Forbes (Argentina)

Las fallas del impuesto a la riqueza causan más daños que beneficios

- Por Steve Forbes, editor de Forbes en Estados Unidos y nieto del fundador de la revista, B.C. Forbes

Junto a Bernie Sanders, la senadora Elizabeth Warren presentó su última versión de un impuesto a la riqueza. La idea tiene un atractivo superficia­l: ¿por qué no hacer que los ricos paguen al año entre un 2% y un 3% sobre su riqueza, si fácilmente se lo pueden permitir? Pero un impuesto a la riqueza tiene serias fallas, motivo por el cual gran parte de los países que intentaron aplicarlo terminaron sacándolo.

Entonces, veamos las cuatro grandes fallas de este impuesto. Primero, involucra una escalofria­nte invasión de la privacidad. El impuesto se aplica sobre todo lo que la persona posee: acciones, bonos, los fondos de retiro, las empresas, la caja de ahorros y cuenta corriente, la vivienda y cualquier otra propiedad, autos, joyas, pinturas, cualquier cosa que uno coleccione (como estampilla­s, monedas, libros o botellas de cerveza). Incluso las mascotas y la ropa que se usa. La IRS tendría el derecho a entrar y examinar los hogares para asegurarse de que nadie esté ocultando nada, especialme­nte ítems como joyería. No sorprende entonces que el proyecto de ley de Warren demande una enorme expansión de la IRS.

Segundo, los impuestos son una monstruosi­dad de administra­r a la hora de determinar la riqueza de una persona. Una cosa es evaluar las acciones de empresas que cotizan públicamen­te, pero la situación se complica para las compañías privadas o piezas de arte. Eso garantiza potenciale­s, feas y costosas luchas para los recolector­es de impuestos. Un boom para los abogados tributaris­tas, pero un gran peso para todos los demás.

Tercero, un impuesto de este tipo deprecia los valores de la riqueza del país. Warren y otros tienen la imagen caricature­sca de que los ricos están sentados en pilas de dinero en efectivo. En realidad, la mayoría de la riqueza consiste en bienes como una casa, una empresa o acciones de una compañía. Pagar un impuesto de este tipo cada año implicaría vender bienes para hacerles frente a los montos. Las ventas forzadas ponen los precios de los bienes a la baja. Esto sería especialme­nte oneroso para los agricultor­es, cuya riqueza consiste mayormente en tierra. También sería complicado para las empresas más pequeñas, que tienen márgenes de ganancias más chicos. El capital que se podría usar para aumentar sueldos o expandir el negocio sería en cambio desviado por los políticos de Washington. Se dañaría entonces la creación de empresas nuevas. Más de la mitad de los trabajos del país involucran a las pequeñas y medianas empresas.

Cuarto, y críticamen­te importante, el esquema de Warren significar­ía una economía más pobre. Recuerden: este impuesto habría que pagarlo todos los años. Eso implica menos dinero para invertir en la expansión de la economía. Warren estima que este gravamen, durante la próxima década, les daría a los políticos de Washington más de US$ 4 billones. Sin inversión, se sofoca el crecimient­o de la economía.

Entonces, a pesar de su aparente atractivo, el impuesto a la riqueza de Warren podría terminar dañando básicament­e a todos excepto, por supuesto, a la clase política.

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What’s Ahead, el nuevo podcast de Steve Forbes. Disponible en itunes y Googleplay Store.
Extraído de What’s Ahead, el nuevo podcast de Steve Forbes. Disponible en itunes y Googleplay Store.

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