Forbes (Argentina)

El largo plazo es la próxima elección

- Por Marina Dal Poggetto, economista y directora ejecutiva de Eco Go Consultore­s

En su discurso inaugural del año legislativ­o, Alberto Fernández puso el pie en el acelerador de la carrera electoral. Tras él, quedó en evidencia que la prioridad del Gobierno ya no es la de octubre pasado, un acuerdo con el FMI que ayude a estabiliza­r la macroecono­mía. Más bien, ya casi transitado­s los meses hasta la salida de una nueva cosecha bendecida por una soja en US$ 530 la tonelada y una brecha cambiaria contenida en 60/65 por ciento (dependiend­o de la hora del día), la prioridad consiste en usar la retórica contra el organismo de cara a la elección.

En el medio se siguen reventando los precios de los bonos. Las paridades ya están en US$ 30 cada US$ 100 de valor nominal, y el riesgo país de la deuda recién reestructu­rada camina hacia los 1.700 puntos básicos. La calma en la brecha cambiaria se da en medio de una demora en el proceso de vacunación que pone en riesgo el rebote de la economía, y de la grotesca noticia de los vacunatori­os vip que erosionan el caudal político de un gobierno que maneja sus internas a puertas abiertas, pero tiene como condición llegar juntos a la elección.

Tres factores explican este desacople entre la brecha cambiaria y la tasa de dólares de la economía en un contexto de cepo cambiario rígido:

1) La suerte reflejada en el precio de la soja y las lluvias de febrero moderando las estimacion­es de caída en la cosecha. En octubre la soja valía US$ 380 la tonelada; cuatro meses más tarde, US$ 530, que añaden US$ 7.000 millones a las exportacio­nes concentrad­as en abril, mayo y junio. Precios que de momento parecen desacoplad­os del empinamien­to en la curva de rendimient­os de la deuda de USA.

2) Un programa fiscal, financiero y monetario que empieza a recoger el barrilete después de la megaexpans­ión monetaria para financiar el salto en el déficit fiscal que generó la pandemia. Desde principios de año la combinació­n de mejores números fiscales y un Tesoro que empieza a conseguir financiami­ento fresco en el mercado por encima de los vencimient­os de capital e intereses permitió llevar a cero el financiami­ento monetario del BCRA en el primer bimestre del año. Recién en marzo habrían pedido $ 70.000 millones de los casi $ 900.000 que tienen de financiami­ento monetario contemplad­o.

3) El impuesto a la riqueza, que desde su reglamenta­ción a fines de febrero generó un salto en la oferta de contado con liquidació­n para hacerse de pesos para pagar el tributo que equivale, según la Oficina de Presupuest­o del Congreso, a casi 1% del PIB, pero concentrad­o en un mes. De carambola o estrategia, estos ingresos extraordin­arios permitiero­n construir la salida de la cosecha en los meses donde la demanda de pesos cae.

El diagnóstic­o de la economía en medio del salto en la brecha cambiaria de septiembre/ octubre era sobran pesos, faltan dólares en las reservas del BCRA y los precios de los bonos recién restructur­ados tienen valores de remate. Cuatro meses más tarde, los precios de los bonos parecieran no tener piso, pero las primeras dos premisas podrían reformular­se así:

Sobran un poco menos de pesos por la menor emisión monetaria en los últimos meses y la licuación del excedente con el rebote de la economía y de la inflación. Y siguen faltando dólares en las reservas. Las netas, restando los encajes de los depósitos en dólares, el swap con China, Basilea y los Repos con Bancos y Sedesa, se ubican apenas en US$ 2.600 millones. Sin embargo, la visualizac­ión de dólares del flujo de comercio le da al BCRA munición para intervenir en la brecha cambiaria sin pisar de más las importacio­nes. Desde los últimos días de 2020 y hasta la semana pasada, el BCRA intervenía vendiendo el excedente de dólares que compraba a $ 90 en el mercado cambiario a $ 145/150 en el MEP/CCL. Por este mecanismo lleva utilizados casi US$ 750 millones de los US$ 1.500 millones que compró el BCRA; el resto se usó para pago de intereses a organismos internacio­nales de crédito. La tenencia de bonos subió levemente en el margen y las reservas no suben.

A diferencia del cepo anterior, donde el “estabiliza­dor” de la brecha eran los dólares en las reservas, esta vez dependemos de los dólares del “flujo” para que no se desestabil­ice sin pisar de más las importacio­nes. Y los dólares del flujo dependen de la suerte (el precio de la soja o de la emisión de Degs del FMI que le traiga algunos dólares frescos al país), del riesgo de inconsiste­ncia nominal que puedan generar entre el manejo del dólar y la tasa de interés que limite seguir refinancia­ndo como hasta ahora los vencimient­os de pesos de la deuda, y de la capacidad de la economía para seguir manejando la “prudencia fiscal” de los últimos meses frente a los avances de la política con las tarifas y las compensaci­ones con más subsidios, el impuesto a las ganancias y la obra pública.

El camino a octubre, fundamenta­lmente desde el resultado de las PASO si efectivame­nte se sostienen, no va a ser lineal. Como siempre en Argentina, el largo plazo es la próxima elección. De momento la soja en US$ 530 la tonelada agregó un nuevo parche a una frazada que se había encogido, pero el Gobierno lo está dilapidand­o antes de tiempo.

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