SENDEROS de AUMENTOS que se BIFURCAN
EL MES DE MARZO ES CLAVE PARA LOS COMBUSTIBLES. SE ESPERAN INCREMENTOS EN SUS COSTOS Y QUE ESO IMPACTE EN EL PRECIO FINAL EN LOS SURTIDORES. LO ÚNICO QUE DETIENE EL ALZA DEL LITRO DE NAFTA ES EL AÑO ELECTORAL DEL GOBIERNO.
Las estaciones de servicio comenzaron a adaptar los paneles de precios corriendo la coma en los surtidores y pasando de dos a tres dígitos más un decimal. Así, se preparan para que el litro de nafta, que hoy se ubica en alrededor de los $ 86, supere los $ 100. Es que marzo es clave para el mercado de los combustibles en la Argentina porque se esperan aumentos que van acompañados por un sendero de incrementos de las materias primas de las refinerías ya establecidos hasta mayo, por lo menos. En el AMBA, seguramente el litro no llegue a los $ 100, pero en algunas provincias sí se espera que supere esa barrera. Lo único que frena la suba es el año electoral y el Gobierno, que quiere reducir el margen de error en medio de un complejo escenario económico y de pandemia.
A mediados de mes concluye la prórroga que impuso el Gobierno nacional para actualizar el Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) y al Dióxido de Carbono (IDC), que se mueven dependiendo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que confecciona el INDEC. En diciembre y en enero la inflación fue del 4% y esto preocupó al Gobierno. El contexto inflacionario empuja, en definitiva, el precio de los combustibles hacia las nubes.
Otro factor que impacta en las naftas es la variación del tipo de cambio. Entre enero y principios de marzo el dólar mayorista oficial trepó de $ 84,15 a más de $ 90 (más del 7%). El petróleo cotiza en dólares y representa más del 60% de los costos de las refinerías. Como si esto fuera poco, el precio internacional del barril de crudo Brent, que cotiza en la Bolsa de Londres y es de referencia para la Argentina, comenzó el 2021 en US$ 51, pero trepó fuertemente y hoy se ubica en US$ 65. En lo que va del año, el alza se acerca a un 15% y le pone presión al precio de crudo local, que se encuentra bastante por debajo de la paridad de importación.
Según la firma de análisis de riesgos e inversión Goldman Sachs, la tendencia alcista del precio del crudo en el mundo va a continuar durante el segundo trimestre, llegando a los US$ 70. La misma consultora prevé que en el tercer trimestre del año el barril Brent supere los US$ 75, elevando US$ 10 sus propios pronósticos que realizó a fin de 2020 sobre las perspectivas que tenía del mercado petrolero para el 2021. La explicación de Goldman Sachs para espe
rar un mayor incremento del precio del crudo tiene que ver principalmente con las expectativas de recuperación económica que genera la vacunación contra el Coronavirus en todo el mundo y –en rigor– la mayor demanda de energía. Otros análisis indican que el petróleo en el mundo no va a aumentar de esa forma y que la relación de oferta y demanda con el Coronavirus no está del todo clara, y puede impactar el nivel de actividad de los yacimientos de Estados Unidos y de los países de la OPEP.
Además del tipo de cambio, la inflación, el incremento de los impuestos y el precio del petróleo en el mundo, este mes vence el plazo que estableció la Secretaría de Energía que dirige el neuquino Darío Martínez para continuar con el sendero de cinco aumentos para los primeros cinco meses del año en los biocombustibles (biodiesel y bioetanol). Ya subieron en enero y febrero, y ahora vienen los incrementos fijados para marzo, abril y mayo. Los biocombustibles tienen un efecto directo en el precio en los surtidores porque las refinerías están obligadas por ley a mezclarlos con las naftas y el gasoil, y las compañías terminan trasladando ese aumento al público.
Todas estas variables impactan de lleno en el precio de las naftas en un país con una macroeconomía complicada. En los meses más duros del aislamiento por la pandemia, la caída de las ventas de los combustibles llegó a superar el 90%. El 2020 cerró con un descenso del 20%. A pesar de la vuelta a la actividad de varios sectores productivos y de cierto repunte en algunos rubros económicos, la baja en las ventas en las estaciones de servicio todavía continúa. La reducción de la movilidad por la pandemia y el efecto que producen en el bolsillo los incrementos mensuales de las naftas están impidiendo que las ventas repunten, en un sector que lo necesita cuanto antes. Por ejemplo, las ventas en los surtidores representan para YPF alrededor del 70% de sus ingresos.
El titular de la Federación de Empresarios de Combustibles de la República Argentina (FECRA), Hernán Landgrebe, señaló que “la caída de las ventas en enero y febrero de este año es del 11% respecto de los mismos meses de 2020, que fueron meses normales, antes de la cuarentena”. El ejecutivo de la entidad, que agrupa a más de 800 estaciones de servicio en las provincias de Buenos Aires, Misiones,
LA TENDENCIA ALCISTA DEL PRECIO DEL CRUDO EN EL MUNDO VA A CONTINUAR DURANTE EL SEGUNDO TRIMESTRE, LLEGANDO A LOS US$ 70.
Formosa, La Rioja y Catamarca, subrayó que “marzo puede ser un mes positivo porque tenemos el inicio de las clases, que para esta actividad es importante. De todos modos, va a haber un nivel de ventas de combustibles menor a las de marzo de 2019”. Landgrebe indicó que el agro y la construcción, que muestran buenos niveles de actividad, también son dos sectores que pueden repuntar los volúmenes de las ventas en 2021.
“Para marzo esperamos una modificación en el régimen de los biocombustibles, y eso tiene un impacto en el cliente final en las estaciones de servicio. Esperamos un aumento para este mes, pero eso lo define el Gobierno, y en estos momentos se están dando las negociaciones”, añadió.
Según indicaron distintas fuentes del sector privado, el atraso en el precio en los combustibles que sostienen las petroleras sería de alrededor del 15%. Pero habría que sumar varios decimales más por el peso que tienen los impuestos a los combustibles y el incremento al bioetanol y biodiesel.
La expectativa es que la nafta y el gasoil seguirán aumentando en los próximos meses, pero, como este es un año electoral, el Gobierno nacional conoce la antipatía que genera cada suba en los surtidores, y no necesariamente va a permitir un aumento acorde con los números estrictos del mercado. En rigor, el que define el porcentaje y cuándo aplicarlo es el Gobierno a través de YPF, la compañía controlada por el Estado que tiene el 55% del market share del expendio de naftas en el país. Como ocurre siempre, después de que mueve los precios YPF, lo siguen las demás.
EL CRUDO INTERNACIONAL
La suba en el precio internacional del barril de petróleo en los dos primeros meses del año disparó la negociación entre refinadores y productores. Por tal motivo, entre febrero y marzo se está dando una fuerte negociación entre el Gobierno, las petroleras integradas como YPF y PAE (que controla las estaciones de servicio Axion Energy) junto a las compañías refinadoras como Raízen (comercializa la marca Shell) y Puma. Por otro lado se encuentran las productoras no integradas como Tecpetrol, Vista Oil & Gas y Pluspetrol, entre otras. Al término de esta edición las negociaciones seguían abiertas y no se avizoraba un panorama claro.
Un consultor con trayectoria y conocimiento del sector petrolero local, que prefirió el off the record ante la no resolución de las negociaciones, explicó que “con la implementación de un price cap (precio máximo), el downstream (los segmentos de distribución y comercialización de combustibles) sale favorecido y, por lo tanto, el mercado de combustibles debería morigerar los aumentos de precios en las estaciones de servicio. Al ponerle un tope máximo al precio del petróleo, se está descartando una de las variables que
LA RECUPERACIÓN DE LAS VENTAS DE COMBUSTIBLES ESTÁ PUESTA EN EL AGRO Y LA CONSTRUCCIÓN, QUE MUESTRAN BUENOS NIVELES DE ACTIVIDAD.
influyen en el precio final del combustible como es el valor del crudo”.
El mismo analista mencionó que “si el dólar está controlado por las autoridades económicas, como hacen ahora con movimientos día por día, les están sacando a los combustibles gran parte de la incidencia sobre el precio”. Y añadió: “Controlando el impacto del dólar y del precio del petróleo, se quita gran parte de la incertidumbre del precio a futuro de los combustibles. Por lo tanto, debería ser más fácil morigerar el precio final en las estaciones de servicio y, así, se le otorga previsibilidad al downstream”.
La misma fuente advirtió que “desde el punto de vista del upstream (exploración y producción de hidrocarburos), debe haber pocas cosas tan malas como que el Gobierno establezca un price cap. Esto ya se vivió y fue realmente muy malo para el sector porque desincentiva y quita la posibilidad de capturar precios a la suba del petróleo, como parecería que puede ocurrir en 2021 y 2022”. Y continuó: “Por eso, ponerle un tope de US$ 53, 54 o 55 el barril de crudo local no es bueno para el upstream. Estos valores generan dudas para muchos proyectos de producción petrolera en el país (no todos). Se generaría una situación de rentabilidad, pero sería marginal”.
Esta situación se da “porque el Gobierno no permite aumentos de las naftas que acompañen la variación de sus costos. Si bien los combustibles aumentan seguido, no lo hacen lo suficiente. Lo que estamos viviendo tiene que ver con una visión a corto plazo de todo el sector –sentenció el consultor–. Si no estamos dispuestos a aceptar precios altos ni tampoco bajos, ¿por qué no se juntan las autoridades con toda la industria y proponen una franja de precios? De este modo se sabría que en la Argentina el petróleo vale hasta un máximo y un mínimo, y el Estado debería dejar trasladar esos valores a los precios”, concluyó.
Cómo concluya la puja por el precio del barril local, en definitiva, define buena parte del precio de los combustibles que pagan los usuarios en las estaciones de servicio.