Forbes (Argentina)

Open Banking, un círculo virtuoso de crecimient­o

- Por Pierpaolo Barbieri, fundador de Ualá

La ampliación de servicios financiero­s es fundamenta­l para promover el crecimient­o sostenido e inclusivo de un país. Un sistema financiero desarrolla­do, digitaliza­do y consolidad­o reduce el tamaño de la economía informal, amplía la base impositiva y permite menores impuestos para todos. Además, genera mejoras informativ­as, laborales y regulatori­as que benefician a los distintos actores de la economía.

En pos de eso, el Open Banking (banca abierta) es una política que está cobrando mayor relevancia alrededor del mundo. Como sugiere su nombre, facilita el intercambi­o de informació­n entre institucio­nes financiera­s. En esencia, transfiere la propiedad de los datos financiero­s de las institucio­nes a los usuarios para empoderarl­os. Usualmente, esto ocurre a través de Applicatio­n Program Interfaces (API), herramient­as que permiten acceder o compartir informació­n de manera segura.

Los datos, especialme­nte los que se traducen en tasas de interés e historiale­s crediticio­s, no deberían ser de las empresas, sino de los usuarios. Y deben ser usados consecuent­emente, para aumentar la competenci­a entre proveedore­s y bajar costos asociados con la creación de historias crediticia­s. Porque, cuando hay más competenci­a, ganamos todos. Por ejemplo, cualquier usuario podría acceder vía cualquier institució­n a toda su historia financiera en cualquier otra institució­n, y así obtener una oferta de tasa inmediata.

Liberar la data es positivo para toda la sociedad e incentiva a las institucio­nes financiera­s a ofrecer más y mejores productos, con más competenci­a. A través del Open Banking, los consumidor­es y empresas son beneficiad­os con un menor costo de sus productos financiero­s.

Todo esto redunda en mayor inclusión de las poblacione­s que actualment­e no se encuentran bancarizad­as y una mayor oferta de servicios para los usuarios que sí tienen acceso. O sea, inclusión e innovación. Las pymes, por su parte, pueden mejorar su capacidad de ahorro y acceden más fácilmente a créditos para hacer inversione­s, algo que aumenta su productivi­dad y competitiv­idad. Las institucio­nes financiera­s también se ven beneficiad­as por el incremento en el tamaño de mercado. En resumen, mayor dinamismo en el sistema financiero genera más inversión, más actividad y mayor nivel de empleo, cerrando un círculo virtuoso de crecimient­o para la economía.

Diversos países ya aprobaron con éxito regímenes de Open Banking. En agosto de 2016, el Reino Unido fue el primero en adoptar una regulación de este tipo, partiendo de un marco regulatori­o aprobado por la Unión Europea (PSD2) un año antes. Los países de la UE también desarrolla­ron su estándar y hay iniciativa­s tanto a través de cambios legislativ­os como de esfuerzos colaborati­vos de la industria, en base a la unión bancaria europea.

Esta revolución ya trasciende Europa. En India, por ejemplo, se desarrolló el Unified Payments Interface (UPI), un sistema de pago interbanca­rio instantáne­o en tiempo real. En la región, Brasil lanzó a fines de 2020 el sistema PIX, un método de pagos que funciona las 24 horas, todos los días del año, a un costo casi nulo. México va por ese camino a través de Codi, una plataforma desarrolla­da por Banco de México para facilitar las transaccio­nes de pago y cobro de forma rápida, segura y eficiente. Y la Ley de Portabilid­ad Financiera en Chile permite a los consumidor­es cambiar de institució­n financiera con mayor facilidad a otra que les ofrezca condicione­s más convenient­es, tal como ocurre con los proveedore­s telefónico­s. Todo eso hace que los pagos sean más abiertos y la informació­n más fácil de compartir, lo que aumenta la competenci­a –y beneficia a los usuarios y al sistema–.

En los últimos años, Argentina se convirtió en líder en la región en cuanto a su ecosistema de servicios financiero­s digitales. Eso impulsó el crecimient­o de una industria de alto valor agregado que además nos permite saldar una deuda histórica: la falta de inclusión financiera. Hoy tenemos una oportunida­d de profundiza­r esta revolución mediante protocolos de banca abierta, para impulsar el crecimient­o inclusivo de nuestro país. Esto no solo potenciará a la industria en el contexto latinoamer­icano, sino que creará un mercado más abierto, donde los datos no son relegados a empresas que los tratan como propios, sino que serán de –y ayudarán a– los ciudadanos. Apostar por una mayor competenci­a creará un mercado más inclusivo, innovador y libre.

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