Empleo o pobreza: es hora de tomar decisiones
En la última década en la Argentina no solo no se crea empleo sino que se destruye. Según datos del Ministerio de Trabajo, de 2008 a 2019, la cantidad de empresas permaneció estable entre 670.000 y 680.000, ignorando el crecimiento vegetativo de la población, con el consecuente aumento de la población que busca trabajo. El 85% de ese universo son pequeñas pymes y miniempresas, y se estima que en 2020, por equivocadas disposiciones gubernamentales, cesaron casi 100.000 empresas. El dato es alarmante, ya que estas pymes son las que emplean ni más ni menos que al 90% de los trabajadores registrados.
Así, las consecuencias son devastadoras: si hay menos empresas, hay menos empleo; si no aumenta la cantidad de empresas, no aumentan los empleos disponibles. ¿Dónde trabaja entonces la mayor población activa? Se suman a la gran cantidad de desocupados que no buscan empleo porque saben que no lo encontrarán.
Esta es una de las principales razones por las cuales más de la mitad de nuestra población es pobre o indigente. Según Juan L. Bour, economista jefe de FIEL, solamente a mayo de 2020, el empleo registrado cayó más de 450.000 puestos desde diciembre de 2019, y a pesar de que desde marzo pasado rige la prohibición de despedir. Estos números son muy preocupantes y, según Bour, recién en el segundo trimestre de 2021 se conocerán las verdaderas cifras.
Esto ocurre porque los gobiernos, el actual y los que lo precedieron desde décadas, incluyendo al de Mauricio Macri, en lugar de crear empleo han favorecido la creación de pobreza, porque no percibieron que el principal problema del país es la Ley de Contrato de Trabajo y sus anexas.
Ya en 1979 el premio Nobel de Economía A. Lewis y luego en 1995 el también Nobel R. Lucas se preguntaban: ¿qué acción deben tomar los gobiernos para que sus países crezcan como los desarrollados? ¿Qué hay en la naturaleza de esos países para que el desarrollo sea imposible?
La respuesta es que los países subdesarrollados, con la idea de proteger a los trabajadores, cargan a los empleadores con pesadas obligaciones, por lo cual disminuye la creación de emprendimientos y empleos. Con ello, al registrarse pocas ofertas de empleo, los salarios son bajos, la desocupación y la pobreza crecen, y sus economías se estancan, ya que la riqueza de los países la crean los emprendedores. Si estos son contrariados, se verifican el estancamiento y el subdesarrollo.
En cambio, los países desarrollados protegen a los trabajadores con los seguros de desempleo, con lo cual, al no atacar a los emprendedores, estos logran un alto nivel de empleo, mínimo desempleo y salarios altos, que como un círculo virtuoso realzan la economía y son parte del desarrollo económico.
En mi libro Pleno empleo digo que el subdesarrollo es resultado de políticas que atacan a los empleadores, como la Ley de Contrato de Trabajo (1974) y sus anexas del trabajo no registrado; al permitir además los reclamos por dos años, dan lugar a la mafia de los juicios laborales, que desalientan la creación de empleo.
Ampliamos la mirada a Latinoamérica: las dos economías de mejor desempeño pre-covid, Perú y Brasil, protegen a los trabajadores con una modalidad similar a la que en nuestro país rige para los trabajadores de la industria de la construcción, el Fondo de Cese Laboral. Con este sistema los empleadores no tienen costo de despido, ya que depositan mensualmente la 12° parte del salario en una libreta donde se acumula un capital que el trabajador percibe cuando pierde el empleo.
Así es que en Brasil, en los últimos 20 años, salieron de la pobreza 40 millones de personas. Hoy es la séptima economía del mundo y en 2018, según la CEPAL, tenía reservas de casi US$ 400.000 millones, además de recibir US$ 65.000 millones de inversión extranjera, incluso durante la pandemia. Además, se estima que su economía crecerá un 3,5% en 2021, su inflación está controlada en el 3% anual y, a raíz de la pandemia, su economía solo cayó el 3%, mientras que la de Argentina cayó el 12%.
¿Es posible cambiar la situación en Argentina? Recientemente, el exministro y candidato presidencial Roberto Lavagna propuso que la modalidad del Fondo del Cese Laboral sea la protección a todos los nuevos trabajadores, con la idea de que puedan emplearse los que no tienen trabajo. Lamentablemente, no tuvo eco en el Ejecutivo ni en los legisladores, quienes desconocen la importancia del empleo en la economía de los países. Solo conocen la economía que aprendieron en las facultades, pero no la cotidiana.
Es hora de que la clase dirigente procese estos conocimientos y tome el toro por las astas. Tienen cómo hacerlo. Como señaló Mario Vargas Llosa: “Los legisladores y gobernantes por primera vez en la historia de la humanidad pueden elegir que sus países sean pobres o desarrollados”.