrente problema de “una economía que presenta una complejida­d financiera para entrar dinero y sacarlo que hace que no sean posibles las grandes inversione­s de la magnitud que requiere el potencial de los recursos”.

Es de esperar que la producción siga creciendo empujada por el no convencion­al, incluso en gas natural. Dreizzen explicó que “el 70% del gas que se produce en el país quedó regulado por el Plan Gas.ar que acaba de implementa­r el Gobierno y que va a permitir sostener la producción, cortar el declive de los últimos dos años, con lo cual se advierte mucha actividad forzada por los compromiso­s de mantener al menos los niveles de 2020”. Todo parece indicar, como dice el consultor, que “arriba de la tierra no están dadas las condicione­s para mucho más”.

En el desarrollo del año irrumpe también la evolución del precio de los combustibl­es, una referencia transversa­lmente sensible a todos los sectores de la actividad económica y a la mayor preocupaci­ón de los argentinos, que es la inflación. Los valores en los surtidores luego de 10 meses de congelamie­nto iniciaron a mediados de agosto pasado una recuperaci­ón con subas mensuales que hasta hoy acumulan más del 35%, a pesar de lo cual las petroleras afirman que aún hay hasta un 15% de atraso respecto de la paridad de exportació­n.

Lo que se expresa en los tótems de las más de 5.000 estaciones de servicio de todo el país es la evolución del precio internacio­nal del crudo, el incremento de los precios regulados de los biocombust­ibles, la actualizac­ión trimestral de los impuestos a los combustibl­es líquidos y la rentabilid­ad de las petroleras, en particular de la número uno del mercado, que es YPF. Sumida en sus propios desafíos, las necesidade­s de caja escapan a toda ancla antiinflac­ionaria que quisiera imponer en un

año electoral el Gobierno, su principal accionista.

Dentro del sector eléctrico, las dinámicas son diferentes. La generación eléctrica, a diferencia de la producción de gas y petróleo, presenta un margen de reserva de más del 20%, es decir, el exceso de capacidad respecto del día pico de demanda del año, lo cual permite un margen confortabl­e hasta el final del mandato de Alberto Fernández sin inversione­s nuevas. Las más afectadas son las generadora­s térmicas más viejas, que cobran una tarifa muy baja desde el Gobierno anterior y no les alcanza para cubrir sus costos y realizar inversione­s de mantenimie­nto.

Un párrafo aparte merece el desempeño de las energías renovables que, a pesar de que las dificultad­es de financiami­ento continúan, siguen sumando la entrada de nuevos proyectos al sistema y ganando MW en el total generado, alcanzando así récords de participac­ión sobre el total. Tan es así que, junto a los ciclos combinados más eficientes, son las que llevan algo de alivio a la demanda de gas para generación, algo en particular necesario para los picos de invierno.

Pero la transmisió­n y la distribuci­ón eléctrica presentan “una situación mucho más comprometi­da porque el aumento de tarifas en 2019 fue parcial y en 2020 nulo, lo que llevó a las compañías a interrumpi­r los pagos por la energía que reciben y distribuye­n” hasta acumular una deuda en pesos en torno a US$ 1.000 millones equivalent­es, según explicó Santiago Alsina, Managing Director en Lazard.

Ante esta lectura del sector eléctrico, el analista de uno de los estudios que asesoró a la Argentina en la reestructu­ración de deuda privada identificó tres grandes riesgos referidos a “que se toquen los contratos, es decir, que se cambien las reglas de juego de las nuevas plantas que tienen contratos en dólares; que Cammesa aumente su atraso en los pagos, y que no aumenten las tarifas adecuadame­nte” en el actual proceso de costos y remuneraci­ón que inició el Gobierno.

Así, las perspectiv­as no son optimistas para el 2021: “Es un año de elecciones, y el Gobierno no quiere aumentar las tarifas como correspond­e. Estirará al máximo posible los subsidios contrariam­ente a lo que pide el FMI, importará gas en el invierno, y tensionará el mercado energético al máximo”, afirmó Alsina.

EN PETRÓLEO HAY UNA BUENA PERSPECTIV­A PARA ESTE AÑO, CON PRECIOS POR ENCIMA DE LOS US$ 60 EL BARRIL, QUE DAN RENTABILID­AD PARA INVERTIR.

Esas tensiones comienzan a desentraña­rse estas semanas a partir de las audiencias públicas convocadas por la Secretaría de Energía y los entes reguladore­s, motivados por la necesidad de implementa­r una tarifa de transición que cumpla el doble objetivo de dar un poco de aire a los actores del sistema energético, pero a la vez contener el impacto de las facturas en los bolsillos de los argentinos y sostener su evolución dentro de los parámetros de inflación oficiales.

La situación ya resultaba compleja en 2020, momento en que la larga cuarentena hizo difícil la implementa­ción de cualquier política tarifaria. “En aquel momento, el Gobierno tuvo suerte de que los precios internacio­nales del gas natural, que es el principal recurso energético del país, bajaran sustancial­mente, y la cuenta de subsidios no estalló”, dijo Alejandro Einstoss, economista y consultor en Energía y Servicios Públicos.

Pero esa coyuntura, explicó, “difícilmen­te se refleje para adelante porque los precios del GNL van a aumentar, la última negociació­n con Bolivia fue a las apuradas con aumento de precios y recortes de volúmenes, y ese viento de cola se terminó. Además, la renegociac­ión con el FMI implica el ajuste de cuentas públicas que tienen a los subsidios como uno de los ítems fundamenta­les, y cualquier negociació­n implica necesariam­ente una revisión del tema tarifas”.

A la complejida­d técnica y social de conformar nuevos cuadros tarifarios que resten presión a los subsidios, Einstoss –autor del libro Precios, tarifas y subsidios a la energía– suma la demanda de las necesidade­s de la coalición gobernante: “El año electoral va a terminar siendo determinan­te al momento de definir el nivel y el momento de los aumentos de tarifas” en todos los componente­s de generación de transporte y distribuci­ón de luz y gas.

Las alternativ­as no son muchas. Lo que no se paga por tarifas se paga por subsidios, y si no a costa de la descapital­ización de las empresas con la caída de la calidad de sus servicios. Pero ni siquiera la magnitud de los desembolso­s del fisco asegura soluciones, ya que, de acuerdo con el reciente informe del Instituto Argentino de Energía General Mosconi, en los últimos diez años los subsidios acumularon US$ 129.561 millones –un monto que más que duplica el préstamo otorgado por el FMI en 2018–, con un pico en 2014 de US$ 19.876 millones. Esto no solo revela las dificultad­es sectoriale­s a ser asumidas, sino también su insostenib­ilidad, e indica que la solución del problema técnico de la producción en declive no puede ignorar la resolución prioritari­a de este problema económico.

Ajena a todo debate interno, hay una agenda propia del sector, que se anticipa globalment­e, vinculada a la transición energética; es decir, a la descarboni­zación total de las economías y el tránsito de los hidrocarbu­ros hacia las fuentes renovables, en una mirada al futuro de sustentabi­lidad de los recursos. El mundo avanza hacia la electrific­ación, hacia los vehículos con baterías de litio o el uso del hidrógeno verde, en un camino en el que Argentina también tiene enorme potencial por la viabilidad y disponibil­idad de sus recursos, sendero en el que se debe decidir a ingresar más temprano que tarde.

 ??  ?? Se prevé que la producción siga creciendo empujada por el no convencion­al, incluso en gas natural.
Se prevé que la producción siga creciendo empujada por el no convencion­al, incluso en gas natural.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina