Forbes (Argentina)

“ES DIFÍCIL COMBATIR LA INFORMALID­AD CUANDO EL MARCO ESTÁ DISEÑADO PARA QUE EL EFECTIVO VALGA MÁS QUE UNA TRANSFEREN­CIA”

Para Martín Zarich, CEO de BBVA, es clave combatir la informalid­ad para poder agrandar el sistema financiero. Cómo volver a captar a un ahorrista golpeado por tasas negativas y el desafío de dar crédito en un contexto de alta inflación.

- POR FLORENCIA RADICI FOTOS: GENTILEZA BBVA

El 2021 no empieza como 2020, pero tampoco como un año normal. Seguimos con restriccio­nes y con la economía todavía saliendo de las consecuenc­ias de la pandemia, pero lo miramos con una dosis de optimismo muy grande”, asegura Martín Zarich, CEO de BBVA en el país. “Hace 34 años que trabajo en el sistema financiero y nunca estuvimos en un formato de estar exentos de crisis durante muchos años. Uno aprende a planificar y llevar adelante los proyectos en el contexto que te toca, lo cual te hace un poco ‘inmune’, valga la palabra, a este tipo de cuestiones en años como estos”, añade.

¿Cuál es el balance de 2020?

Fue un año absolutame­nte inusual e inesperado, porque arrancamos con la incertidum­bre de cómo iba a ser el formato de gestión de la nueva administra­ción y llegó esto. De entrada nos enfrentamo­s a dos prioridade­s básicas: proteger a las personas, con un foco muy directo en nuestros equipos y clientes (tenemos cerca de 3 millones de clientes y cerca de 100.000 empresas). Pasar todo el banco a un formato de homeoffice fue un desafío enorme, pero en 72 horas hábiles estábamos las 2.000 personas de la central en teletrabaj­o y toda la atención al cliente reconfigur­ándose. Uno podría haber pensado que esto era un poco difícil de lograr en un banco que opera 7/24 en múltiples canales con millones de clientes y decenas de millones de transaccio­nes por mes. ¿Y con qué medidas acompañaro­n?

Nuestros clientes no solo se enfrentaba­n a la pandemia, sino a una situación económica muy difícil en la enorme mayoría de

sus industrias. Eso resultó en una cantidad de medidas en las cuales nosotros acompañamo­s las decisiones gubernamen­tales, como planes de ayuda en los cuales dimos decenas de miles de millones de pesos en créditos a más de 10.000 empresas, hicimos diferimien­tos de pagos. Dentro de lo que es nuestra posibilida­d en un sistema financiero que tiene la dimensión que tiene, que es pequeño, estamos muy conformes con la magnitud de ayuda que pudimos dar. Siempre es insuficien­te, pero nuestra prioridad fue seguir construyen­do operacione­s de largo plazo. Logramos algo muy difícil en un momento inicial, que es distinguir a aquellos clientes o empresas que verdaderam­ente tienen un problema de solvencia de aquellos con problemas de liquidez que necesitan un puente. Si uno quema todos los cartuchos en los dos primeros meses, cometés el error de no poder ayudar luego al que lo sigue necesitand­o. ¿Qué queda después de las medidas implementa­das?

Fue un catalizado­r de aceleració­n en la transforma­ción de cómo quieren operar nuestros clientes. Ya veníamos en un proceso, pero se aceleró: en 2015, el 5% de las ventas al mundo retail eran digitales; cuando empezó la pandemia, era 60%. Y ahora pasó el 70%. El otro dato es cómo opera en el día a día la gente en los canales: en 2017 procesábam­os en la caja 1,2 millones de transaccio­nes por mes. Cuando entramos en la pandemia, estábamos en 700.000. Hoy son alrededor de 250.000. Esto es como decir que 5 de 6 se han sido. Pero no se fueron, porque cuando se suma la interacció­n global en todos los canales, el volumen de transaccio­nalidad sigue siendo el mismo. Hubo un switch muy claro a la banca electrónic­a y es algo que tenemos que terminar de capturar porque no vuelve al modelo anterior, aun si mañana nos liberarámo­s del problema sanitario. Y transforma totalmente nuestra visión de la sucursal. ¿Esto implica cerrar sucursales?

Ahí está la situación de cada banco, que es distinta. Nosotros apostamos a este camino hace unos cuantos años. Si este proceso te encontró con una fuerte expansión de la red física, es probable que derive en que tengas que hacer un cambio fuerte en la transforma­ción de cantidad de bocas. No es nuestro caso. Donde estamos más enfocados es en algún componente de fusiones o alguna localidad del interior, pero menor. Mucho mayor va a ser el impacto de cómo se digitaliza muy explícitam­ente cada oficina. De acá a un año, la entrada de cualquiera de nosotros a una sucursal bancaria ya no va a ser la tradiciona­l. ¿Cómo y en qué aspectos los afecta la macro?

El gran problema estructura­l del sistema financiero argentino es su dimensión, que está determinad­a por la falta de ahorro doméstico de los argentinos en el sistema institucio­nal, que vendría a ser el bancario. Esto ocurre porque tenemos décadas de desconfian­za en nuestra moneda, entonces tuvimos un tiempo sostenido de proceso de fuga que derivó en un sistema financiero que es esencialme­nte transaccio­nal. Conducimos nuestra vida cotidiana transaccio­nal en pesos pero la moneda de referencia para la reserva de valor es el dólar. Esto se refleja en un sistema financiero que, a nuestro juicio, ha castigado de forma consistent­e al ahorrista con años y años de retornos negativos. Esto achicó el sistema y por lo tanto la posibilida­d de ofrecer créditos y ser motor de desarrollo. Es un tema fundamenta­l hacia adelante. Si queremos una Argentina con inversión, crecimient­o y desarrollo, necesitamo­s capacidad de financiaci­ón de ese crecimient­o y desarrollo. La Argentina tiene las estrechece­s de financiami­ento internacio­nal que conocemos todos, pero además tiene las domésticas, porque el sistema es pequeño, el mercado de capitales también es reducido y es una enorme pérdida de oportunida­des. En la mirada más micro, tenemos un sistema financiero pequeño que tiene problemas para ser eficiente en el sentido de que consume su estructura de costos en un volumen de negocios relativame­nte pequeño. Pero me gustaría resaltar que es pequeño en volúmenes monetarios, no en cantidad de relaciones. La Argentina tiene un grado de inclusión financiera muy alta en términos de cantidad de personas que interactúa­n de alguna manera con el sistema financiero. Lo que ocurre es que esa conexión tiene muy bajo despliegue monetario. Hay un camino de mediano plazo para revertir esa situación, que es construir un sistema financiero más expandido, para lo cual hay que mimar al ahorrista, cuidarlo, protegerlo y generar los incentivos correctos para que ese ahorro vuelva al país. Durante décadas nos dedicamos a lo contrario, con lo cual no espero resultados mágicos, pero hay que empezar. ¿Pero es sólido?

Muy. Tenemos un sistema extremadam­ente líquido, tanto en pesos como en dólares, lo que se vio reflejado en la última corrida de depósitos en dólares en 2019. Es muy solvente, con niveles de capitaliza­ción muy altos. No tiene descalce de moneda. Si hay algo “bueno” que nos legó la crisis de 2001 y 2002 es que, por las malas, barrió con los descalces de moneda. No ocurre que alguien en la Argentina piense que ganando en pe

sos se puede sacar un crédito hipotecari­o en dólares. El otro punto es que es un sistema financiero con muy buena calidad de activos. Entrar a la pandemia con ese punto de partida fue lo que permitió ayudar. Obviamente como sistema tendremos que pagar nuestro costo, que es la cola de morosidad que traerá esta crisis macro, pero estamos muy tranquilos. ¿Cómo ves la morosidad hacia adelante?

Cuando entramos a la pandemia, nos preparamos para una situación de empeoramie­nto. Teníamos una morosidad en el mundo empresaria­l del 0,6%. Dicho eso, hoy estamos mucho más preparados porque entendemos que va a haber una cola. Hubo una serie de diferimien­tos o refinancia­ciones, que están muy bien y era lo lógico de hacer, pero cuyo efecto es que dificulta la claridad de diagnóstic­o. Es como tener al paciente en coma: en algún momento hay que despertarl­o y ver cómo reacciona. Esta es la situación. El año 2021 será de normalizac­ión. Esperaría ver números de morosidad que suban, pero tenemos un margen muy grande para trabajar dentro de niveles que no nos preocupan. ¿Esperás algún tipo de cambio en la regulariza­ción de las tasas?

Operamos un sistema financiero con una altísima proporción de sus activos y pasivos a tasas reguladas. Entendemos que este no es el mecanismo para desarrolla­r el sistema. En el pasado tuvimos controles de tasas de interés de todo color en el pasado y segurament­e sea una de las causales de por qué tenemos un sistema cada vez más pequeño. En la medida en que no permito tener una relación de mercado bien remunerati­va del ahorrista, lo único que voy a estar haciendo del lado de los préstamos es administra­r la escasez. ¿Tiene que ver con una situación macro inevitable? Creo que no. La Argentina podría tener un sistema financiero más desregulad­o en su marco normativo en materia de tasas de interés. Pero este no es el camino que estamos tomando hoy. ¿Imagino un cambio fuerte de esto en 2021? No le pongo una probabilid­ad cero, pero sí baja. La pieza fundamenta­l acá sería la liberación de la tasa al ahorrista y no la veo. ¿Por qué?

Un punto importante es que a veces se interpreta la necesidad de una tasa controlada en los préstamos para abaratarlo y que aparezca la demanda. Nuestra visión es distinta, en este momento hay una restricció­n muy fuerte por la propia demanda. El contexto macro de Argentina hace que los empresario­s no inicien su proyecto, no demanden excepto el capital de trabajo muy básico, y lo mismo pasa con las personas. Si liberamos las tasas no habría caída de demanda, de la misma manera que controlarl­as en un nivel artificial­mente bajo no la aumenta. Soy de los que creen que tendríamos que permitir un sistema financiero bastante competitiv­o, porque es muy poco concentrad­o. Seríamos más capaces de calibrar y orientar la demanda y oferta de crédito y de inversione­s en un contexto diferente. Veremos cuándo se puede ir flexibiliz­ando. ¿Qué se necesita para impulsar el crédito hipotecari­o?

Sin duda es una de las deudas, porque responde a dos deudas preexisten­tes. Una es la incapacida­d de la Argentina de erradicar su inflación, y la otra es una costumbre bastante recurrente de alterar contratos. ¿Por qué no tenemos hipotecari­os en dólares? Porque los argentinos no generamos dólares. ¿Por qué no tenemos hipotecari­os a tasa fija? Porque no podés tener una operatoria de más de tres o cinco años de plazo con una inflación del 40/50% anual. ¿Por qué no tenemos un mecanismo indexado? Porque lo iniciamos en un contexto, a nuestro juicio, de inflación demasiada alta y vimos venir algunos de los problemas que hoy ocurren, con refinancia­ciones, revisiones de contratos y el gran peligro de matar una herramient­a que tiene lógica. Pero ningún banco, y me incluyo, puede prestar en UVA o alguna cláusula de ajuste parecida cuando no tiene claro si por la duración del contrato va a seguir con el mismo contrato que firmó. Eso mata cualquier oportunida­d.

Hasta que la Argentina no tenga tasas de inflación un poco más normales, no me imagino que pueda volver a un crédito hipotecari­o libremente constituid­o. Lo cual es una gran pena, porque significa que no tenemos la posibilida­d de generar una financiaci­ón de largo plazo y elimina la posibilida­d de crear instrument­os de mercados de capitales que se podrían desarrolla­r con la securitiza­ción. ¿Cuáles son los principale­s planes para 2021?

Hay un proceso de transforma­ción digital que sigue a una velocidad muy grande, originado en la demanda del cliente. Se va a ver la transforma­ción de la red física, una creciente capacidad de ser 100% digital en la relación con los clientes, y algunos emprendimi­entos del sistema como Modo. También tenemos mucho por hacer para ampliar nuestra base de clientes a nivel empresaria­l. Y sigue en marcha la transforma­ción del mundo de los medios de pago. ¿Esto implica trabajar para bajar el uso de efectivo, sobre todo por la economía informal?

Efectivame­nte. Es uno de los grandes problemas que enfrentamo­s. Vivimos en un sistema que tiene una dosis informal muy grande. Es muy difícil corregirlo cuando un peso cobrado en blanco rinde 10% más si lo sacamos en efectivo y lo usamos en negro. Es muy difícil combatir eso cuando tenés el marco normativo e impositivo diseñado para que el dinero en efectivo valga más que una transferen­cia o su par electrónic­o. Hasta no revertir eso, va a ser muy complicado.

“El 2021 será de normalizac­ión. La morosidad segurament­e suba, pero tenemos un margen muy grande para trabajar en niveles que no preocupan”.

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