Fortuna

Jorge Colina

- *DIRECTOR DEL INSTITUTO PARA EL DESARROLLO SOCIAL ARGENTINO (IDESA)

La dirección es correcta, pero no alcanza.

El gobierno nacional acordó con las provincias actualizar la Ley de Responsabi­lidad Fiscal. Se trata de una herramient­a que en su momento se estableció para promover austeridad y transparen­cia en la gestión pública, pero que perdió eficacia por las excepcione­s que se le fueron aplicando en los últimos años. Las reformas acordadas tratan de restablece­r el espíritu original de la ley, aunque su contenido es insuficien­te para enfrentar los enormes desequilib­rios acumulados.

Con este consenso, se espera facilitar el tratamient­o en el Congreso y la posterior adhesión de cada jurisdicci­ón. El objetivo declarado es inducir a que en los tres niveles de gobierno se tienda a una administra­ción más transparen­te y austera del gasto público. Para ello se fijan límites al crecimient­o del gasto público, el empleo y el endeudamie­nto y reglas para la publicació­n de informació­n sobre las finanzas públicas.

La Ley de Responsabi­lidad Fiscal originalme­nte fue puesta en vigencia en el año 2005, pero a partir del año 2009 las reglas fueron relajadas al punto que se diluyó su operativid­ad. El argumento utilizado en ese momento para justificar las excepcione­s fue afrontar las consecuenc­ias de la crisis internacio­nal. La crisis pasó rápidament­e, pero el relajamien­to en la administra­ción del gasto público se mantuvo. Con las reformas acordadas ahora se procura restablece­r el espíritu original que inspiró en su momento la ley.

Para evaluar la eficacia de las reformas consensuad­as resulta pertinente tener en cuenta la dinámica que muestran las finanzas públicas en los tres niveles de gobierno en los últimos años. Según datos del ministerio de Hacienda entre los años 2005 y 2015 se observa que:

● El gasto público nacional pasó del 14% al 26% del PBI.

● El gasto público provincial pasó del 12% al 17% del PBI.

● El gasto público municipal pasó de 3%a 4% del PBI.

Estos datos muestran que lo que prevaleció en la última década fue una enorme irresponsa­bilidad fiscal. Sumando los tres niveles de gobierno arroja que el gasto público consolidad­o pasó del 29% al 47% del PBI. De esta forma, el histórico crecimient­o de la presión impositiva no fue suficiente para financiar semejante expansión de las erogacione­s del Estado.

El resultado es un desequilib­rio de las cuentas públicas insostenib­le. El aspecto más negativo de este proceso es que este aumento de gasto público no brindó más y mejores servicios del Estado. Los resultados educativos, sanitarios, en materia de justicia y seguridad y servicios básicos en general muestran un severo deterioro.

Las reformas acordadas sobre la Ley de Responsabi­lidad Fiscal van en el sentido correc-

Prevaleció en la última década una enorme irresponsa­bilidad fiscal. Sumando los tres niveles de gobierno, el gasto público consolidad­o pasó del 29% al 47% del PBI.

to. Sin embargo, resultan insuficien­tes para devolver sustentabi­lidad a las finanzas públicas, aun cuando todas las jurisdicci­ones se ajusten estrictame­nte a las pautas previstas. Esto implica que se seguirá dependiend­o del endeudamie­nto público para cubrir los desequilib­rios fiscales y que las posibilida­des de eliminar, o al menos reducir, los impuestos más distorsivo­s son remotas.

En el mejor de los casos habrá una promesa de reforma futura sujeta a que el crecimient­o económico genere espacio para la reducción de impuestos. Mientras tanto se seguirá conviviend­o con altos y distorsivo­s impuestos que cercenan la producción y la generación de empleos y apostando a que los mercados financiero­s sigan financiand­o la parte del gasto no cubierta con impuestos.

El problema de fondo es el desbalance en la percepción que tiene la población sobre la administra­ción del gasto público. Las medidas tendientes a manejar con austeridad el gasto público, en general, motivan rechazo argumentan­do que tienen asociados costos sociales. Se pasa por alto que mantener los desajuste fiscales genera costos sociales más elevados.

A modo de ejemplo, es muy común exagerar el impacto social de los empleos públicos que se dejan de generar por administra­r austeramen­te el Estado y minimizar o directamen­te ignorar los costos sociales de los empleos privados que se dejan de crear por aplicar impuestos que desalienta­n la inversión y la producción.

El desarrollo social exige un sector público austero y profesiona­l. Para avanzar en esta dirección es fundamenta­l asumir que el gradualism­o y la tibieza en el ordenamien­to del Estado son una fuente generadora de costos sociales a través de más deuda pública, menos crecimient­o y más inflación.

Seguiremos conviviend­o con altos y distorsivo­s impuestos que cercenan la producción y la generación de empleos, y dependiend­o de los mercados financiero­s.

 ??  ?? Jorge Colina*
Jorge Colina*
 ??  ?? DUJOVNE. La cuestión central es el déficit, pero el dilema es cómo resolverlo.
DUJOVNE. La cuestión central es el déficit, pero el dilema es cómo resolverlo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina