Claudio Zuchovicki: qué hacer con los pesos de cara a octubre
La expectativa sobre el triunfo o la derrota de Cambiemos en los comicios es determinante a la hora de elegir en qué activos invertir el dinero. Por qué hoy la mejor opción es pensar en el corto plazo. Los escenarios posibles y el rol del Banco Central li
Las expectativas sobre el triunfo o la derrota de Cambiemos en los próximos comicios serán determinantes a la hora de elegir en qué activos invertir el dinero. Los escenarios posibles y el rol de Federico Sturzenegger en la política contra la inflación.
Esta nota pretende ayudarte a tomar decisiones con tus ahorros, al menos para los próximos meses, hasta que nos volvamos a encontrar en este espacio de FORTUNA.
En su última visita a Holanda, cuando el presidente Macri pretendía seducir a un grupo de inversores mostrando sus planes, uno de ellos le dijo: “Presidente, no alcanza con la voluntad de un gobierno, es necesario ver la voluntad de cambio del pueblo y para ello es necesario esperar las elecciones de octubre”.
Está claro que la Argentina necesita cambios estructurales, no es competitiva ni viable con esta carga fiscal para el sector privado. Ni con esta infraestructura que encarece el transporte, los tiempos y los recursos necesarios para comercializar nuestros productos. Ni con estos costos y riesgos laborales. Pero también está claro que para hacer estos cambios que hagan viable a nuestro país a largo plazo necesita mucho poder político.
Este es el primer razonamiento con el que voy a justificar porque voy a ser muy cortoplacista en mi consejo de inversión.
El segundo es la inestabilidad política de Brasil, no sabemos quién puede tomar las riendas de ese gobierno y cuál va ser su modelo económico, y sin saber cómo se va a mover nuestro principal socio, es mejor no apurarse.
Es por eso que elijo invertir el 70% de los ahorros en un fondo común de inversión de corto plazo en pesos, que tienen Lebacs y pla-
zos fijos. Estos rinden aproximadamente un 21% anual en pesos con la ventaja de que puedo retirar cuando quiera. Un 20% en bonos provinciales en dólares como por ejemplo los de Chubut, Neuquén, Mendoza y Provincia de Buenos Aires, que rinden un 7% anual en dólares. Son provincias que no la están pasando bien económicamente por eso pagan altas tasas, pero para mí sus economías van a mejorar y tienen alta capacidad de pago.
El 10% restante lo invertiría en acciones ligadas a la industria de la construcción o de la energía. Ambos sectores tienen para mí el mayor potencial de recibir inversiones reales, por el blanqueo y por la necesidad del Gobierno de aumentar el autoabastecimiento de energía y van entonces a dar muchas ventajas a las empresas del sector. Si usted nunca invirtió en acciones consulte a un agente
de bolsa o su banco. Es muy fácil, más fácil que comprar dólares y a largo plazo mucho más rentable.
Después si usted cree que en octubre gana el oficialismo, y va tener las manos más libres para gobernar, invertiría en lo mismo pero con otros porcentajes. Ejemplo 30% en acciones, 50% en bonos provinciales, 20% en bonos en pesos.
Si usted cree que el Gobierno pierde las elecciones, dolarice su portafolio comprando Letes de tesorería, licitan los jueves y puede comprarlas en su banco o agente de bolsa. Son a seis meses y rinden cerca del 3% anual. Otra alternativa es comprar el Bonar 2024. Rinde 5% anual en dólares.
Dentro de las alternativas, pasada la volatilidad en Brasil, cuando
“Las inversiones que no vinieron hasta ahora, dudo que vengan si la gente decide que es mejor lo que teníamos antes”.
este más clara la gobernabilidad, tendría en cuenta bonos de Petrobras, Itau o del propio gobierno brasileño. Cuando compra a precios de crisis es difícil que se equivoque.
No se rompa la cabeza sobre-diversificando sus ahorros, lo importante son los montos que uno tiene en bonos en pesos, bonos en dólares y acciones. Ya sé que alguien me puede decir que hay bonos en pesos que ajustan por inflación, por tasa Badlar o por el valor del dólar, pero saben que mi posición es que en este contexto es más prudente ir de plazos cortos, y en estos plazos todas las variables van a converger o rendir parecido.
Quiero ahora justificar el motivo por el cual no invertiría todavía a largo plazo, y es que confundimos expectativas con esperanzas.
Las expectativas están basadas en certezas y las esperanzas basadas en sueños. A mí en particular
me pasa habitualmente. Por ejemplo, empecé planificando el 2017 esperando adelgazar 10 kilos, y ya llevo engordado cuatro. Mejorar mi inglés y todavía ni llame al profesor, anotarme en el gimnasio y correr 42 km., y hasta ahora corrí 42 km. pero en mes y medio, a sólo un kilómetro por día. Claramente subestimé la tarea o me sobrestimé en mi capacidad de generar los cambios.
Es que todos pronosticamos co- sas que después no cumplimos, simplemente porque la esperanza es un deseo y para tener expectativas ciertas necesito datos, no solo ganas.
Con el país pasó lo mismo, generamos expectativas de crecimiento claramente subestimando la herencia o siendo soberbios con nuestra posibilidad de resolver los problemas estructurales que dejó esa herencia. Y esto no es gratis, genera ansiedad. Es como un asa- dor entre asadores. Uno trabaja y se esfuerza y el resto solo opina. El parrillero va a escuchar a alguien que dice “vas rápido”, otro “apurá el fuego”, “poné ya las achuras”, “poné las papas al carbón, no en la parrilla”. Esa forma de manifestar la ansiedad no ayuda al asador, por el contrario.
Entonces empezamos todos: ¿cuándo empieza el segundo semestre?; ¿qué pasa que no bajamos la inflación? Pero el dólar está atrasado, y si sube el dólar no baja la inflación. Bajar el gasto es inhumano, es un gobierno insensible y neoliberal, pero si no baja el gasto entonces tenemos déficit fiscal y ¿cómo lo financiamos? ¡Nos endeudamos de nuevo!
En síntesis, gastamos más de lo que nos ingresa, pero no queremos pagar más impuestos y no queremos bajar el gasto, tampoco endeudarnos y mucho menos que emitamos. ¿Entonces? Todos saben qué hacer hasta que les toca hacerlo.
Yo no recomiendo invertir a largo plazo hasta que los argen-
tinos no pretendan cambiar todo de golpe, de un extremo al otro. Si empezamos a entender que es mejor crecer 10 años seguidos al 2% anual, que dos años al 7% y luego perder 3 años el 4%. Que cada año digamos estamos un poco mejor, en lugar de querer que todos los años sea “el año”, hipotecando el futuro muchas veces por ello. De algo sí tenemos pruebas: que con lo urgente, necesario y transitorio, no llegamos a ningún lado.
Si bien esta revista tiene un sesgo más económico que politico, hoy es necesario antes de tomar una decisión en materia de inversiones, analizar la política, analizar qué quiere la sociedad. Argentina necesita cambios estructurarles importantes, la pobreza no se va a resolver solo con crecimiento o bajando la inflación, gran parte de la pobreza está en los sectores más jóvenes y éstos no tienen acceso a la educación, y eso hace imposible que un 25% de la población se reinserte en el sistema; tendremos empresas que necesitan empleados y personas empleo pero no van a ser compatibles.
Esto convierte a las próximas elecciones legislativas en cruciales para las inversiones. La sociedad va a decidir si está dispuesta al esfuerzo que significa el cambio y el Gobier- no, a demostrar si está a la altura de las circunstancias y ejecutar ese cambio.
En ese contexto es probable que las inversiones fluyan y el país definitivamente arranque. Si la sociedad decide que es mejor lo que teníamos antes, si las inversiones no vinieron hasta ahora, dudo que vengan.