Gradualismo o ajuste, ésa es la cuestión
Después de las elecciones legislativas, donde se confirmará o no el apoyo que el Gobierno tuvo en las PASO, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, debe decidir si acelerar el ajuste o mantener el actual ritmo. (Ver también la columna de Eduardo Fracchi
Después de las elecciones legislativas, donde se confirmará o no el apoyo que el Gobierno tuvo en las PASO, el ministro Nicolás Dujovne, debe decidir si acelerar el ajuste o mantener el actual ritmo pausado.
Lo que pueda ocurrir tras las elecciones legislativas en el terreno económico es una incógnita. Pero puestos a simplificar el escenario se abren dos opciones tan posibles como válidas: que el Gobierno decida continuar con su tibio gradualismo, lo que lo llevará a profundizar el proceso de endeudamiento externo, o que bien apriete el acelerador y, a caballo del respaldo popular, lleve adelante una política de ajuste.
El horizonte es difuso, sobre todo porque las cifras que se manejan de cara al acto electoral no difieren demasiado de lo que ocurrió en las primarias. Es decir, Cambiemos tiene una supremacía nacional, pero más de la mitad de la población –dividida en representaciones políticas diversas- no los votó en las PASO. Es decir, seguiría vigente aquella premisa de que hay que asegurar la gobernabilidad, sobre todo cuando no se es peronista. Y eso exige manejarse con cautela.
Los economistas tampoco tienen claro cuál será el derrotero que seguirá la economía y dividen aguas con sus respectivas opiniones. “Más que ver el ajuste del gasto como posi-
ble, lo veo como necesario”, le explica Aldo Abram a FORTUNA. Y agrega: “Si no avanzan en las reformas estructurales que son necesarias vamos a tener un proceso de crecimiento mediocre”.
“El gasto es excesivamente grande. El sector productivo seguirá cargando un monstruo inútil que es el Estado en los tres niveles. Así la economía no podrá correr, gracias si camina. Si se encaran las reformas de fondo las tasas de crecimiento de la Argentina pueden llegar al 5 o 6% anual”, describe el director de la Fundación Libertad y Progreso, y de la consultora Exante.
Abram es un convencido de que las reformas son inevitables. Y, además, de que cuanto menor apoyo electoral tenga el Gobierno en las legislativas, más a fondo debe ir con el recorte del gasto. “Entonces sería más necesario realizar las reformas estructurales, lograr cambios rápidos para ganar gobernabilidad y credibilidad. Suena contradictorio, pero si no lo hacen, todo irá cuesta abajo”.
Que el ajuste fue demorado estrictamente por razones electorales es un secreto a voces que todos comparten. La agenda para después de octubre trae marcados aumentos en las tarifas de los servicios, incremento en el precio de los combustibles y, a mediano plazo, un retoque en el valor de los boletos de transporte.
Así y todo, nada indica que el Gobierno vaya a hundir el puñal hasta la empuñadura. “Se trata de una decisión política más que económica. Cambiemos puede romper con su dinámica actual o bien continuar por este camino. Tiene las dos opciones, los dos caminos están abiertos. Es una incógnita saber lo que harán luego de octubre”, destaca a esta revista el director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortíz, Andrés Asiain.
“Si el Gobierno avanza en la re-
El proyecto del Presupuesto estima un déficit fiscal primario del 3,2%, una inflación del 12% y un dólar a $ 21.
ducción del déficit fiscal lo haría por el lado del gasto, pero también puede seguir adelante con su política pese al déficit creciente –explica. Los liberales siempre hablan del déficit y luego toman deuda para seguir adelante. Hay que ver si responden al pedido de las calificadoras de riesgo o si bien las conforman con algunas reformas leves del sistema, a medida de lo que piden los empresarios locales, como la reforma laboral e impositiva”.
Aunque ambas posibilidades están abiertas, Asiain se inclina por pensar que no habrá cambios de raíz luego de octubre. “No creo que haya grandes novedades en torno al resultado electoral, y el Gobierno igualmente avanzará sobre algunas reformas. Si va a implementar un ajuste fuerte, eso está en veremos. Tal vez continúe así y le deje a la próxima gestión un nivel de endeudamiento que sí lo obligará a tener que tomar medidas severas para paliar el déficit”.
ENDEUDAMIENTO. Milton Friedman supo acuñar aquella famosa frase que dice “no hay tal cosa como un almuerzo gratis”. Idea que sus discípulos repiten hasta el hartazgo. La imagen bien le cabe al gradualismo que ensaya el Gobierno en materia económica. Evitar el recorte severo del gasto público, con inevitable impacto social, tampoco es gratis y se paga con endeudamiento externo.
Sin embargo, tan vertiginoso ha
sido el proceso de toma de deuda durante la gestión Macri que ya comienza a alarmar a propios y extraños. Y lo que es peor, pese al éxito del Gobierno por achicar los gastos operativos del Estado, el pago de intereses de la deuda termina por hacer inútil el esfuerzo en términos de déficit fiscal.
El último informe del Observatorio de la Deuda de la Universidad Metropolitana, a cargo de Arnaldo Bocco, destaca que “el pago de intereses (Nación + Provincias) supera los u$s 8.800 millones de dólares anuales para 2017 y 2018 (en cada ejercicio fiscal)”. Y enfatiza: “Estamos considerando un piso de necesidades para ese frente externo no menor a los u$s 35.000 millones en 2018, lo que representa aproximadamente un 6,5% del PIB”.
El documento de la UMET remarca que “si se tienen en cuenta los u$s 47.298 millones ya emitidos en 2016, desde inicios de la gestión de Cambiemos hasta la actualidad el total emitido asciende a más de u$s 100.082 millones”. Deuda que viene a inflar el airbag del gradualismo, pero que se traduce también en dólares
“Se debe avanzar en reformas estructurales o vamos a tener un crecimiento mediocre”. ALDO ABRAM
para la fuga de capitales (u$s 4.146 millones en la Era Macri) y para el pago de viajes al exterior (u$s 4.666 millones sólo en el primer semestre de este año).
“El Gobierno lo que está haciendo mediante la toma de deuda externa
“La decisión del Gobierno de continuar o no con el gradualismo es más política que económica”. ANDRéS ASIAIN
es postergar el problema con el dólar, la falta de generación de divisas, porque los déficit registrados son enormes”, subraya Andrés Asiain. Todos lo saben, el endeudamiento tiene patas cortas y en algún momento hay que hacerle frente a la realidad para bajar el déficit de las cuentas públicas.
EMPRESAS. Aunque el resultado de las PASO permite vislumbrar un panorama de lo que ocurrirá en las elecciones legislativas en términos de resultados, los empresarios igualmente miran de reojo al Gobierno. Sopesan en su interior el temor a un ajuste que incremente sus costos de producción con la esperanza de que el Gobierno lleve adelante reformas estructurales consideradas vitales.
“Creo que el Gobierno no se va a alejar del camino del gradualismo”, le dice a Fortuna el presidente de la rama industrial de la Confederación
Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Edgardo Gámbaro. “Hemos llegado a niveles insostenibles de presión impositiva y pensamos que pueden llegar a realizar alguna reforma al respecto. Tampoco tenemos expectativas de que se produzcan acciones espectaculares”, aclara.
Hay en los hombres de negocios muchas ganas de creer. “Nosotros advertimos que el Gobierno está