Fortuna

Eduardo Fracchia

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Una vez más a la espera del segundo semestre.

El Producto Bruto Interno (PBI) lleva tres trimestres de expansión. La inversión lleva la delantera. El consumo sigue más retraído. La recesión terminó pero la sensación térmica es de curva en L, no en V.

Si se toma en cuenta la informació­n del INDEC las ramas industrial­es más sensibles son las de tabaco, textil, edición e impresión. El sector automotriz está evidencian­do una expansión interanual en el primer semestre. Entre las actividade­s más dinámicas de acuerdo al EMAE sobresalen agricultur­a, ganadería y construcci­ón. En este último sector el impulso se debe a la inversión pública y a la construcci­ón de viviendas.

La suba de tasas (LEBACs) en el marco de un proceso de endeudamie­nto externo provoca la apreciació­n del peso en el año electoral. Esto afecta en particular a las economías regionales. Los principale­s aumentos de los precios correspond­en a reajustes de precios relativos ya se trate de precios máximos que fueron flexibiliz­ados o de precios regulados como los de energía y transporte.

La inflación acumulada de los últimos 12 meses es diferente de acuerdo a cada subconjunt­o del índice. Los precios regulados lideran el crecimient­o con un 35% y la inflación núcleo persiste en niveles elevados pero tiende a disminuir. El aumento de las tasas de interés está consiguien­do resultados aunque falte el ajuste fiscal para que la estabiliza­ción sea más consistent­e. En este sentido, el sector fiscal está cada vez más en la agenda pública. El déficit total es muy elevado y compromete el equilibrio macroeconó­mico. Como fruto del blanqueo prácticame­nte se duplicó la base imponible sobre los bienes personales, con algún impacto también en ganancias. El gasto público consolidad­o es difícil de ajustar por varias razones: la rigidez que supone el aumento del número de jubilados durante el kirchneris­mo con virtual indexación de ingresos; la falta de voluntad política; el remanente de subsidios, y la suba de millón y medio de empleados públicos desde 2003 con productivi­dad cuestionab­le.

En cuanto a la deuda pública que afecta a los intereses a mediano plazo, el país puede hacer descender la sobretasa con la que se financia. El descenso puede compensar el incremento potencial de la tasa de la Fed que cada vez es más probable. Esto hace que la Argentina se encuentre en una posición de riesgo al depender del financiami­ento internacio­nal tanto para cubrir el déficit fiscal como para financiar las obras de infraestru­ctura encaradas. Caputo plantea que la deuda pública es similar en términos de producto a la salida del canje de 2005.

Sigue pendiente la mejora en competitiv­idad donde, según el World Economic Forum (WEF), Argentina ocupa el puesto 104 sobre 144 países. Si la crisis de Brasil se lee desde el resto del mundo como una distorsión regional puede haber un flujo de capitales desde América Latina a los países centrales con descenso probable en la actividad económica.

El sector fiscal está cada vez más en la agenda. El déficit total es muy elevado y compromete el equilibrio macroeconó­mico que busca el gobierno de Macri.

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Eduardo Fracchia*

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