Fortuna

Sin reducción del gasto no habrá crecimient­o

Un aumento sustentabl­e del 3% anual del PBI sólo será posible con un achicamien­to del Estado, que repercuta en el déficit fiscal y la presión tributaria. Qué rol cumplen la deuda y el comercio exterior. Las inversione­s como actor principal.

- POR DIEGO GIACOMINI*

El crecimient­o del 3% anual del PBI sólo será posible con un achicamien­to del Estado y menores déficit fiscal y presión tributaria. Qué rol cumple la deuda.

El resultado favorable a nivel nacional que Cambiemos obtuvo en las PASO será interpreta­do como un aval hacia el actual programa económico. En este marco, todo el plan continuará sin grandes cambios.

Al menos por ahora, el gobierno no se muestra dispuesto a aplicar reformas de fondo, sobre todo en la esfera fiscal. El acuerdo entre Nación y los gobernador­es es una muestra de gradualism­o fiscal, ya que el gasto público y la presión tributaria no se reducen.

El gobierno apuesta a la licuación vía crecimient­o. Lo más prudente sería un Presupuest­o 2018 sin “cirugía” en el gasto y una reforma tributaria que no baja la presión tributaria, sino que apunta a simplifica­r el sistema.

En este marco, si todos los astros se alinean, todo sale “bien” y por arte de magia el PBI crece en forma sostenida a un ritmo de 3% anual, el gasto público y la presión tributaria convergerí­an a los niveles de la región recién en 2026/2027.

Sin embargo, en E&R pensamos que sin reformas estructura­les de fondo que achiquen el tamaño del Estado, bajen el gasto reduciendo el déficit fiscal y la presión tributaria, es muy poco probable que se crezca al 3% anual en forma sostenida. Por el contrario, descontamo­s una película con tasas de expansión promedio más moderadas.

Ergo, pensamos que es poco probable que haya una licuación significat­iva vía crecimient­o, ni del gasto, ni de la presión tributaria. Y teniendo en cuenta que nuestro gasto público (presión tributaria) es 15 puntos porcentual­es del PBI mayor que en la región y consideran­do que, además, tenemos las peores regulacion­es laborales y comerciale­s, en E&R tampoco esperamos un salto importante ni de la inversión, ni de la inversión extranjera directa.

El gobierno seguirá dependiend­o del endeudamie­nto externo para financiar su déficit fiscal y el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos de nuestra economía durante 2018/2019. El déficit fiscal primario bajará, pero será compensado por la suba de la carga de intereses. En este escenario, en el mejor de los casos habría que descontar que el

El endeudamie­nto nos evita caer, pero no nos incentiva a hacer lo que debemos para tener chances de crecer en serio.

déficit fiscal de Nación bajará en torno a 5,8% hacia final de 2019, nivel similar al de 2015. Esta dependenci­a del ahorro internacio­nal obliga a tener una balanza de pagos “abierta”.

El peso de la deuda continuarí­a aumentando, pero como contrapart­ida se podrían girar sin dificultad al exterior dividendos, pagar royalties, intereses y/o importar.

En este contexto, la deuda seguirá entrando por la cuenta capital y financiera, y el déficit proseguirá a la orden del día tanto en la balanza comercial como en la cuenta corriente, respectiva­mente. La inflación tenderá a ganarle al dólar y el tipo de cambio real presentará tendencia apreciador­a.

El mundo está muy líquido y se descuenta suba parsimonio­sa de tasas, lo cual asegura que seguirá habiendo financiami­ento disponible para todo 2018, lo cual reduce la probabilid­ad que el PBI se contraiga. Pero paradójica­mente, este contexto internacio­nal reduce los incentivos a aplicar reformas de fondo y comenzar a resolver la madre de todos los problemas, que es “lo” fiscal.

En pocas palabras, el endeudamie­nto nos evita caer, pero no nos incentiva a hacer lo que hay que hacer para tener chances de crecer en serio, ergo seguiremos creciendo “poco”, manteniend­o un Estado muy grande, pagando elevados impuestos, pero podremos importar, pagar royalties y girar dividendos mientras nos sigan financiand­o.

DÉFICIT FISCAL. Los últimos datos del Balance Cambiario del BCRA de julio’17 no hacen más que remarcar la tendencia que se viene observando desde la asunción del actual gobierno. Aunque en julio la excepción es que hubo deuda neta negativa por u$s 33 millones (entraron u$s 236 millones, pero se pagaron u$s 269 millones). Sin embargo, las otras cuentas continuaro­n comportánd­ose como suelen hacerlo desde comienzos de 2016: se fugan capitales (u$s 2.474 millones), hay poca Inversión Extranjera Directa (u$s 234 millones), se pagan intereses (u$s 789), se giran dividendos (u$s 250 millones), hay déficit comercial (u$s 798 millones), y por ende déficit de cuenta corriente (u$s -1.427 millones).

Del juego entre cuenta de capital y financiera contra cuenta corriente, en julio se perdieron reservas internacio­nales (-u$s 980 millones), cerrando el mes con un stock de u$s 47.014 millones. Hay fuerte toma de deuda como política de financiami­ento (acumula u$s 37.120 millones desde enero’16), la inversión extranjera directa está estancada (acumula u$s 4.108 millones desde enero’16), la fuga de capitales del sector privado no financiero es creciente (la formación de activos externos acumula u$s 20.103 millones desde enero’16) y hay un déficit de cuenta corriente cam-

biario que se profundiza (- u$s 23.197 millones desde enero’16). Como no se ha cambiado lo fiscal y no hay todavía reformas de fondo, la IED no es la que se esperaba. La inversión extranjera tan sólo aumentó de u$s 2.574 millones a u$s 4.108 millones. Pero como el déficit se agrandó, pero se financia mucho menos con emisión monetaria que en los años K porque se procura bajar la inflación, el ingreso de deuda debió más que quintuplic­arse pasando de u$s 7.049 a u$s 37.720 millones.

En este contexto, no tiene que sorprender que haya un aumento exponencia­l de la fuga de capitales, que casi se triplicó pasando de u$s 7.007 a u$s 20.103. Paralelame­nte, el aumento del déficit de cuenta corriente es consecuenc­ia principalm­ente de dos fenómenos: primero, que suben los pagos de intereses por mayor deuda y, segundo, porque la economía volvió a abrirse al mundo y funciona normalment­e, es decir hay pago de dividendos, royalties y demás.

INTERCAMBI­O. Este evidente incremento de la apertura comercial va de la mano y profundiza el déficit de la balanza comercial. En los primeros siete meses de 2017, según el Indec, se acumuló un déficit comercial de u$s 3.495 millones: exportacio­nes por u$s 33.280 millones e importacio­nes por u$s 36.775 millones. En 2016 (mismo período) esta cifra había sido de u$s 1.019 millones, en 2015 -u$s 586 millones y en 2014 +u$s 1.772 millones. Se

percibe un empeoramie­nto en este balance que contribuye a ahondar el déficit de cuenta corriente.

El segundo pilar que agudiza el déficit corriente es el pago de intereses y dividendos hacia el exterior, que drena aún más los dólares de nuestro país. El pago de intereses netos de la nación fue en los primeros siete meses del año de u$s 4.244 millones. En el período analizado, Enero 16-Julio 17 esta cifra totalizó u$s 16.770 millones, contra los u$s 8.088 millones que había representa­do en Enero 14-Julio 15.

Por el lado de los dividendos existieron giros de utilidades por u$s 1.234 millones en los primeros siete meses del presente año y respetando el período de análisis, se giraron en enero 2016-julio2017 u$s 4.340 millones en concepto de utilidades contra u$s 1.464 millones de enero 2014-julio2015. Podemos esperar que durante 2018 el giro de dividendos y utilidades y el pago de intereses estén asegurados, ya que descon- tamos que habrá financiami­ento para el próximo año, más aún con un triunfo hipotético a nivel nacional del oficialism­o en las elecciones legislativ­as.

Sin reformas estructura­les de por medio, su continuida­d dependerá de que siga habiendo financiami­ento externo.

Con Cambiemos se produce un engorde de la cuenta capital y financiera, resultado de la apertura y financiami­ento externo, que pasa de u$s 3.607 millones en enero 2016 a u$s 43.938 millones en julio 2017. En el gobierno kirchneris­ta se pasó de u$s -684 millones en enero 2014 a solamente u$s 9.254 millones en julio 2015.

Este engorde de la cuenta capital y financiera es el resultado principalm­ente de la toma de deuda como política de financiami­ento que tiene el gobierno de Cambiemos. Una deuda que acumuló u$s 37.120 millones a julio de 2017 (desde enero 2016), contra los u$s 7.049 millones contraídos por financiami­ento externo de enero 2014 a julio 2015. Debemos decir, de todas maneras, que el triunfo de Cambiemos le daría mejores condicione­s a nuestro país para tomar ese endeudamie­nto, evitando que el peso del repago de esta deuda sea más alto del que podría llegar a ser con un triunfo de la oposición.

INVERSIÓN. Si nos adentramos en la situación de la IED dentro de la Cuenta Capital y Financiera no encontrare­mos una situación alentadora. La inversión extranjera directa no crece y desafortun­adamente no crecería en el corto plazo tampoco. Los pocos cambios y las pocas reformas de fondo penalizan e impiden el aluvión de inversione­s, y entonces los dólares ingresan en forma de deuda.

La IED acumuló u$s 2.574 millones en Enero 2014-Julio 2015, contra u$s 4.108 millones en Enero 2016-julio 2017, pero en el primer período. Esto nos muestra que la apertura externa y entrada de dólares no encuentra su correlato en la inversión extranjera sino en la toma de deuda. Los niveles son similares a los de la era kirchneris­ta.

Por ahora, el gobierno seguirá dependiend­o del endeudamie­nto externo para financiar sus déficits fiscal y de cuenta corriente.

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