Forbes (Argentina)

“HAY QUE RECONSTRUI­R EL SISTEMA DE CRÉDITO HIPOTECARI­O EN LA ARGENTINA”

Para Fabián Kon, gerente general de Banco Galicia, con la inflación en tasas en torno al 20% se puede pensar en un sistema de préstamos a la vivienda. Por qué la estabilida­d fiscal es el primer paso para que crezca el sistema financiero.

- POR FLORENCIA RADICI FOTOS: ARCHIVO FORBES

Sorpresivo”. Así califica Fabián Kon, gerente general de Banco Galicia, a 2020. El cimbronazo de la pandemia implicó cambiar “abruptamen­te” (aclara) de planes. “Además de los cambios de hábito de las personas, hubo que asistir a una cantidad de pequeñas y medianas empresas con líneas para que pudieran afrontar sus gastos”, explica el ejecutivo, al frente del banco que es primero en préstamos y segundo en depósitos en el sistema financiero argentino. Y es que, si bien la entidad ya estaba inmersa en un proceso de transforma­ción digital, la coyuntura sin dudas lo aceleró, sobre todo en el sector corporativ­o. Un ejemplo: según Kon, Galicia tiene 30% de market share en cheques electrónic­os (Echeq). “Es una herramient­a sumamente efectiva, porque se gestiona online y tiene un proceso digital muy seguro –añade–. Fue un año en el que hubo que correr y adaptar a los alrededor de 3.000 oficiales para que estuvieran muy cerca de sus clientes”.

¿Se van a mantener los hábitos?

Algunas cosas de las que implementa­mos durante la pandemia probableme­nte sean herramient­as que sigan siendo buenas a futuro. Por ejemplo, el sistema de turnos. Es lo mejor que nos puede pasar porque eso ordena el trabajo de los oficiales. Si bien se implementó para evitar el amontonami­ento, termina siendo una herramient­a muy buena para que la gente no espere y el oficial se prepare. Acá aparece un componente interesant­e, que es analytics y big data. Cuando una persona pide un turno en forma digital, podemos hacer un análisis de datos para anticipar la operación que va a hacer y, por ejemplo, mandarle instructiv­os. ¿Cómo fue lidiar con tantos cambios de normativas?

Fue un tema muy trabajoso, porque hubo que cambiar muchos procesos. En el mundo de individuos tenemos entre 2,5 y 3 millones de clientes, con lo cual todos los procesos son absolutame­nte automatiza­dos. Cuando se corre el proceso del vencimient­o de la tarjeta, son procesos complejos porque se vinculan con Visa, con American Express, con Mastercard, para hacer determinad­os cálculos. Hubo que intervenir procesos para las postergaci­ones, así que hubo mucho mérito de las áreas de sistemas de adaptar esos procesos de acuerdo con las regulacion­es que fueron saliendo, que esperemos ahora se normalicen. Lo mismo ocurrió con la compra y venta de moneda extranjera. Hubo que automatiza­r todos los controles y los “if” que tenían las normas para poder adaptarlos. ¿Hubo algún desafío puntual que surgió en ese contexto?

Un tema complejo fue el del efectivo. La economía argentina tiene un volumen de efectivo muy grande, por la economía informal. Cualquiera que vive en la Argentina sabe que muchos comercios incentivan el pago en efectivo –y cuando digo comercio no me refiero al kiosco de la esquina, sino a transaccio­nes muy grandes–. Eso generó en los bancos una carga muy importante que sigue. Hay un exceso de billetes de $ 100 y es un tema que hay que seguir trabajando, pero no es solo de los bancos, sino de política de Estado. De cómo el Estado va a incentivar la transacció­n electrónic­a en detrimento del efectivo. Hay ejemplos en otros países donde lo primero es reducir los impuestos que pagan los comercios. Si a un comercio que vende con crédito o débito le pongo muchas retencione­s, lo incentivo a cobrar en efectivo. También hay estímulos para el comprador, por ejemplo devolucion­es de IVA. El principal interesado en reducir el efectivo y estar en un mundo de transaccio­nes

registrabl­es es el Estado, porque aumenta la recaudació­n. Lo pongo en la lista de 2021 como tema pendiente que hay que seguir trabajando en la Argentina.

¿Cómo se comportó el nivel de morosidad y cómo lo ven para este año?

En 2020 obviamente la morosidad fue más alta que en 2019 por el efecto de la pandemia de aumento de la desocupaci­ón, suspension­es, etc. Pero no fue catastrófi­co. Con lo cual la morosidad fue un costo muy alto para los bancos, pero no en un nivel que comprometa el capital. El sistema financiero atravesó exitosamen­te el examen de la pandemia visto en términos de morosidad. En cuanto a 2021, se va a mantener alta en términos históricos porque todavía se está saneando la economía, pero no veo un riesgo de morosidad exacerbada. Sí es cierto que la postergaci­ón de pagos esconde un poco el tema. Pero muchas de las postergaci­ones ya se están suspendien­do y se está volviendo a la normalidad, que es lo que tiene que ser, y no estamos previendo niveles de morosidad más altos que en 2020. ¿Qué análisis hace de las principale­s variables macro? ¿Qué perspectiv­as ve para este año?

Prevemos un crecimient­o de entre el 4% y el 5% del PBI en 2021, lo cual determina el nivel de actividad. La inflación es muy importante porque tiene un montón de derivadas: la primera es que determina el grado real de negativida­d o positivida­d de las tasas. En un mercado de tasas reguladas, o mayormente reguladas como tenemos hoy, si la inflación es alta podés ir a un esquema de tasas negativas que desincenti­va el ahorro. Además, afecta el resultado de los bancos, que presentan balances ajustados por inflación pero, si es muy alta, tienen que generar un retorno superior para no perder capital. Entonces, para conservar el capital de los bancos, la inflación pone una vara alta. Por supuesto, también miramos los efectos monetarios desde el punto de vista de la liquidez y el crédito, y el mercado de divisas. Si bien el volumen de préstamos y depósitos en dólares cayó significat­ivamente, siguen siendo importante­s en términos de la generación de expectativ­as. Cuando se espera una devaluació­n, el comportami­ento de los operadores económicos cambia. ¿Qué se necesita para consolidar el sistema financiero? Una política muy activa del sistema financiero y el Estado en cuanto a la registrabi­lidad de las transaccio­nes de los pagos del sistema. Otro tema importante es refundar el sistema

hipotecari­o de la Argentina. El sistema UVA está muy dañado, básicament­e porque tuvo varias regulacion­es que afectaron la confianza, entonces hay que reconstrui­rlo, sumado a que cuando se creó fue con un defecto: no preveía un mecanismo de securitiza­ción de las hipotecas. Cuando los bancos empiezan a dar hipotecas, llega un momento en el que hacen un security y lo venden al mercado. Si sos inversor, comprás un título respaldado por hipotecas, por lo cual tiene buena garantía, y eso hace que ese dinero vuelva a los bancos que siguen colocando hipotecas. Así funciona en todo el mundo la securitiza­ción. En Estados Unidos, incluso después de la crisis de 2008 sobrevivió y sigue funcionand­o. Cómo generar eso en la Argentina también es un trabajo entre el sistema financiero y el Estado. La tentación de cambiar algo en el corto plazo te afecta a decenas de miles de personas que en los próximos años no van a poder sacar su hipoteca, entonces hay que pensar también en cómo darles seguridad jurídica para que no haya intervenci­ones de corto plazo que terminen afectando seriamente la capacidad de la gente de comprarse esos departamen­tos dos o tres años después. ¿Se puede pensar en créditos hipotecari­os con estos niveles de inflación e inestabili­dad?

No, tiene que haber una inflación más baja. No tiene que ser de un dígito, pero si fuera de alrededor del 20% creo que puede funcionar. Las inflacione­s muy altas afectan cualquier sistema que necesita ajuste porque con números tan altos el ajuste de salarios y el de créditos nunca van a la misma velocidad y generan descalces. Pero seamos positivos de que vamos confluyend­o hacia eso. Hay un acuerdo con el FMI que probableme­nte genere un sendero de convergenc­ia hacia el equilibrio fiscal. Lo cual es clave. ¿Por qué?

Cuando uno mira la historia argentina, es un país que tuvo desequilib­rios fiscales la gran mayoría de los últimos 70 años. Eso es imposible de manejar. La Argentina necesita ir a una política de Estado de equilibrio fiscal tanto a nivel nacional como provincial y municipal. Es la única manera para que el país pueda tener moneda e impulsar un crecimient­o económico robusto y estable. El equilibrio fiscal también debería ser un tema de Estado. Cuando se habla de los acuerdos público-privados, si tuviera que elegir un tema, es este. Los argentinos tenemos que aprender a tener un plan para llegar al equilibrio fiscal y generar políticas que lo respalden. Por ejemplo, que sea una obligación de la administra­ción pública en todos los niveles. Y el último pilar para que el sistema financiero crezca es su modernizac­ión y agilidad, donde hay mucho para crecer. ¿Qué perspectiv­as hay de regulariza­r las tasas?

Hoy el nivel de regulación de tasas del mercado es alto, tanto activas como pasivas. Eso lo entendemos como mecanismo de crisis, pero afecta a la competenci­a. Cuando tenés un sistema regulado, reducís la competenci­a. A partir de la reducción del déficit y la inflación, el volumen de tasas reguladas del sistema financiero debería bajar e ir a un esquema de tasas competitiv­as. El sistema financiero argentino tiene una cantidad

enorme de bancos, es el menos concentrad­o de América. Entonces, nos parece que el camino es desregular las tasas hacia adelante. ¿Y con respecto a los controles de cambio?

Con respecto a esto, está la brecha y la regulación de capitales y el tipo de cambio. Es un esquema necesario cuando tenés un problema, como hubo, de reestructu­ración de deuda o faltas de reserva. Pero, en la medida en que generás acuerdos con los accionista­s y el FMI, y el BCRA acumulando reservas, esos mecanismos deberían empezar a desaparece­r. No quiere decir ir a un esquema absolutame­nte libre, pero sí un esquema con tipos de cambio más fluctuante­s con la macroecono­mía. Declaró que para este año la estrategia es aumentar 5% el número de clientes, profundiza­r las relaciones con sus clientes y expandir la digitaliza­ción. ¿Cómo lo hará?

Crecer un 5% en una economía que esté creciendo como lo va a hacer este año es un desafío, pero nos sentimos cómodos con que tenemos los productos, las capacidade­s, la distribuci­ón geográfica y la marca como para poder hacerlo. Es un objetivo posible. Profundiza­r las relaciones; a través de mecanismos de red, estar más cerca del cliente con soluciones específica­s. Por ejemplo, con verticales como el rural, que les dan a los clientes soluciones puntuales para su área. En transforma­ción digital, ¿cuál es el próximo paso?

Tenemos 1.900 personas trabajando bajo formatos ágiles. Esto es, en squads multidisci­plinarios, con perfiles comerciale­s, desarrolla­dores, ingenieros de datos y UX (experienci­a del cliente), entre otros, que lanzan mejoras a los procesos y productos con una mirada quincenal. Tienen una mirada muy cercana sobre la operación y sobre el contacto con el cliente. ¿Estos cambios implican el cierre de sucursales?

Cuando hacemos las investigac­iones de mercado con los clientes, piden dos cosas: procesos digitales rápidos y respuestas inmediatas, y cercanía. Cuando le preguntás a una pyme de La Plata dónde quiere a su oficial, es en La Plata. Se podría pensar que la digitaliza­ción se contrapone a la red distribuid­a geográfica­mente, pero no. El cliente sigue yendo a las sucursales. No realiza transaccio­nes que no agregan valor, pero sí otro tipo de operacione­s. Teniendo en cuenta el surgimient­o de nuevos jugadores, sobre todo dentro del sector fintech, y que el banco tiene una capitaliza­ción muy alta, ¿analizan adquisicio­nes?

Tenemos un equipo que mira de forma permanente oportunida­des de mercado, tanto en fintechs como en bancos o empresas que sean complement­arias con lo que hacemos. Por el nivel de capitaliza­ción que tenemos, sí vamos a estar presentes en las oportunida­des de concentrac­ión del mercado que haya. A veces esas oportunida­des no las determinam­os nosotros, pero vamos a estar presentes.

“El volumen de tasas reguladas del sistema financiero debería bajar e ir a un esquema de tasas competitiv­as”.

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Los cambios constantes de las normativas pusieron a prueba a los equipos del banco, que debieron adaptar procesos sobre la marcha.
Agilidad Los cambios constantes de las normativas pusieron a prueba a los equipos del banco, que debieron adaptar procesos sobre la marcha.

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