Patricia Furlong
Detrás de los primeros “brotes verdes”.
La economía argentina empieza a mostrar sus primeros “brotes verdes” luego de una transición costosa que duró más de un año.
Las ventas de autos, inmuebles y motos se expanden a tasas de dos dígitos (50%,
46% y 31% interanual a junio, en forma respectiva) y hay récord de viajes al exterior. Las cadenas de electrodomésticos ven cierto alivio en la venta de bienes durables (13% de incremento en volumen) y los artículos e insumos para la construcción comienzan a tener más demanda de las familias, las empresas y el Estado.
Las tarjetas de crédito corporativas viven también momentos de reactivación ya que este año alcanzarán un récord histórico de circulación. Hace una década, menos de 1 de cada 10 PyMEs contaban con una, cifra que este año se triplicaría hasta llegar al 30% de las pequeñas empresas. Ya sea como medio de pago, de financiación, instrumento de control y de eficiencia financiera, las PyMEs utilizan cada vez más las tarjetas de crédito comerciales. Y esto sucede porque, en tiempos de transición, estos instrumentos son muy apreciados por los ejecutivos de las empresas, ya que la coyuntura los obliga a buscar fuentes de financiación más diversas para impulsar el crecimiento. De hecho, durante este año, las PyMEs tienen planeado aprovechar la diversidad de nuevas oportunidades de financiamiento para tener acceso al capital necesario para crecer. La tendencia surge de un estudio sobre 250 PyMEs argentinas realizado junto con Oxford Economics a fines del año pasado en el país y en otras 14 naciones. En el estudio, las tarjetas surgen como opción inmediata cuando aparecen dificultades para conseguir la financiación necesaria. En efecto, un poco más de la mitad de los encuestados (52%) dice que enfrentan dificultades a la hora de encontrar la financiación necesaria.
En la actualidad, nada menos que seis de cada 10 PyMEs argentinas dependen del capital de trabajo existente para financiar sus inversiones, seguido de préstamos bancarios (55%). Casi una de cada cinco (19%) PyMEs argentinas están insatisfechas con sus canales de financiación. Las tarjetas de crédito corporativas aparecen como una opción inmediata, de fácil implementación y de costo accesible.
En búsqueda de innovar y ser más eficientes, las empresas están impulsando las tarjetas para dar más previsibilidad a sus cuentas. Es que, según el estudio realizado a PyMEs que emplean entre 10 y 250 empleados y con una facturación de hasta u$s 30 millones, un 61% de los gerentes de finanzas entrevistados advierte que un flujo de caja inapropiado puede afectar su capacidad para cumplir con las liquidaciones a proveedores en tiempo y forma. Por eso, para quienes se cuenten entre los primeros beneficiados por la reactivación, la eficiencia, el mayor control y los ahorros que produce innovar en administración financiera pueden convertirse en ventajas de largo plazo.
Las tarjetas de crédito corporativas aparecen como una opción inmediata, de fácil implementación y de costo accesible para las PyMEs.