Un año clave para la macro y la política
Cómo puede ser el impacto en la economía de un 2017 electoral. La conflictividad social y el peso de las demandas gremiales. La inseguridad, la inflación y el desempleo, los temas que preocupan a la gente.
Cómo puede ser el impacto en la economía de un 2017 electoral. La conflictividad social y el peso de las demandas gremiales.
El 2016 fue un año positivo por muchos aciertos en temas complicados que quedaron pendientes de la herencia K. Tuvo sabor a poco por la estanflación y en particular por un segundo semestre frío.
Este 2017 es un año más predecible en cuanto a nivel de actividad e inflación. Se proyecta un aumento de la inversión impulsada por la infraestructura pública y una recuperación del consumo, clave para el año electoral.
El nivel de consumo privado más público que dejó el kirchnerismo en términos de PBI fue muy elevado, pero a pesar de ese techo puede crecer este año por el incremento de la masa salarial.
El contexto internacional sigue incierto. Donald Trump parece no cumplir el Teorema de Baglini que plantea: “La racionalidad del político electo para el cargo crece al llegar al salón oval de la casa Blanca”. Parece querer cumplir sus promesas de campaña en el plano económico, lo que es una mala señal.
Recién en 3 meses más podremos tener un diagnóstico más certero de esta situación y del impacto previsible de la administración Trump, el cual puede ser modera- do por la estructura institucional. Se estima también un aumento marginal en la tasa de la Reserva Federal para este año.
Europa está mejorando de modo tenue y China sigue firme. Estados Unidos, en cambio, se desaceleró en el cuarto trimestre de 2016 (del 3,5% anual al 1,9%). Paradójicamente China lidera la globalización que Estados Unidos tanto cuestiona.
La región sigue fría en cuanto a crecimiento. La economía brasileña es un problema porque continúa sin consolidar señales positivas y se estima que caería 4% en 2016. En 2017 sólo crecerá entre 0 y 1%.
En el plano local la conducción colegiada del área económica puede ser un problema para tiempos de transición como éste que requieren de mucho liderazgo.
Demasiadas voces pueden hacer perder el foco y el impulso.
La actividad en Argentina 2017 se estima con un rebote de ciclo y una tasa de inflación a la mitad que el año pasado, lo que es muy bueno. Hay que ver el efecto de la mayor tarifa eléctrica sobre los precios, pero al parecer sería acotado. También preocupan los aumentos de los peajes y las prepagas.
La puja distributiva, tanto a nivel estatal como privado, puede influir también en el nivel de precios. La tasa de interés clavada hace tiempo en torno al 24% influye en la estabilidad, si bien es sabido que solo con política monetaria no alcanza para bajar la inflación. Hace falta trabajar sobre expectativas y en particular en el frente fiscal.
En lo referente al déficit público, éste seguirá elevado. Hay buenas noticias por el blanqueo que deja en ingresos al fisco un punto del PBI. Fue un punto clave para lograr la meta fiscal y se espera que alcance una cifra final superior a los $120 mil millones.
Las reformas impositivas en 2016 lograron reducir la presión tributaria un 2%, por lo cual no se esperan grandes cambios en esta materia en el corto plazo. Recién será un tema para 2018, si es que llega a encararse. Hay avances con asesoramiento, por ejemplo, de parte de FIEL al gobierno en este frente tributario.
La presión tributaria sigue muy elevada pero el gasto público en términos de PBI que dejó el kirchnerismo es sustantivo. Parte del gasto público son subsidios que no se han podido reducir de modo significativo. Sigue el ciclo de endeudamiento que hay que monitorear porque la historia reciente ha sido adversa en estos procesos de incrementar la deuda.
El sector externo complementa al fiscal en un contexto estructural de déficit gemelos. La cuenta corriente negativa está influida, entre otros factores, por el saldo del sector turismo que refleja el retraso cambiario. En cuanto a las Reservas, la posición es más sólida y ha dejado de ser un tema sensible como lo fue en 2015.
LA DEUDA. El endurecimiento del financiamiento internacional en 2017 puede condicionar la estrate- gia fiscal del Gobierno. El tipo de cambio real va a la baja si sigue este proceso de endeudamiento público. Al ser el dólar una moneda fuerte, casi uno a uno con el euro, perdemos competitividad. La serie de tipo de cambio real nos presenta un dólar cercano al de fines de la convertibilidad.
El Gobierno ha hecho una opción de política por el sistema flexible de tipo de cambio que parece coherente y el Banco Central no lo determina.
En el frente laboral se estima una recuperación moderada del salario real. El año pasado cayó bastante. Es de destacar la nueva modalidad de contratos en el sector petrolero que podría extenderse al conjunto de otras industrias. Las paritarias dominarán la coyuntura estos meses y el gobierno está firme con la pauta del 18% en cuanto a sueldos públicos.
Parte del gasto público son subsidios que no se han podido reducir de modo significativo.
El paro de la CGT es un punto no menor. El diálogo con el Gobierno ha sido lo dominante pero puede haber divergencias entre sindicatos y el Ejecutivo si no mejora la economía a futuro.
En cuanto al desempeño de los sectores para fundamentar un crecimiento cercano en 2017 a 3% hay diferentes velocidades. El agro está firme, salvo excepciones como lácteos y algunas economías regionales. El sector invierte y los precios son buenos. Se estima una cosecha importante a pesar de las inundaciones.
En lo referente a la industria manufacturera, se esperan mejoras en el rubro automotriz a pesar de un Brasil cuasi-recesivo. En el sector energético, lo de Vaca Muerta va por ahora a un ritmo lento, pero en energías renovables hay buenas expectativas.
El sector Construcción puede crecer por la dinámica de la obra pública. Minería tiene mucho potencial pero debe superar los cuestionamientos ambientalistas. A mediano plazo hay muchos puntos para ser optimistas. Se está relanzando el Mercosur. Se quiere mejorar el capital humano del sector público desde el Ministerio de modernización con programas de formación.
En abril el World Economic Forum hace el capítulo latinoamericano de competitividad en Buenos Aires. La competitividad es un tema cada vez más presente en la agenda, y lo será en mayor medida después de solucionar la macro de corto plazo. El otro gran tema que requiere estabilidad y crecimiento sostenido es la pobreza, por ahora en torno al 30% de los hogares.
La economía puede crecer al ritmo de 4% promedio desde 2018 a 2020 si se sigue la orientación general del Gobierno en el área económico-social, pero no será con piloto automático. Hay muchos frentes para apuntalar y riesgos internos y externos no despreciables.
LA POLÍTICA. El panorama político ha sido estable durante 2016. A pesar de que entramos en un año electoral clave, el verano fue tranquilo sin muchas novedades de peso. La sociedad argentina, como
En lo referente a la industria manufacturera, se esperan mejoras en el rubro automotriz a pesar de un Brasil cuasi-recesivo.
ocurre desde hace décadas, sigue en primer término preocupada por la inseguridad, después viene la economía.
La inflación y el empleo aparecen en las demandas colectivas después de la inseguridad. Los políticos gozan de mala imagen y es poco lo que se espera de la clase dirigente. La abstención electoral expresa este cansancio cívico, análogo al visto en otros países. La reforma política, por otra parte, está aún por concretarse. El Gobierno está sólido en el plano de la gobernabilidad y es mejor (hasta ahora) en política que en economía.
Cambiemos es una coalición especial que ganó en un ballotage, siendo el primer gobierno que accede así al poder desde el Pacto de Olivos. El radicalismo pesa poco en esta alianza y más aún con el virtual alejamiento de Ernesto Sanz, que fue un artífice clave de la coalición.
Es un gobierno sin pata sindical, con pocos gobernadores de tropa propia, y sin mayoría en ambas cámaras. El proyecto político lógico de Macri es ir por el premio mayor y gobernar 8 años, si no fuese así comenzarían las internas al interior del Pro y se podría dar el síndrome del pato rengo.
Es clave octubre de 2017 para consolidar la continuidad de este proyecto. Sigue en la gestión de Cambiemos el enfoque gerencial, con unidad firme de mando y estímulo a la colegialidad y al trabajo en equipo. Prat Gay y Melconián son dos casos importantes que demuestran que con esta visión de unidad no se juega.
El Gobierno está dejando en claro que la gobernabilidad es posible sin hiperpresidencialismo, tal como ocurrió con Menem y el matrimonio Kirchner. La figura de María Eugenia Vidal es un punto clave en Cambiemos. Su triunfo fue tan sorpresivo como el de Trump o el Brexit. Rompió el tablero.
Ha hecho una coalición parlamentaria y cede entonces poder en Sarghini, que conduce como PJ una cámara. Expresa sentido práctico al sumar peronistas a nivel nacional como pretende Emilio Monzó.
Descontando a María Eugenia, Cambiemos tiene pocos cuadros. No hay radicales con carisma a nivel nacional en los 20 referentes principales de la UCR. Incluso Sanz mide poco. Carrió, la ética sin bondad como dice el papa Francis- co, posee intención de voto pero es acotada. No es un cuadro ganador como sería María Eugenia Vidal.
Sin embargo, Carrió es clave en Cambiemos precisamente porque no gestiona, sabe de política, la ejerce y eso es lo central. Jorge Macri y Facundo Manes son poco conocidos, cuestión muy grave para ser candidatos. Son referentes naturales a disputar por la senaduría de la provincia de Buenos Aires, a lo que se suma también Carrió. ¿Podrán ser arrastrados por el efecto María Eugenia?
El peronismo no encuentra un líder claro. Cristina Fernández y Sergio Massa dominan el escenario y miden especialmente bien en el conurbano. Cristina ve diluir el espacio kirchnerista. Su imagen positiva es alta, pero mucho más alta es la negativa, como ocurrió Menem en 2003.
Los procesos judiciales no le hacen mella a su núcleo duro de votantes. El kirchnerismo se apaga pero el proceso va a ser lento como ocurrió con el menemismo. Del lado peronista no renovador, Florencio Randazzo mide poco y peor aún gobernadores como Gioja, Urtubey o Schiaretti.
Massa se mantiene firme y es un líder natural del peronismo. Margarita Stolbizer ha crecido en la opinión pública coqueteando con su alianza posible con Massa. Es difícil proyectar el mapa político al 2020 porque Cambiemos es una anomalía del sistema, virtualmente desaparecida la UCR del plano nacional.
Un escenario es Cambiemos y el peronismo unificado, quizás detrás de Massa. Los intentos de la centro-derecha como los del PRO desde los años ‘60 fracasaron (Udelpa de Aramburu; Nueva Fuerza de Chamizo; la UCD de Alsogaray: Cavallo, López Murphy). Esta puede ser la primera oportunidad de éxito.
Si a Macri le va mal en octubre en la proyección nacional y en particular en la provincia de Buenos Aires, se complicará la gobernabilidad porque el peronismo suele ser muy molesto cuando ve frágil al enemigo.
El Gobierno está sólido en el plano de la gobernabilidad y es mejor (hasta ahora) en política que en economía.